Ana María Cecilia Sofía Kalogeropoúlou (en griego Άννα Μαρία Καικιλία Σοφία Καλογεροπούλου) (Nueva York, 2 de diciembre de 1923 – París, 16 de septiembre de 1977), conocida como María Callas (pronúnciese en español: Kal-las o, Calas) , fue una soprano griega nacida en Estados Unidos, considerada la cantante de ópera más eminente del siglo XX. Capaz de revivir el bel canto en su corta pero importante carrera, fue llamada (como antes la célebre Claudia Muzio) «La Divina» por su extraordinario talento vocal y actoral.
Aún hoy genera controversia su peculiar voz, de registro amplio y que
unida a su dominio de la técnica, le permitió cantar roles desde
soprano ligera (Lakmé, Semiramide, Gilda) a los dramáticos (Brünnhilde,
Lady Macbeth) incluso de mezzo (Carmen, Dalila) y alternar entre
personajes de coloratura ágil y dramáticos pesados con éxito. También
recordada por rescatar diversos personajes de la ópera en su esencia
dramática y expresiva, incluso del olvido.
Su nombre está asociado en la memoria colectiva a Aristóteles Onassis, el gran amor de su vida.
Biografía
Nacimiento y primeros pasos
Era hija de Evangelia Dimitriadis y George Kalogeropoulos, una pareja de emigrantes griegos que llegaron a Estados Unidos en agosto de 1923, asentando su domicilio en la ciudad de Nueva York. En 1929 George Kalogeropoulos, farmacéutico de profesión, abrió un negocio familiar en un barrio griego de Manhattan y, por la complejidad del apellido, lo cambió por Callas.
Tras la separación de sus padres, Maria viajó a Grecia en 1937 con su madre y hermana, volviendo a adoptar su apellido original, Kalogeropoulou. Comenzó su formación en el Conservatorio Nacional de Atenas,
y para inscribirse tuvo que falsear la edad, ya que no tenía los 16
años mínimos. Estudió con la soprano Maria Trivella, y después bel canto con Elvira de Hidalgo, que la formó en la tradición del belcanto romántico italiano. En 1938 hará su debut no profesional como Santuzza en Cavalleria rusticana, en Atenas.
La relación entre Maria y su madre era difícil. La madre presionaba a
Maria con sus clases, solicitando a sus profesores que le informasen de
todos sus avances; y por otro lado comparaba a Maria con su otra hija,
calificándola de «gorda», poco agraciada y únicamente atractiva por su
voz. Años después, Maria confesaría a la prensa que su madre la apoyó
solamente para tener algún sustento económico y que, si bien admiraba su
fortaleza y agradecía ese apoyo, nunca se había sentido querida por
ella.
El debut de Maria fue en febrero de 1942, en el Teatro Lírico Nacional de Atenas, con la opereta Boccaccio. El primer éxito lo tendría en agosto de 1942 con Tosca, en la Ópera de Atenas. Pronto cantó Fidelio, Tiefland y Cavalleria rusticana, también en Atenas. En 1944, durante los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial, las fuerzas ocupantes pierden el control de Grecia y la flota británica llega al puerto de El Pireo. Maria Kalogeropoulos decide volver a los Estados Unidos para encontrarse con su padre.
Sus éxitos no fueron muchos hasta que la quiso escuchar Edward Johnson, el director general del Metropolitan Opera House, quien le ofreció inmediatamente los principales papeles en dos producciones en las temporadas de 1946–1947: Fidelio, de Ludwig van Beethoven, y Madama Butterfly, de Giacomo Puccini. Para sorpresa de Johnson, Maria rechazó los papeles: no quería cantar Fidelio en inglés, y consideraba que el rol de Butterfly no era el mejor para su debut en América.
Encontró trabajo en 1946, pero continuó practicando con vigor para perfeccionar su técnica. Tomó como agente a Eddie Bagarozy y aceptó cantar la ópera Turandot en Chicago, en enero de 1947,
con un reparto de cantantes europeos célebres, en una compañía que fue
fundada por Bagarozy y Ottavio Scotto, un empresario italiano.
Maria Callas mostró tener un carácter muy fuerte y determinante en
sus decisiones, que se evidenciaría en el trato con su madre y más tarde
con Aristóteles Onassis. Su voz en los pianos era bellísima, pero acusaba un timbre metálico que no sabía anular con técnica. En sus tiempos fue llamada una soprano assoluta o soprano sfogato.
La rápida pérdida de peso en la mitad de su carrera, el cambio
constante de repertorio tan variado y a la vez sus problemas personales,
son citados como posibles causas del deterioro de su voz.
Consolidación y plenitud
Maria conoció en Nueva York al tenor italiano Giovanni Zenatello, director de la Arena de Verona, quien la contrató para cantar La Gioconda, de Ponchielli, en ese anfiteatro. Viajó entonces a Italia en compañía de la esposa de Bagarozy, Louise (hermana de Adriana Caselotti)
y allí conoció a quien sería su primer esposo: un acaudalado industrial
de la construcción llamado Giovanni Battista Meneghini (Verona, 1896 –
Desenzano del Garda, 1981), treinta años mayor que ella y decisivo en la
gestión de la incipiente carrera de la soprano.
Su debut italiano en la Arena de Verona fue en 1947, bajo la batuta de Tullio Serafin.
Su trabajo en la ópera de Ponchielli fue un éxito pero no se reflejó
inmediatamente en nuevos contratos. Así, Callas se encontró nuevamente
sin empleo, pero gracias al apoyo brindado por Meneghini logró continuar
con sus estudios privados de canto, haciendo luego una audición para
Serafin en el difícil papel protagonista de Tristan e Isolda, de Richard Wagner, que se iba a presentar en el teatro La Fenice
de Venecia en la siguiente temporada. Logró el papel y debutó en el
teatro veneciano, obteniendo un clamoroso éxito que le permitió cantar Turandot, de Puccini, y el personaje de Brünnhilde en Die Walküre (La valquiria), en las temporadas de 1948–1949. En 1949 se casa con Meneghini y cambia su nombre a Maria Meneghini Callas.
Ese año, durante el receso estival europeo, el 20 de mayo de 1949 hace su debut americano en el Teatro Colón de Buenos Aires como Turandot, Aída (sólo una función reemplazando a Delia Rigal) y Norma, dirigidas por Tullio Serafin, secundada por Mario del Mónaco, Fedora Barbieri y Nicola Rossi-Lemeni.
En Venecia se iba a representar la ópera I puritani, de Vincenzo Bellini
(el llamado «Chopin de la ópera»), con Margherita Carosio en el papel
de Elvira. Una tarde Maria se había cansado de interpretar el papel de
Brünnhilde y comenzó a leer la música del personaje de Elvira. Cuando la
esposa de Serafin la escuchó, se lo dijo a éste y pidió a Maria que lo
cantase. Además la Carosio estaba enferma y era necesario sustituirla.
La mañana siguiente Maria cantó para el director musical del teatro,
quien decidió que ella sería la mejor elección como Elvira. Se le dio
una semana para aprender la ópera entera, una semana que además incluía
tres representaciones de Die Walküre. Después de la primera representación de I puritani el 19 de enero de 1949, Maria Callas se convirtió en «la voz de Italia».
Después de su Elvira en Venecia, Maria se convirtió en una celebridad
en Italia, pero todavía no se le había ofrecido un papel en el teatro
más importante del país, La Scala de Milán. Finalmente se le ofreció un papel en la Aida, de Giuseppe Verdi, que Renata Tebaldi no podía realizar. Maria y Meneghini esperaban un gran éxito, pero cuando comenzaron las representaciones de Aida el 12 de abril de 1950, la acogida del público italiano fue fría. Para su segunda presentación el 7 de diciembre de 1951, La Scala se rindió a Maria Callas, un éxito que dio origen a su seudónimo «La Divina». La temporada de 1951–1952 inició con I vespri siciliani, de Giuseppe Verdi, siendo una de las actuaciones más aclamadas y recordadas de la soprano.
El 23 de mayo de 1950 debuta en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México, cantando Norma, y es en ese mismo escenario donde intercala un célebre Mi bemol al final del segundo acto de Aida conocido como «el agudo de México»1 y en donde cantaría las dos únicas funciones de Rigoletto
a lo largo de su vida. En Bellas Artes cantaría con Giuseppe Di Stefano
"Rigoletto", "Traviata", "Bohemia" y "Lucia de Lamermoor" formando
desde entonces una de las parejas más famosas en la Historia de la
Ópera. Juntos grabaron 9 óperas completas: "Rigoletto", "El Trovador",
"Manon Lescaut", "Baile de Máscaras", "La Bohemia", "Los Puritanos",
"Cavalleria", "Payasos" y "La Traviata".
En julio de 1952 Callas firmó un contrato de grabación exclusiva con Walter Legge, productor musical de EMI. Pocos días después Legge y su mujer, la famosa soprano alemana Elisabeth Schwarzkopf, fueron a verla en La traviata
en la Arena de Verona. Tras la representación, la Schwarzkopf ofreció
uno de los tributos más conmovedores: viéndose superada por Maria, no
cantaría nunca más La traviata. Cuando se le pidió una
explicación, la Schwarzkopf respondió: «¿Cuál sería el sentido de
hacerlo si otra artista lo puede hacer perfecto?». En noviembre de ese
mismo año María Callas compartiría escenario con otro gran mito del bel canto, Joan Sutherland en la representación de Norma de Bellini en el Covent Garden de Londres.
Mujer alta y muy corpulenta, en esa época decidió bajar de peso para
«hacer justicia a Medea», papel que interpretaría en La Scala dirigida
por Leonard Bernstein en producción de Margarita Wallmann. Entre 1953–1954 bajó más de 36 kilos (80 libras).
Cuando reapareció como la tísica Violetta junto a su gran amigo y
frecuente compañero de escena - el Tenor Siciliano Giuseppe Di Stefano
en la puesta en escena de Luchino Visconti de La traviata, en un primer momento ni el director orquestal Carlo Maria Giulini
la reconoció. Era «otra mujer», y Visconti había hallado la
cantante-actriz ideal para sus escenificaciones cinematográficas.
Visconti la convertirá en ideal Violetta y luego Ifigenia, Elisabetta, Anna Bolena y Amina en La sonnambula, de Bellini.
En 1954 hace su debut en Estados Unidos, en la Lyric Opera of Chicago, como Lucia di Lammermoor. En 1955, probablemente su mejor año escalígero, canta una Norma que adquirirá estatus legendario, junto a Giulietta Simionato y Mario del Mónaco, dirigida por Antonino Votto, y en Berlín junto a Herbert von Karajan canta una Lucia di Lammermoor histórica para la reapertura de la Deutsche Oper Berlin. El delirio del público hace que se deba repetir el sexteto del segundo acto.
El 17 de noviembre de 1955, al término de la presentación de Madame Butterfly en el Lyric Opera de Chicago,
Maria Callas celebraba su triunfo. La audiencia continuaba aplaudiendo
cuando se acercó el oficial de justicia Stanley Pringle, que le presentó
un requerimiento judicial por haber sido demandada por su anterior
representante, Eddie Bagarozy, quien esgrimía un contrato de 1947
que le designaba como único representante. Aunque no habían tenido
contacto durante muchos años, Bagarozy reclamó que él tenía un
porcentaje de los honorarios de Callas y que con los gastos pagados por
él sumaban 300.000 dólares. El caso fue dirimido en el juzgado el 7 de noviembre de 1957 según unos términos que no se hicieron públicos. Finalmente Maria hizo su debut en el Metropolitan Opera House el 28 de octubre de 1956, como Norma, de Vincenzo Bellini.
En 1957 tienen lugar la histórica exhumación de Anna Bolena, de Donizetti, en La Scala, dirigida por Luchino Visconti, junto a Giulietta Simionato, y las igualmente históricas de La sonnambula,
de Bellini, que el realizador trata como un cuento pastoral donde Maria
equipara física y vocalmente a la soprano del siglo XIX Fanny Persiani. Durante la gira de la compañía, primero a Colonia y luego al Festival de Edimburgo, ante el éxito de las representaciones de La sonnambula, se agrega una quinta función a las cuatro programadas. Maria, aduce no estar contratada y deja Edimburgo por Venecia, donde la espera una fiesta de su amiga Elsa Maxwell donde -según Maxwell- la columnista le presentó al magnate Aristóteles Onassis. Se sucede otro escándalo y la entonces desconocida Renata Scotto, de 23 años, en dos días aprende la parte para consagrarse internacionalmente.
Un año legendario: 1958
La siguiente vez que Maria provocó titulares por un escándalo fue por una representación de Norma en la ópera de Roma, el 2 de enero de 1958, en honor del Presidente de Italia, Giovanni Gronchi, y su esposa.
Desgraciadamente, Maria contrajo un resfriado y se informó al teatro
de que se le debía substituir, pero La Scala se negaba a sustituirla.
Maria, contra las órdenes de los médicos, salió a escena pero tuvo claro
desde la primera nota que su voz estaba en mala condición. Al final del
primer acto, media audiencia no se mostraba satisfecha. Maria huyó
rápidamente por una puerta trasera, y anunció que lo había hecho porque
no estaba a la altura del público milanés. Al avisar al teatro de su
situación vocal, el teatro había respondido «Nessuno può sostituire la Callas» («Nadie puede sustituir a la Callas»),
lo que enfureció al público milanés. El público estaba rabioso, pero
Maria fue excusada cuando recibió la llamada de la señora Gronchi, quien
le aseguró que ni ella ni su marido se habían ofendido.
Tres meses después, Maria cantaría junto al joven tenor canario Alfredo Kraus en Lisboa una de las representaciones más aclamadas de La traviata,
de Verdi. Esta función dirigida por Franco Ghione el 27 de marzo de
1958 es considerada, pese a su sonido precario, como la mejor grabación
de esta ópera. Se han descubierto fragmentos filmados de esas funciones
Ese mismo año su arte llegó a distintos lugares del mundo: Chicago,
Berlín, Viena, Filadelfia, Washington, Dallas, Colonia, Edimburgo. A
mediados de dicho año, Maria Callas representa en el Covent Garden de Londres La traviata con Cesare Valetti. Cerró este especial año con un recital en directo celebrando su debut en la Ópera Garnier
de París, el 19 de diciembre, que fue transmitido a más de una docena
de países en Europa y que inició su relación entrañable con la ciudad
donde terminaría sus días.
Hacia fines de 1958 Rudolf Bing —director del Metropolitan Opera, donde ella había debutado en 1956— quiso contratarla para La traviata y Macbeth, dos óperas muy diferentes para las cuales no llegaron a un acuerdo. La noche del debut de Callas en Medea, en Dallas,
Bing le envió un telegrama rescindiendo el contrato. Callas,
enfurecida, convocó a la prensa y cantó después una extraordinaria Medea junto a Jon Vickers y la joven Teresa Berganza. Posteriormente, Bing dijo que Callas fue la artista más difícil de tratar, que era tan inteligente que siempre ganaba. La cancelación de Macbeth catapultó al estrellato a quien la reemplazó en el papel principal, la austríaca Leonie Rysanek. Pese a todo, Bing y Callas se reconciliaron en la década de 1960 y Callas retornó al Met en 1965 para dos funciones de Tosca, las últimas que interpretó en un escenario de ópera americano (se retiró tras cantar en el Covent Garden de Londres).
Relación con Onassis y declive vocal
El 5 de mayo 1959 se produjo la única actuación de Maria Callas en el Gran Teatro del Liceo,
en forma de recital. Se había levantado en la ciudad una gran
expectación, en parte debida a que Barcelona contaba con fieles
partidarios de otra gran soprano de la época, Renata Tebaldi.
Pese a que los precios ya se habían encarecido en taquilla, las
entradas se agotaron rápidamente y la reventa hizo su agosto. Llegado el
día, ni las arias de Don Carlo o Mefistófeles, ni la cavatina de El
barbero de Sevilla estuvieron a la altura, y mientras cantaba la vissi
d'arte de Tosca se escuchó algún grito de "¡viva la Tebaldi!". El
balance hasta la media parte era decepcionante. Pero en la reanudación,
al desgranar unas páginas de Il pirata, se impuso con autoridad
metiéndose al público en el bolsillo. El escenario terminó cubierto de
flores que provenían de todo el auditorio.
El 3 de noviembre de 1959, Maria Callas dejó a su marido Giovanni Meneghini por el magnate naviero griego Aristóteles Onassis, un idilio que la prensa de la época difundió exhaustivamente. Esta tortuosa relación sentimental se convertiría en una «tragedia griega».
La soprano se retiró durante un breve tiempo mientras duraba su
relación con Onassis, y a su regreso (por falta de práctica y excesiva
vida social) a nadie se le escapó que su voz había perdido fuerza y
evidenciaba los signos de decadencia que ya se habían advertido años
antes.
Por aquel tiempo (1961) Maria representaba Medea en Epidauro y en La Scala. No tenía buena voz y el 11 de septiembre de 1961, durante el primer acto en el dueto con Jasón (personaje interpretado por Jon Vickers), la audiencia comenzó a pitar. Maria ignoró el alboroto hasta que llegó la escena donde ella denuncia a Jasón con la palabra «Crudel!» («¡Cruel!»). Después del primer «Crudel!» paró de cantar; miró al público y le dirigió su segundo «Crudel!»; hizo una pausa y comenzó otra vez con las palabras: «Ho dato tutto a te»
(«Te lo he dado todo») haciendo un gesto como si amenazara con el puño a
la galería; la audiencia paró de silbar, y María recibió una ovación
clamorosa al final.
En mayo de 1965 la voz de Callas volvió a ser objeto de disputas. Estaba representando Norma en la Ópera de París con Fiorenza Cossotto
como Adalgisa. Cossotto sabía que Maria estaba extenuada, por lo que
decidió derrotarla en escena. La noche de la última representación de Norma, el 29 de mayo,
Maria estaba más débil y Cossotto se ensañó con ella e hizo del gran
dueto un duelo entre ambas. Al final, cuando el telón cayó, Maria
colapsó y fue llevada inconsciente a su camerino. En 1965 la Callas
realizó su última representación de ópera con Tosca en el Covent Garden londinense junto a su compañero de escena clásico el barítono Tito Gobbi. Tenía 41 años.
En 1966
renuncia a la ciudadanía estadounidense y toma la nacionalidad griega.
De esta manera técnicamente anula su matrimonio con Meneghini. Tenía la
esperanza de que Onassis, a quien en verdad amaba, le propusiese matrimonio, pero Onassis dilataba la relación y nunca la complació bajo diversos pretextos.
El 20 de octubre de 1968 Onassis abandonó abruptamente a Callas para casarse con Jacqueline Kennedy, la viuda del presidente norteamericano John Fitzgerald Kennedy, asesinado en Dallas.
Callas, herida en lo más profundo de su orgullo, nunca pudo superar el
mal trance por el abandono de Onassis y jamás se lo perdonó a pesar de
que Onassis, más tarde la buscaría repetidas veces cuando su matrimonio
con la viuda estadounidense se había convertido en un martirio.
En junio de 1969, Maria empezó a trabajar en la película Medea, no inspirado en la ópera de Cherubini ni la tragedia de Eurípides, sino en el mito de Medea según la visión primitiva y barbárica de Pier Paolo Pasolini. Es un papel hablado donde no canta. Filmada en Turquía y en Pisa,
trabajaba duramente, tan duro que un día se desmayó después de correr
en una escena bajo el intenso sol. Este film tuvo fría recepción y fue
considerado un succes d'estime en vista de los dos grandes
personajes que se habían aliado. No obstante, con el tiempo pasó a la
historia como uno de los mejores de Pasolini y contó con difusión a
nivel internacional.
El 25 de mayo de 1970 tuvo que acudir corriendo al hospital y se anunció que había querido suicidarse con una sobredosis de barbitúricos. Por aquel tiempo tomaba más somníferos para dormir, y más barbitúricos para encontrar paz.
En 1971 y 1972 intenta dedicarse a la dirección escénica con una puesta de Las vísperas sicilianas que no alcanzó éxito. Luego impartió una serie de clases magistrales en la Juilliard School de Nueva York que inspiraron el drama teatral Master Class del dramaturgo Terence McNally y mostraron el precario estado de su voz. Se había instalado definitivamente en París
en la más completa soledad hasta su muerte a los 53 años en su
apartamento de la Avenue Georges Mandel 36 (y Rue des Sablons) cerca del
Arco de Triunfo (hoy esa sección lleva el nombre Allée Maria Callas). Esta etapa fue recreada en la película Callas Forever, dirigida por su amigo Franco Zeffirelli.
Últimas actuaciones, retiro y muerte
María Callas volvió a los escenarios en 1973 con "El tenor de la Callas" Giuseppe di Stefano,
quien buscaba que ambos reaparecieran evocando los viejos tiempos de
éxito juntos, pero sobre todo por elevar el estado de ánimo de Maria.
Por primera vez en ocho años volvía a cantar en público. A principios de
enero de 1973, Alexander, el hijo favorito de Aristóteles, fallece en
un accidente. Además el matrimonio de Onassis con Jackie iba de mal en
peor. Él intentó reconquistar a Callas a pesar de estar todavía casado
con Jackie Kennedy, pero ella no quiso (o al menos no intentó) volver
con él y lo rechazó cuando se encontraron en octubre de 1973, en París,
donde ella residía.
Con apenas vestigios de su proverbial voz, quedó claro desde el primer concierto en Hamburgo, el 25 de octubre,
que la gira sería un fracaso artístico pero un éxito de la nostalgia
por todo el mundo. Callas y Di Stefano tenían como acompañamiento al
piano al anciano Ivor Newton. Newton comenzó a tener vértigos
en la calle y a hacer conjeturas sobre su muerte. Una vez dijo a Robert
Sutherland, quien pasaba las páginas de sus partituras: «Si tengo un
ataque de corazón mientras María está cantando una nota alta, tienes que
dar un empujón fuerte a mi banqueta y continuar tú como si nada hubiera
pasado». María rechazó discutir con Newton, temiendo que lo podía matar
con la tensión. Sutherland en ocasiones les acompañó cuando la gira
viajó a los Estados Unidos. El concierto final tuvo lugar el 11 de noviembre de 1974 en Sapporo. Era el último lugar del planeta donde se escucharía cantar a María Callas.
El 16 de septiembre de 1977
María se despertó en su casa de París. Desayunó en la cama y fue hacia
el cuarto de baño. Tenía un dolor punzante en el costado izquierdo y se
desmayó. Fue llevada otra vez a la cama y bebió un café fuerte.
Reclamaron la presencia del médico del mayordomo, que salió
inmediatamente hacia la residencia de Maria, quien murió antes de que
llegara. Su funeral tuvo lugar el 20 de septiembre y su cuerpo fue incinerado en el cementerio parisino de Père Lachaise.
Las razones de su muerte quedan poco claras: oficialmente se trató de
una «crisis cardíaca», pero no se descarta que se suicidara ingiriendo
una dosis masiva de tranquilizantes. Su urna fúnebre fue robada y encontrada unos días más tarde. Tras su recuperación se dispersaron sus cenizas en el Mar Egeo.
Repertorio
Sus máximas creaciones fueron Norma, Medea, Violetta en La traviata, Lucía y Tosca, seguidas por Elvira en Los puritanos, Lady en Macbeth, La Gioconda, Il trovatore, La sonnambula, Anna Bolena, Ifigenia, Madama Butterfly, Turandot, Rosina en El barbero de Sevilla y Armida. En el final de su carrera en 1964 abordó Carmen en el estudio de grabación como había hecho en 1956 con Mimí de La boheme y Manon Lescaut, papeles que nunca cantó en escena (tampoco Nedda de I pagliacci).
Ciertamente, diversas grabaciones en estudio o funciones en vivo son
consideradas por críticos y el público como versiones definitivas o la
mejor hasta la actualidad, o en todo caso reconocidas ampliamente como
legendarias. Tal fue el caso de la Aida (en la representación en Bellas Artes, México de 1951), I Puritani (de La Scala en 1953 junto a Di Stefano), Medea (con la famosa reposición en Florencia de 1953), Tosca (particularmente la versión discográfica considerada «definitiva» de 1953), La Sonnambula (representación en La Scala de Viscoti en 1955), Lucia di Lammermoor (principalmente las de Berlín dirigidas por Karajan en 1955), Norma (siendo la Norma arquetipica, triunfó como tal durante toda su carrera. Se destaca como la más prominente la Norma junto a Del Monaco y Simionato de La Scala en 1955), Il Trovatore (en la grabación dirigida por Karajan de La Scala en 1956), Anna Bolena (en la fastuosa producción de Viscoti para La Scala en 1957), La Traviata (la función en Lisboa de 1958), entre otras. Además ciertos roles, en los que no abundó, se consideran notables como su Nabucco (en la versión de 1949), Turandot (en una famosa reposición en el Teatro Colón de 1949), su Gilda de Rigoletto (en La Scala de 1955 junto a Gobbi y Di Stefano), además de una famosa Rosina de Il barbiere di Siviglia (grabación de 1957 junto a Gobbi).
En total cantó 47 personajes (incluyendo Smaragda en O protomastoras de Kalomiris en 1943, su único papel en una ópera contemporánea).
Repertorio escénico
Ópera clásica y belcantista:
- Vincenzo Bellini: Norma, I puritani, La sonnambula, Il pirata
- Luigi Cherubini: Medea papel que interpretó en la película de Pier Paolo Pasolini (sin relación con la ópera)
- Christoph Willibald Gluck: Alceste, Iphigénie en Tauride
- Gioacchino Rossini: Il turco in Italia, El Barbero de Sevilla, Armida
- Gaspare Spontini: La vestale
- Giacomo Meyerbeer: Le Pardon de Ploërmel
- Gaetano Donizetti: Lucia di Lammermoor, Anna Bolena, Poliuto
Ópera verista:
- Giacomo Puccini: Tosca, Turandot, Madama Butterfly, Suor Angelica (1 rep. 1940)
- Umberto Giordano: Andrea Chénier, Fedora
- Pietro Mascagni: Cavalleria rusticana (Santuzza) (1939 y 1944)
- Amilcare Ponchielli: La Gioconda
- Arrigo Boito: Mefistófeles (3 rep. en 1954)
- Giuseppe Verdi: Nabucco, Macbeth, Rigoletto, Il trovatore, La traviata, Las vísperas sicilianas, La fuerza del destino, Aida, Don Carlo, Un ballo in maschera
Ópera alemana (en italiano) y otras
- Beethoven: Fidelio (11 representaciones en 1944 en Atenas al principio de su carrera)
- Richard Wagner: Tristán e Isolda, Parsifal, La valquiria
- Eugen d'Albert: Tiefland (Martha, 1944, Atenas)
- Carl Millöcker: Der Bettelstudent (Laura) (Atenas, 1945)
- Haydn: Orfeo ed Euridice (2 en 1951)
- Mozart: El rapto en el serrallo (4 rep. en 1952)
- Von Suppe: Bocaccio (debut profesional 1939, Atenas)
- Registro de representaciones completo de Callas
- Registro cronológico detallada de cada representación con Callas
- Cuadro sinoptico con sus personajes
Las 15 óperas más representadas por Callas
- Norma — 89 funciones (1948–1965)
- La traviata — 63 funciones (1951–1958)
- Tosca — 51 funciones (1942–1965)
- Lucia di Lammermoor — 46 funciones (1952–1956)
- Aida — 33 funciones (1948–1953)
- Medea — 31 funciones (1953–1962)
- Turandot — 24 funciones (1948–1949) (+ grabación en 1957)
- La sonámbula — 22 funciones (1955–1957)
- Il trovatore — 20 funciones (1950–1956)
- I Puritani — 16 funciones (1949–1955)
- La gioconda — 13 funciones (1947–1953)
- Cavalleria rusticana — 13 funciones (1939–1944)
- Anna Bolena — 12 funciones (1957–1958)
- Tristan e Isolda — 12 funciones (1947–1950)
- Las vísperas sicilianas — 11 funciones (1951-1952)
Importancia y legado artístico
Combinada una formidable técnica del bel canto que daba
flexibilidad a su caudalosa voz, que se sumaba a un timbre personal, un
gran talento dramático y una particular hermosura física, fue un músico
extraordinariamente versátil. Sus estudios del bel canto con la soprano de coloratura española Elvira de Hidalgo le permitieron abordar papeles muy disímiles y resucitar la tradición del bel canto romántico italiano en la verdadera acepción del término y a través de la exhumación de óperas olvidadas como Anna Bolena, de Donizetti.
En la definición del musicólogo Kurt Pahlen,
«…su canto se asemeja a una herida abierta, que sangra entregando sus
fuerzas vitales… como si ella fuese la memoria del dolor del mundo…».
Con una compleja voz de soprano que abarcó tres octavas afrontó un inmenso repertorio, desde el bel canto
hasta el verismo e incluso Wagner, siendo su tipología vocal muy
peculiar y difícil de clasificar tanto por su facilidad para cantar
notas sobreagudas (hasta el Mi6, propias de una soprano ligera) como por
también interpretar roles de mezzosoprano
como lo son Eboli, Carmen, Santuzza, Kundry, Delilah e incluso las
arias de Rossina y Angelina, además de por su muy particular timbre de
voz (que no era bello según los cánones establecidos) con un squillo
y sonido metálico muy penetrante. Tenía una sorprendente capacidad de
matizar, articulando entre sobreagudos brillantes y graves reforzados en
voz de pecho, lo que ha llevado a algunos críticos a considerarla como Soprano sfogato, una voz capaz de alternar entre registros de soprano aguda como de contralto con gran agilidad, siendo heredera directa de María Malibrán y Giuditta Pasta, musas de Vincenzo Bellini.
El mayor don de Callas se hallaba en su innata musicalidad que le
permitía internarse instintivamente en el universo personal de cada
compositor sin importar los defectos vocales en los que a veces
incurría. Callas supo hacer de sus defectos sus mayores virtudes.
Magnética en escena, no fue sólo una gran soprano con dotes vocales
inusuales, sino también una gran actriz que supo encarnar sus personajes
de un modo único. Posiblemente, tanto su talento dramático como su
musicalidad fueron la pauta para ser reconocida también por rescatar a
diversos personajes de los excesos ornamentales y tergiversaciones
vocales, como Amina (de La Sonnambula ), Lucia di Lammermoor, Norma
de Bellini, incluso personajes como Violetta (de La Traviata) entre
otros, al restituir tanto su esencia de teatralidad escénica como su
expresividad poética en un canto más lírico del libreto, como sus hoy
referenciales versiones de Norma, La Traviata, Tosca, La Sonnambula,
Lucia di Lammermoor, Medea, entre otras.
Demostró la vigencia de la ópera con interpretaciones casi
cinematográficas. Poseyó una intuición artística infalible, que se apoyó
en un gran trabajo a menudo apoyado en directores de la talla de Luchino Visconti y Franco Zeffirelli.
Los grandes éxitos de su carrera, los que le garantizan uno de los
lugares más importantes en la historia de la ópera, tuvieron lugar antes
de su relación con Onassis.
Este dolor emocional, sumado a la súbita pérdida de peso, aceleró el
deterioro de su voz y le acarreó múltiples críticas, además de acortar
su longevidad vocal. El fenómeno Callas duró apenas algo más de una década, pero su irrupción en el mundo de la lírica
dejó una marca imborrable y visionaria. Callas propulsó la revaluación
del género belcantista e impulsó la interpretación del verismo desde la
técnica del belcanto provocando una importante revisión desde el punto
musical e interpretativo. La generación que le siguió cimentó estos
valores en los nombres de sopranos como Joan Sutherland, Montserrat Caballé, Leyla Gencer, Renata Scotto, Beverly Sills, Mirella Freni y las mezzosopranos Marilyn Horne y Teresa Berganza motivando un florecimiento del género lírico desde un enfoque históricamente veraz.
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