dimarts, 30 de juny del 2015

UNA DIVA FAMOSA A TRAVÉS DE LA PRENSA AMARILLA Y EL CUORE

Ana María Cecilia Sofía Kalogeropoúlou (en griego Άννα Μαρία Καικιλία Σοφία Καλογεροπούλου) (Nueva York, 2 de diciembre de 1923 – París, 16 de septiembre de 1977), conocida como María Callas (pronúnciese en español: Kal-las o, Calas) , fue una soprano griega nacida en Estados Unidos, considerada la cantante de ópera más eminente del siglo XX. Capaz de revivir el bel canto en su corta pero importante carrera, fue llamada (como antes la célebre Claudia Muzio) «La Divina» por su extraordinario talento vocal y actoral.
Aún hoy genera controversia su peculiar voz, de registro amplio y que unida a su dominio de la técnica, le permitió cantar roles desde soprano ligera (Lakmé, Semiramide, Gilda) a los dramáticos (Brünnhilde, Lady Macbeth) incluso de mezzo (Carmen, Dalila) y alternar entre personajes de coloratura ágil y dramáticos pesados con éxito. También recordada por rescatar diversos personajes de la ópera en su esencia dramática y expresiva, incluso del olvido.
Su nombre está asociado en la memoria colectiva a Aristóteles Onassis, el gran amor de su vida.



Biografía

 

Nacimiento y primeros pasos

 

Era hija de Evangelia Dimitriadis y George Kalogeropoulos, una pareja de emigrantes griegos que llegaron a Estados Unidos en agosto de 1923, asentando su domicilio en la ciudad de Nueva York. En 1929 George Kalogeropoulos, farmacéutico de profesión, abrió un negocio familiar en un barrio griego de Manhattan y, por la complejidad del apellido, lo cambió por Callas.



Junto a su maestra de canto, la española Elvira de Hidalgo.
 
 
Tras la separación de sus padres, Maria viajó a Grecia en 1937 con su madre y hermana, volviendo a adoptar su apellido original, Kalogeropoulou. Comenzó su formación en el Conservatorio Nacional de Atenas, y para inscribirse tuvo que falsear la edad, ya que no tenía los 16 años mínimos. Estudió con la soprano Maria Trivella, y después bel canto con Elvira de Hidalgo, que la formó en la tradición del belcanto romántico italiano. En 1938 hará su debut no profesional como Santuzza en Cavalleria rusticana, en Atenas.
La relación entre Maria y su madre era difícil. La madre presionaba a Maria con sus clases, solicitando a sus profesores que le informasen de todos sus avances; y por otro lado comparaba a Maria con su otra hija, calificándola de «gorda», poco agraciada y únicamente atractiva por su voz. Años después, Maria confesaría a la prensa que su madre la apoyó solamente para tener algún sustento económico y que, si bien admiraba su fortaleza y agradecía ese apoyo, nunca se había sentido querida por ella.
El debut de Maria fue en febrero de 1942, en el Teatro Lírico Nacional de Atenas, con la opereta Boccaccio. El primer éxito lo tendría en agosto de 1942 con Tosca, en la Ópera de Atenas. Pronto cantó Fidelio, Tiefland y Cavalleria rusticana, también en Atenas. En 1944, durante los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial, las fuerzas ocupantes pierden el control de Grecia y la flota británica llega al puerto de El Pireo. Maria Kalogeropoulos decide volver a los Estados Unidos para encontrarse con su padre.
Sus éxitos no fueron muchos hasta que la quiso escuchar Edward Johnson, el director general del Metropolitan Opera House, quien le ofreció inmediatamente los principales papeles en dos producciones en las temporadas de 1946–1947: Fidelio, de Ludwig van Beethoven, y Madama Butterfly, de Giacomo Puccini. Para sorpresa de Johnson, Maria rechazó los papeles: no quería cantar Fidelio en inglés, y consideraba que el rol de Butterfly no era el mejor para su debut en América.
Encontró trabajo en 1946, pero continuó practicando con vigor para perfeccionar su técnica. Tomó como agente a Eddie Bagarozy y aceptó cantar la ópera Turandot en Chicago, en enero de 1947, con un reparto de cantantes europeos célebres, en una compañía que fue fundada por Bagarozy y Ottavio Scotto, un empresario italiano.
Maria Callas mostró tener un carácter muy fuerte y determinante en sus decisiones, que se evidenciaría en el trato con su madre y más tarde con Aristóteles Onassis. Su voz en los pianos era bellísima, pero acusaba un timbre metálico que no sabía anular con técnica. En sus tiempos fue llamada una soprano assoluta o soprano sfogato. La rápida pérdida de peso en la mitad de su carrera, el cambio constante de repertorio tan variado y a la vez sus problemas personales, son citados como posibles causas del deterioro de su voz.



Consolidación y plenitud

 

Maria conoció en Nueva York al tenor italiano Giovanni Zenatello, director de la Arena de Verona, quien la contrató para cantar La Gioconda, de Ponchielli, en ese anfiteatro. Viajó entonces a Italia en compañía de la esposa de Bagarozy, Louise (hermana de Adriana Caselotti) y allí conoció a quien sería su primer esposo: un acaudalado industrial de la construcción llamado Giovanni Battista Meneghini (Verona, 1896 – Desenzano del Garda, 1981), treinta años mayor que ella y decisivo en la gestión de la incipiente carrera de la soprano.
Su debut italiano en la Arena de Verona fue en 1947, bajo la batuta de Tullio Serafin. Su trabajo en la ópera de Ponchielli fue un éxito pero no se reflejó inmediatamente en nuevos contratos. Así, Callas se encontró nuevamente sin empleo, pero gracias al apoyo brindado por Meneghini logró continuar con sus estudios privados de canto, haciendo luego una audición para Serafin en el difícil papel protagonista de Tristan e Isolda, de Richard Wagner, que se iba a presentar en el teatro La Fenice de Venecia en la siguiente temporada. Logró el papel y debutó en el teatro veneciano, obteniendo un clamoroso éxito que le permitió cantar Turandot, de Puccini, y el personaje de Brünnhilde en Die Walküre (La valquiria), en las temporadas de 1948–1949. En 1949 se casa con Meneghini y cambia su nombre a Maria Meneghini Callas.
Ese año, durante el receso estival europeo, el 20 de mayo de 1949 hace su debut americano en el Teatro Colón de Buenos Aires como Turandot, Aída (sólo una función reemplazando a Delia Rigal) y Norma, dirigidas por Tullio Serafin, secundada por Mario del Mónaco, Fedora Barbieri y Nicola Rossi-Lemeni.
En Venecia se iba a representar la ópera I puritani, de Vincenzo Bellini (el llamado «Chopin de la ópera»), con Margherita Carosio en el papel de Elvira. Una tarde Maria se había cansado de interpretar el papel de Brünnhilde y comenzó a leer la música del personaje de Elvira. Cuando la esposa de Serafin la escuchó, se lo dijo a éste y pidió a Maria que lo cantase. Además la Carosio estaba enferma y era necesario sustituirla. La mañana siguiente Maria cantó para el director musical del teatro, quien decidió que ella sería la mejor elección como Elvira. Se le dio una semana para aprender la ópera entera, una semana que además incluía tres representaciones de Die Walküre. Después de la primera representación de I puritani el 19 de enero de 1949, Maria Callas se convirtió en «la voz de Italia».
Después de su Elvira en Venecia, Maria se convirtió en una celebridad en Italia, pero todavía no se le había ofrecido un papel en el teatro más importante del país, La Scala de Milán. Finalmente se le ofreció un papel en la Aida, de Giuseppe Verdi, que Renata Tebaldi no podía realizar. Maria y Meneghini esperaban un gran éxito, pero cuando comenzaron las representaciones de Aida el 12 de abril de 1950, la acogida del público italiano fue fría. Para su segunda presentación el 7 de diciembre de 1951, La Scala se rindió a Maria Callas, un éxito que dio origen a su seudónimo «La Divina». La temporada de 1951–1952 inició con I vespri siciliani, de Giuseppe Verdi, siendo una de las actuaciones más aclamadas y recordadas de la soprano.
El 23 de mayo de 1950 debuta en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México, cantando Norma, y es en ese mismo escenario donde intercala un célebre Mi bemol al final del segundo acto de Aida conocido como «el agudo de México»1 y en donde cantaría las dos únicas funciones de Rigoletto a lo largo de su vida. En Bellas Artes cantaría con Giuseppe Di Stefano "Rigoletto", "Traviata", "Bohemia" y "Lucia de Lamermoor" formando desde entonces una de las parejas más famosas en la Historia de la Ópera. Juntos grabaron 9 óperas completas: "Rigoletto", "El Trovador", "Manon Lescaut", "Baile de Máscaras", "La Bohemia", "Los Puritanos", "Cavalleria", "Payasos" y "La Traviata".
En julio de 1952 Callas firmó un contrato de grabación exclusiva con Walter Legge, productor musical de EMI. Pocos días después Legge y su mujer, la famosa soprano alemana Elisabeth Schwarzkopf, fueron a verla en La traviata en la Arena de Verona. Tras la representación, la Schwarzkopf ofreció uno de los tributos más conmovedores: viéndose superada por Maria, no cantaría nunca más La traviata. Cuando se le pidió una explicación, la Schwarzkopf respondió: «¿Cuál sería el sentido de hacerlo si otra artista lo puede hacer perfecto?». En noviembre de ese mismo año María Callas compartiría escenario con otro gran mito del bel canto, Joan Sutherland en la representación de Norma de Bellini en el Covent Garden de Londres.
Mujer alta y muy corpulenta, en esa época decidió bajar de peso para «hacer justicia a Medea», papel que interpretaría en La Scala dirigida por Leonard Bernstein en producción de Margarita Wallmann. Entre 1953–1954 bajó más de 36 kilos (80 libras). Cuando reapareció como la tísica Violetta junto a su gran amigo y frecuente compañero de escena - el Tenor Siciliano Giuseppe Di Stefano en la puesta en escena de Luchino Visconti de La traviata, en un primer momento ni el director orquestal Carlo Maria Giulini la reconoció. Era «otra mujer», y Visconti había hallado la cantante-actriz ideal para sus escenificaciones cinematográficas. Visconti la convertirá en ideal Violetta y luego Ifigenia, Elisabetta, Anna Bolena y Amina en La sonnambula, de Bellini.
En 1954 hace su debut en Estados Unidos, en la Lyric Opera of Chicago, como Lucia di Lammermoor. En 1955, probablemente su mejor año escalígero, canta una Norma que adquirirá estatus legendario, junto a Giulietta Simionato y Mario del Mónaco, dirigida por Antonino Votto, y en Berlín junto a Herbert von Karajan canta una Lucia di Lammermoor histórica para la reapertura de la Deutsche Oper Berlin. El delirio del público hace que se deba repetir el sexteto del segundo acto.



La villa en Sirmione en la que vivió con su marido, Meneghini.
 
 
El 17 de noviembre de 1955, al término de la presentación de Madame Butterfly en el Lyric Opera de Chicago, Maria Callas celebraba su triunfo. La audiencia continuaba aplaudiendo cuando se acercó el oficial de justicia Stanley Pringle, que le presentó un requerimiento judicial por haber sido demandada por su anterior representante, Eddie Bagarozy, quien esgrimía un contrato de 1947 que le designaba como único representante. Aunque no habían tenido contacto durante muchos años, Bagarozy reclamó que él tenía un porcentaje de los honorarios de Callas y que con los gastos pagados por él sumaban 300.000 dólares. El caso fue dirimido en el juzgado el 7 de noviembre de 1957 según unos términos que no se hicieron públicos. Finalmente Maria hizo su debut en el Metropolitan Opera House el 28 de octubre de 1956, como Norma, de Vincenzo Bellini.
En 1957 tienen lugar la histórica exhumación de Anna Bolena, de Donizetti, en La Scala, dirigida por Luchino Visconti, junto a Giulietta Simionato, y las igualmente históricas de La sonnambula, de Bellini, que el realizador trata como un cuento pastoral donde Maria equipara física y vocalmente a la soprano del siglo XIX Fanny Persiani. Durante la gira de la compañía, primero a Colonia y luego al Festival de Edimburgo, ante el éxito de las representaciones de La sonnambula, se agrega una quinta función a las cuatro programadas. Maria, aduce no estar contratada y deja Edimburgo por Venecia, donde la espera una fiesta de su amiga Elsa Maxwell donde -según Maxwell- la columnista le presentó al magnate Aristóteles Onassis. Se sucede otro escándalo y la entonces desconocida Renata Scotto, de 23 años, en dos días aprende la parte para consagrarse internacionalmente.


Un año legendario: 1958

Maria Callas como Violetta en La traviata en 1958.
 
 
La siguiente vez que Maria provocó titulares por un escándalo fue por una representación de Norma en la ópera de Roma, el 2 de enero de 1958, en honor del Presidente de Italia, Giovanni Gronchi, y su esposa.
Desgraciadamente, Maria contrajo un resfriado y se informó al teatro de que se le debía substituir, pero La Scala se negaba a sustituirla. Maria, contra las órdenes de los médicos, salió a escena pero tuvo claro desde la primera nota que su voz estaba en mala condición. Al final del primer acto, media audiencia no se mostraba satisfecha. Maria huyó rápidamente por una puerta trasera, y anunció que lo había hecho porque no estaba a la altura del público milanés. Al avisar al teatro de su situación vocal, el teatro había respondido «Nessuno può sostituire la Callas» («Nadie puede sustituir a la Callas»), lo que enfureció al público milanés. El público estaba rabioso, pero Maria fue excusada cuando recibió la llamada de la señora Gronchi, quien le aseguró que ni ella ni su marido se habían ofendido.
Tres meses después, Maria cantaría junto al joven tenor canario Alfredo Kraus en Lisboa una de las representaciones más aclamadas de La traviata, de Verdi. Esta función dirigida por Franco Ghione el 27 de marzo de 1958 es considerada, pese a su sonido precario, como la mejor grabación de esta ópera. Se han descubierto fragmentos filmados de esas funciones
Ese mismo año su arte llegó a distintos lugares del mundo: Chicago, Berlín, Viena, Filadelfia, Washington, Dallas, Colonia, Edimburgo. A mediados de dicho año, Maria Callas representa en el Covent Garden de Londres La traviata con Cesare Valetti. Cerró este especial año con un recital en directo celebrando su debut en la Ópera Garnier de París, el 19 de diciembre, que fue transmitido a más de una docena de países en Europa y que inició su relación entrañable con la ciudad donde terminaría sus días.
Hacia fines de 1958 Rudolf Bing —director del Metropolitan Opera, donde ella había debutado en 1956— quiso contratarla para La traviata y Macbeth, dos óperas muy diferentes para las cuales no llegaron a un acuerdo. La noche del debut de Callas en Medea, en Dallas, Bing le envió un telegrama rescindiendo el contrato. Callas, enfurecida, convocó a la prensa y cantó después una extraordinaria Medea junto a Jon Vickers y la joven Teresa Berganza. Posteriormente, Bing dijo que Callas fue la artista más difícil de tratar, que era tan inteligente que siempre ganaba. La cancelación de Macbeth catapultó al estrellato a quien la reemplazó en el papel principal, la austríaca Leonie Rysanek. Pese a todo, Bing y Callas se reconciliaron en la década de 1960 y Callas retornó al Met en 1965 para dos funciones de Tosca, las últimas que interpretó en un escenario de ópera americano (se retiró tras cantar en el Covent Garden de Londres).


Relación con Onassis y declive vocal

 

Últimas actuaciones de Callas, en 1973 en Ámsterdam.
 
 
El 5 de mayo 1959 se produjo la única actuación de Maria Callas en el Gran Teatro del Liceo, en forma de recital. Se había levantado en la ciudad una gran expectación, en parte debida a que Barcelona contaba con fieles partidarios de otra gran soprano de la época, Renata Tebaldi. Pese a que los precios ya se habían encarecido en taquilla, las entradas se agotaron rápidamente y la reventa hizo su agosto. Llegado el día, ni las arias de Don Carlo o Mefistófeles, ni la cavatina de El barbero de Sevilla estuvieron a la altura, y mientras cantaba la vissi d'arte de Tosca se escuchó algún grito de "¡viva la Tebaldi!". El balance hasta la media parte era decepcionante. Pero en la reanudación, al desgranar unas páginas de Il pirata, se impuso con autoridad metiéndose al público en el bolsillo. El escenario terminó cubierto de flores que provenían de todo el auditorio.
El 3 de noviembre de 1959, Maria Callas dejó a su marido Giovanni Meneghini por el magnate naviero griego Aristóteles Onassis, un idilio que la prensa de la época difundió exhaustivamente. Esta tortuosa relación sentimental se convertiría en una «tragedia griega». La soprano se retiró durante un breve tiempo mientras duraba su relación con Onassis, y a su regreso (por falta de práctica y excesiva vida social) a nadie se le escapó que su voz había perdido fuerza y evidenciaba los signos de decadencia que ya se habían advertido años antes.
Por aquel tiempo (1961) Maria representaba Medea en Epidauro y en La Scala. No tenía buena voz y el 11 de septiembre de 1961, durante el primer acto en el dueto con Jasón (personaje interpretado por Jon Vickers), la audiencia comenzó a pitar. Maria ignoró el alboroto hasta que llegó la escena donde ella denuncia a Jasón con la palabra «Crudel!» («¡Cruel!»). Después del primer «Crudel!» paró de cantar; miró al público y le dirigió su segundo «Crudel!»; hizo una pausa y comenzó otra vez con las palabras: «Ho dato tutto a te» («Te lo he dado todo») haciendo un gesto como si amenazara con el puño a la galería; la audiencia paró de silbar, y María recibió una ovación clamorosa al final.
En mayo de 1965 la voz de Callas volvió a ser objeto de disputas. Estaba representando Norma en la Ópera de París con Fiorenza Cossotto como Adalgisa. Cossotto sabía que Maria estaba extenuada, por lo que decidió derrotarla en escena. La noche de la última representación de Norma, el 29 de mayo, Maria estaba más débil y Cossotto se ensañó con ella e hizo del gran dueto un duelo entre ambas. Al final, cuando el telón cayó, Maria colapsó y fue llevada inconsciente a su camerino. En 1965 la Callas realizó su última representación de ópera con Tosca en el Covent Garden londinense junto a su compañero de escena clásico el barítono Tito Gobbi. Tenía 41 años.
En 1966 renuncia a la ciudadanía estadounidense y toma la nacionalidad griega. De esta manera técnicamente anula su matrimonio con Meneghini. Tenía la esperanza de que Onassis, a quien en verdad amaba, le propusiese matrimonio, pero Onassis dilataba la relación y nunca la complació bajo diversos pretextos.
El 20 de octubre de 1968 Onassis abandonó abruptamente a Callas para casarse con Jacqueline Kennedy, la viuda del presidente norteamericano John Fitzgerald Kennedy, asesinado en Dallas. Callas, herida en lo más profundo de su orgullo, nunca pudo superar el mal trance por el abandono de Onassis y jamás se lo perdonó a pesar de que Onassis, más tarde la buscaría repetidas veces cuando su matrimonio con la viuda estadounidense se había convertido en un martirio.
En junio de 1969, Maria empezó a trabajar en la película Medea, no inspirado en la ópera de Cherubini ni la tragedia de Eurípides, sino en el mito de Medea según la visión primitiva y barbárica de Pier Paolo Pasolini. Es un papel hablado donde no canta. Filmada en Turquía y en Pisa, trabajaba duramente, tan duro que un día se desmayó después de correr en una escena bajo el intenso sol. Este film tuvo fría recepción y fue considerado un succes d'estime en vista de los dos grandes personajes que se habían aliado. No obstante, con el tiempo pasó a la historia como uno de los mejores de Pasolini y contó con difusión a nivel internacional.
El 25 de mayo de 1970 tuvo que acudir corriendo al hospital y se anunció que había querido suicidarse con una sobredosis de barbitúricos. Por aquel tiempo tomaba más somníferos para dormir, y más barbitúricos para encontrar paz.
En 1971 y 1972 intenta dedicarse a la dirección escénica con una puesta de Las vísperas sicilianas que no alcanzó éxito. Luego impartió una serie de clases magistrales en la Juilliard School de Nueva York que inspiraron el drama teatral Master Class del dramaturgo Terence McNally y mostraron el precario estado de su voz. Se había instalado definitivamente en París en la más completa soledad hasta su muerte a los 53 años en su apartamento de la Avenue Georges Mandel 36 (y Rue des Sablons) cerca del Arco de Triunfo (hoy esa sección lleva el nombre Allée Maria Callas). Esta etapa fue recreada en la película Callas Forever, dirigida por su amigo Franco Zeffirelli.


Últimas actuaciones, retiro y muerte

 

Tumba de Maria Callas en el Cementerio del Père-Lachaise de París.
 
 
María Callas volvió a los escenarios en 1973 con "El tenor de la Callas" Giuseppe di Stefano, quien buscaba que ambos reaparecieran evocando los viejos tiempos de éxito juntos, pero sobre todo por elevar el estado de ánimo de Maria. Por primera vez en ocho años volvía a cantar en público. A principios de enero de 1973, Alexander, el hijo favorito de Aristóteles, fallece en un accidente. Además el matrimonio de Onassis con Jackie iba de mal en peor. Él intentó reconquistar a Callas a pesar de estar todavía casado con Jackie Kennedy, pero ella no quiso (o al menos no intentó) volver con él y lo rechazó cuando se encontraron en octubre de 1973, en París, donde ella residía.
Con apenas vestigios de su proverbial voz, quedó claro desde el primer concierto en Hamburgo, el 25 de octubre, que la gira sería un fracaso artístico pero un éxito de la nostalgia por todo el mundo. Callas y Di Stefano tenían como acompañamiento al piano al anciano Ivor Newton. Newton comenzó a tener vértigos en la calle y a hacer conjeturas sobre su muerte. Una vez dijo a Robert Sutherland, quien pasaba las páginas de sus partituras: «Si tengo un ataque de corazón mientras María está cantando una nota alta, tienes que dar un empujón fuerte a mi banqueta y continuar tú como si nada hubiera pasado». María rechazó discutir con Newton, temiendo que lo podía matar con la tensión. Sutherland en ocasiones les acompañó cuando la gira viajó a los Estados Unidos. El concierto final tuvo lugar el 11 de noviembre de 1974 en Sapporo. Era el último lugar del planeta donde se escucharía cantar a María Callas.
El 16 de septiembre de 1977 María se despertó en su casa de París. Desayunó en la cama y fue hacia el cuarto de baño. Tenía un dolor punzante en el costado izquierdo y se desmayó. Fue llevada otra vez a la cama y bebió un café fuerte. Reclamaron la presencia del médico del mayordomo, que salió inmediatamente hacia la residencia de Maria, quien murió antes de que llegara. Su funeral tuvo lugar el 20 de septiembre y su cuerpo fue incinerado en el cementerio parisino de Père Lachaise. Las razones de su muerte quedan poco claras: oficialmente se trató de una «crisis cardíaca», pero no se descarta que se suicidara ingiriendo una dosis masiva de tranquilizantes. Su urna fúnebre fue robada y encontrada unos días más tarde. Tras su recuperación se dispersaron sus cenizas en el Mar Egeo.







Repertorio

 

Sus máximas creaciones fueron Norma, Medea, Violetta en La traviata, Lucía y Tosca, seguidas por Elvira en Los puritanos, Lady en Macbeth, La Gioconda, Il trovatore, La sonnambula, Anna Bolena, Ifigenia, Madama Butterfly, Turandot, Rosina en El barbero de Sevilla y Armida. En el final de su carrera en 1964 abordó Carmen en el estudio de grabación como había hecho en 1956 con Mimí de La boheme y Manon Lescaut, papeles que nunca cantó en escena (tampoco Nedda de I pagliacci).
Ciertamente, diversas grabaciones en estudio o funciones en vivo son consideradas por críticos y el público como versiones definitivas o la mejor hasta la actualidad, o en todo caso reconocidas ampliamente como legendarias. Tal fue el caso de la Aida (en la representación en Bellas Artes, México de 1951), I Puritani (de La Scala en 1953 junto a Di Stefano), Medea (con la famosa reposición en Florencia de 1953), Tosca (particularmente la versión discográfica considerada «definitiva» de 1953), La Sonnambula (representación en La Scala de Viscoti en 1955), Lucia di Lammermoor (principalmente las de Berlín dirigidas por Karajan en 1955), Norma (siendo la Norma arquetipica, triunfó como tal durante toda su carrera. Se destaca como la más prominente la Norma junto a Del Monaco y Simionato de La Scala en 1955), Il Trovatore (en la grabación dirigida por Karajan de La Scala en 1956), Anna Bolena (en la fastuosa producción de Viscoti para La Scala en 1957), La Traviata (la función en Lisboa de 1958), entre otras. Además ciertos roles, en los que no abundó, se consideran notables como su Nabucco (en la versión de 1949), Turandot (en una famosa reposición en el Teatro Colón de 1949), su Gilda de Rigoletto (en La Scala de 1955 junto a Gobbi y Di Stefano), además de una famosa Rosina de Il barbiere di Siviglia (grabación de 1957 junto a Gobbi).
En total cantó 47 personajes (incluyendo Smaragda en O protomastoras de Kalomiris en 1943, su único papel en una ópera contemporánea).






Repertorio escénico


Ópera clásica y belcantista:
  • Vincenzo Bellini: Norma, I puritani, La sonnambula, Il pirata
  • Luigi Cherubini: Medea papel que interpretó en la película de Pier Paolo Pasolini (sin relación con la ópera)
  • Christoph Willibald Gluck: Alceste, Iphigénie en Tauride
  • Gioacchino Rossini: Il turco in Italia, El Barbero de Sevilla, Armida
  • Gaspare Spontini: La vestale
  • Giacomo Meyerbeer: Le Pardon de Ploërmel
  • Gaetano Donizetti: Lucia di Lammermoor, Anna Bolena, Poliuto

Ópera verista:
  • Giacomo Puccini: Tosca, Turandot, Madama Butterfly, Suor Angelica (1 rep. 1940)
  • Umberto Giordano: Andrea Chénier, Fedora
  • Pietro Mascagni: Cavalleria rusticana (Santuzza) (1939 y 1944)
  • Amilcare Ponchielli: La Gioconda
  • Arrigo Boito: Mefistófeles (3 rep. en 1954)
  • Giuseppe Verdi: Nabucco, Macbeth, Rigoletto, Il trovatore, La traviata, Las vísperas sicilianas, La fuerza del destino, Aida, Don Carlo, Un ballo in maschera


Ópera alemana (en italiano) y otras
  • Beethoven: Fidelio (11 representaciones en 1944 en Atenas al principio de su carrera)
  • Richard Wagner: Tristán e Isolda, Parsifal, La valquiria
  • Eugen d'Albert: Tiefland (Martha, 1944, Atenas)
  • Carl Millöcker: Der Bettelstudent (Laura) (Atenas, 1945)
  • Haydn: Orfeo ed Euridice (2 en 1951)
  • Mozart: El rapto en el serrallo (4 rep. en 1952)
  • Von Suppe: Bocaccio (debut profesional 1939, Atenas)
Véase también:
  • Registro de representaciones completo de Callas
  • Registro cronológico detallada de cada representación con Callas
  • Cuadro sinoptico con sus personajes

 

Las 15 óperas más representadas por Callas

  1. Norma — 89 funciones (1948–1965)
  2. La traviata — 63 funciones (1951–1958)
  3. Tosca — 51 funciones (1942–1965)
  4. Lucia di Lammermoor — 46 funciones (1952–1956)
  5. Aida — 33 funciones (1948–1953)
  6. Medea — 31 funciones (1953–1962)
  7. Turandot — 24 funciones (1948–1949) (+ grabación en 1957)
  8. La sonámbula — 22 funciones (1955–1957)
  9. Il trovatore — 20 funciones (1950–1956)
  10. I Puritani — 16 funciones (1949–1955)
  11. La gioconda — 13 funciones (1947–1953)
  12. Cavalleria rusticana — 13 funciones (1939–1944)
  13. Anna Bolena — 12 funciones (1957–1958)
  14. Tristan e Isolda — 12 funciones (1947–1950)
  15. Las vísperas sicilianas — 11 funciones (1951-1952)
Los restantes 32 personajes recibieron menos de 10 funciones cada uno.


Importancia y legado artístico

 

Retrato de Maria Callas pintado por el artista Oleg Karuvits en 2004.
 
 
Combinada una formidable técnica del bel canto que daba flexibilidad a su caudalosa voz, que se sumaba a un timbre personal, un gran talento dramático y una particular hermosura física, fue un músico extraordinariamente versátil. Sus estudios del bel canto con la soprano de coloratura española Elvira de Hidalgo le permitieron abordar papeles muy disímiles y resucitar la tradición del bel canto romántico italiano en la verdadera acepción del término y a través de la exhumación de óperas olvidadas como Anna Bolena, de Donizetti.
En la definición del musicólogo Kurt Pahlen, «…su canto se asemeja a una herida abierta, que sangra entregando sus fuerzas vitales… como si ella fuese la memoria del dolor del mundo…».
Con una compleja voz de soprano que abarcó tres octavas afrontó un inmenso repertorio, desde el bel canto hasta el verismo e incluso Wagner, siendo su tipología vocal muy peculiar y difícil de clasificar tanto por su facilidad para cantar notas sobreagudas (hasta el Mi6, propias de una soprano ligera) como por también interpretar roles de mezzosoprano como lo son Eboli, Carmen, Santuzza, Kundry, Delilah e incluso las arias de Rossina y Angelina, además de por su muy particular timbre de voz (que no era bello según los cánones establecidos) con un squillo y sonido metálico muy penetrante. Tenía una sorprendente capacidad de matizar, articulando entre sobreagudos brillantes y graves reforzados en voz de pecho, lo que ha llevado a algunos críticos a considerarla como Soprano sfogato, una voz capaz de alternar entre registros de soprano aguda como de contralto con gran agilidad, siendo heredera directa de María Malibrán y Giuditta Pasta, musas de Vincenzo Bellini.



Rango vocal de Callas.
 
 
El mayor don de Callas se hallaba en su innata musicalidad que le permitía internarse instintivamente en el universo personal de cada compositor sin importar los defectos vocales en los que a veces incurría. Callas supo hacer de sus defectos sus mayores virtudes. Magnética en escena, no fue sólo una gran soprano con dotes vocales inusuales, sino también una gran actriz que supo encarnar sus personajes de un modo único. Posiblemente, tanto su talento dramático como su musicalidad fueron la pauta para ser reconocida también por rescatar a diversos personajes de los excesos ornamentales y tergiversaciones vocales, como Amina (de La Sonnambula ), Lucia di Lammermoor, Norma de Bellini, incluso personajes como Violetta (de La Traviata) entre otros, al restituir tanto su esencia de teatralidad escénica como su expresividad poética en un canto más lírico del libreto, como sus hoy referenciales versiones de Norma, La Traviata, Tosca, La Sonnambula, Lucia di Lammermoor, Medea, entre otras.
Demostró la vigencia de la ópera con interpretaciones casi cinematográficas. Poseyó una intuición artística infalible, que se apoyó en un gran trabajo a menudo apoyado en directores de la talla de Luchino Visconti y Franco Zeffirelli.
Los grandes éxitos de su carrera, los que le garantizan uno de los lugares más importantes en la historia de la ópera, tuvieron lugar antes de su relación con Onassis.
Este dolor emocional, sumado a la súbita pérdida de peso, aceleró el deterioro de su voz y le acarreó múltiples críticas, además de acortar su longevidad vocal. El fenómeno Callas duró apenas algo más de una década, pero su irrupción en el mundo de la lírica dejó una marca imborrable y visionaria. Callas propulsó la revaluación del género belcantista e impulsó la interpretación del verismo desde la técnica del belcanto provocando una importante revisión desde el punto musical e interpretativo. La generación que le siguió cimentó estos valores en los nombres de sopranos como Joan Sutherland, Montserrat Caballé, Leyla Gencer, Renata Scotto, Beverly Sills, Mirella Freni y las mezzosopranos Marilyn Horne y Teresa Berganza motivando un florecimiento del género lírico desde un enfoque históricamente veraz.



 


dilluns, 29 de juny del 2015

ESPECIAL MES DE LA MÚSICA. DÓNDE NACIÓ Y CUÁNDO EL TANGO?

El tango es un género musical y una danza, característica de la región del Río de la Plata y su zona de influencia, principalmente de las ciudades de Buenos Aires (en Argentina) y Montevideo (en Uruguay). Nacido a fines del siglo XIX de la fusión cultural de las comunidades afrorioplatenses, con la cultura gauchesca, indígena, hispana, africana, italiana y la enorme diversidad étnica de la gran ola inmigratoria llegada principalmente de Europa, se convirtió en un género de naturaleza global a partir de la segunda década del siglo XX. Desde entonces se ha mantenido como uno de los géneros musicales internacionales más potentes del mundo.
El tango revolucionó el baile popular introduciendo una danza sensual con pareja abrazada que propone una profunda relación emocional de cada persona con su propio cuerpo y de los cuerpos de los bailarines entre sí. Refiriéndose a esa relación, Enrique Santos Discépolo, uno de sus máximos poetas, definió al tango como «un pensamiento triste que se baila».
Musicalmente suele tener forma binaria (tema y estribillo) o ternaria (dos partes a las que se agrega un trío). Su interpretación puede llevarse a cabo mediante una amplia variedad de formaciones instrumentales, con una preponderancia clásica de la orquesta y del sexteto de dos bandoneones, dos violines, piano y contrabajo. Sin ser excluyente, el bandoneón ocupa un lugar central.
Muchas de las letras de sus canciones están escritas en un argot local rioplatense llamado lunfardo y suelen expresar las emociones y tristezas que sienten los hombres y las mujeres de pueblo, especialmente «en las cosas del amor»,
En 2009, a petición de las ciudades de Buenos Aires y Montevideo, la Unesco lo declaró Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad (PCI).
 
 
 

Etimología

 

La palabra "tango" es una de las palabras más poderosas del idioma español, a tal punto que ha sido seleccionada para representar la letra "T" en el alfabeto radiofónico de uso global. Su etimología ha sido y sigue siendo objeto de múltiples teorías y fuertes controversias.7 Uno de los trabajos fundamentales en este aspecto, es el artículo de José Gobello "Tango, vocablo controvertido" (1976), que destaca precisamente el clima controversial que el origen de la palabra suscita. El núcleo del apasionado debate es esencialmente civilizatorio, ya que se centra en determinar el papel jugado por las culturas africanas, indígenas, latinoamericanas y europeas en la conformación de la expresión. Reflexionando sobre esta puja civilizatoria, Gobello decía en 1999:
Todavía hoy los especialistas discuten si en la elaboración del tango prevalecieron los ingredientes hispánicos o los africanos. La discusión resulta más bien ociosa, porque los ingredientes hispánicos en cuestión tenían también su cuota de sangre negra.
José Gobello
El investigador Héctor Benedetti, en su ensayo "Sobre la etimología de la palabra tango" (2001), realiza un prolijo repaso de las diversas teorías que se han formulado y la suerte corrida por cada una. Las teorías sobre el origen de la palabra "tango" se remontan a la edición del Diccionario de la Real Academia Española de 1914, en la que decía que provenía del latín tangere, afirmación eliminada en las ediciones posteriores.
En 1957, el historiador Ricardo Rodríguez Molas investigó los lenguajes de los esclavos llevados a la Argentina, principalmente pertenecientes a etnias del Congo, el golfo de Guinea y el sur de Sudán, y descubrió la existencia de la palabra "tango" para referirse a los "lugares de reunión", utilizada tanto en África, como en la América colonial. Rodríguez Molas sostuvo entonces que la palabra "tango" tiene origen africano. Otras palabras íntimamente relacionadas con el tango, como "milonga" y "canyengue", también son de origen africano.
Rodríguez Molas cita una denuncia de 1789, realizada por Manuel Warnes (entonces funcionario del cabildo de Buenos Aires), en la que se usa la palabra "tango" para referirse a las reuniones bailables de los esclavos:
No permitan semejantes bailes y juntas las del tango, porque en ellas no se trata sino del robo y de la intranquilidad para vivir los negros con libertad y sacudir el yugo de la esclavitud.
En Montevideo, para la misma época, la palabra "tango" se utilizaba con un significado similar. El musicólogo uruguayo Lauro Ayestarán citaba en su fundacional obra La música del Uruguay, la resolución del Cabildo de Montevideo del 26 de septiembre de 1807 dictada con acuerdo del gobernador Francisco Javier de Elio:
Sobre tambos, bailes de negros. Que respecto a los bailes de negros, son por todos motivos perjudiciales se prohivan absolutamente, dentro y fuera de la Ciudad, y que se imponga al que contrabenga el castigo de un mes á las obras publicas.
Resolución del Cabildo de Montevideo
de común acuerdo con el gobernador Francisco Javier Elío del 26 de septiembre de 1807
Notablemente, la citada disposición del virrey De Elío fue registrada en el índice de Actas Capitulares usando el término "tango". Es que en el virreinato del Río de la Plata, los términos «tango» y «tambo», se utilizaban como sinónimos, para referirse a los lugares en que bailaban los negros.
Precisamente a partir del uso generalizado como sinónimos de las palabras "tambo" y "tango", el investigador Oscar Escalada de la Universidad de La Plata, sostiene que el origen del término es quechua, a partir del vocablo tanpu, hispanizado por los conquistadores españoles como "tambo" y luego utilizado como sinónimo de "tango".
Fueron esos "tambos" o "tangos", ya constituidos en asociaciones por origen étnico de la comunidad afrorrioplatense desde que la esclavitud comenzó a ser abolida en 1813, de donde surgieron las academias, milongas, pirigundines y canguelas, en las que se iría formando el tango en la segunda mitad del siglo XIX.
Con un derrotero diferente, se ha destacado también que la palabra "tango" existía en Andalucía a mediados del siglo XIX, para designar un género musical, precisamente el tango flamenco o tango andaluz. El tango flamenco, a su vez, registra influencias afrocubanas -en particular la habanera, y africanas. Tanto la habanera como el tango flamenco se encuentran entre los géneros que influyeron en la aparición del tango, como género musical.
Finalmente, teniendo en cuenta el uso generalizado en el Río de la Plata desde la colonia de las expresiones "tambo-tango" y a la vez la expresión "tango andaluz", se ha sostenido una teoría de la doble entrada, que propone que la palabra "tango" se utilizó en el Río de la Plata durante los siglos XVIII y XIX para designar los sitios del baile negro, y luego volvió a entrar en la segunda mitad del siglo XIX, procedente de Cuba-Andalucía, para designar esta vez la danza y el género musical.


Historia

 

Área geográfica

 

Los investigadores discuten dónde nació el tango. En el período de gestación del tango (1860-1895) existen antecedentes en las ciudades argentinas de Buenos Aires, Avellaneda, Sarandí y Rosario, y en la ciudad uruguaya de Montevideo.
 
 
El tango se gestó y es característico de algunas ciudades con puertos fluviales de la Argentina y el Uruguay, que tienen como eje al Río de la Plata, donde se ubican las capitales de ambos países, Buenos Aires y Montevideo, pero que se extiende a otras ciudades con puertos fluviales de la región, entre las que se destaca Rosario, ciudad argentina de la Provincia de Santa Fe.
La presentación conjunta de Argentina y Uruguay ante la Unesco para el reconocimiento del tango como patrimonio inmaterial de la humanidad, reza:
El tango nació entre las clases bajas de ambas ciudades [Buenos Aires y Montevideo] como una expresión originada de la fusión de elementos de las culturas afroargentinas y afrouruguayas, auténticos criollos e inmigrantes europeos. Como resultado artístico y cultural de este proceso de hibridación, el tango es considerado hoy en día como uno de los principales signos identitarios del Río de la Plata.
Formulario de nominación del tango como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad
Existen diversos estudios que tienen como fin determinar en qué punto geográfico preciso apareció el tango. Algunas fuentes sostienen que surgió primero en Buenos Aires, otros en sus alrededores suburbanos, en Montevideo e incluso Rosario. Ciudades aledañas a Buenos Aires como Avellaneda y Sarandí, que integraban el suburbio conocido como Barracas al Sud, también registran antiguos antecedentes tangueros.
Las ciudades-puerto en los que se gestó el tango no solo eran los puntos en los que ingresaron millones de inmigrantes a la Argentina y al Uruguay entre 1850 y 1930, sino que además fueron los centros exportadores del modelo económico agroganadero-exportador que ambos países organizaron en la segunda mitad del siglo XIX.


El tango: música de fusión social

 

Se sabe que el argot del tango, el lunfardo, está plagado de expresiones italianas y africanas; que el ritmo tanguero y su clima nostálgico tiene un cercano parentesco con la habanera cubana; y que «tango, milonga, malambo y candombe», son parte de una misma familia musical de raíces africanas y también de las costumbres provenientes de los gauchos que migraron a la ciudad. Sin embargo el tango no se confunde ni deriva de ninguna danza o género musical en particular. Ernesto Sabato dijo que por sobre todas las cosas el tango es un híbrido, una expresión original y nueva que deriva de una movilización humana gigantesca y excepcional. En el mismo sentido, el músico Juan Carlos Cáceres ha hecho la siguiente descripción del origen del tango:
En el origen del tango hubo tres aportes negros decisivos: el originario del Río de la Plata, que es el candombe; el procedente de Cuba, que es la contradanza europea convertida en habanera, y la milonga, oriunda del Brasil, traída por los soldados del ejército de Urquiza, y que con el tiempo llegaría a las orillas de Buenos Aires. Los tres elementos se refundirán en el tango. Luego éste recibirá otros aportes de la inmigración, hasta transformarse en el primer fruto musical de sincretismo. Buenos Aires era el último puerto del mundo: los artistas y los marinos llegaban a ella con toda la música recogida en los puertos del trayecto. Y la larga estadía de los barcos en cada puerto daba tiempo para el contacto y el intercambio con los habitantes.
La época en que aparece el tango es la segunda mitad del siglo XIX, en el marco sociocultural de las grandes oleadas migratorias de los más variados orígenes internos y externos, que recibió entonces esa región, mayoritariamente varones, una situación que influirá profundamente en la manera de relacionarse entre hombres y mujeres. El censo de 1914 en Argentina, registra una presencia de millón más de varones que de mujeres.
Se trató de una música eminentemente popular, rechazada y prohibida por las clases altas y la Iglesia Católica, por lo que se desarrolló en los barrios pobres de los suburbios (los arrabales), los puertos, los prostíbulos, los bodegones y las cárceles, donde confluían los inmigrantes y la población local, descendientes en su mayoría de indígenas y esclavos africanos.
Allí se fueron fusionando libremente las formas musicales más diversas (candombe porteño, candombe uruguayo, payada, milonga, habanera, tango andaluz, mazurca, polca, vals, zarzuela, sainete, etc.), provenientes de los orígenes más diversos (africanos, gauchos, hispanos coloniales, indígenas, italianos, judíos, alemanes, polacos, andaluces, cubanos, etc.), hasta formar el tango. Se estima que la transición duró alrededor de cuarenta años para afianzarse como un nuevo género musical, con identidad propia, en la última década del siglo XIX.


Las etapas del tango

 

Los historiadores del tango han definido grandes etapas estilísticas en la evolución del género, sobre las que hay consensos genéricos, aunque con considerables variaciones cronológicas.
En sus orígenes los estudiosos distinguen una etapa primitiva, anónima y popular, centrada en las comunidades afrorrioplatenses y en las "orillas" (orillera) de la ciudad, de una etapa de definición del género denominada Guardia Vieja, en la que el tango adquirió identidad propia, comenzó a ser registrado por músicos profesionales y alcanzó una amplia difusión geográfica y social. La propia etapa de la Guardia Vieja suele ser subdividida en una subetapa de gestación, ubicada en las dos últimas décadas del siglo XIX y una etapa de definición estilística, ubicada en la dos primeras décadas del siglo XX.
A la Guardia Vieja le sigue la Guardia Nueva o etapa decareana, en la cual el tango alcanza madurez, refinamiento y difusión internacional. Como resultado de esta evolución, el tango alcanza su llamada Edad de Oro, con eje en la década de 1940 y parte de la siguiente.
Luego de la edad dorada del tango, las definiciones de etapas o épocas musicales se vuelven más imprecisas, hablándose de "crisis del tango", "tango de vanguardia" y "nuevo tango". En líneas generales pueden identificarse dos grandes épocas posteriores a la edad dorada: una primera etapa que puede denominarse "piazzolliana" y una segunda etapa contemporánea, que puede denominarse de "tango fusión".
Con fines puramente ordenadores y con fechas y denominaciones solo aproximativas, el Museo del Tango, que gestiona la Academia Nacional del Tango de la República Argentina, distingue las siguientes etapas y subetapas del tango:
  • Orígenes del tango (antes de 1895)
  • La Guardia Vieja (1895-1925)
    • I. La Eclosión (1895-1909)
    • II. La formalización (1910-1925)
  • La Guardia Nueva (1925-1950)
    • I. La transformación (1925-1940)
    • II. El Cuarenta: la exaltación (1940-1955)
  • La vanguardia: la modernización (1955-1970)
  • Período contemporáneo (1970-2000)
    • I. La universalización (1970-1985)
    • II. La perduración (1985-2000)
  • Período actual (2000 en adelante)

El tango afrorrioplatense antiguo

 

«Candombe federal» de Martín Boneo (Argentina, 1836). Los «tangos» -reuniones- de la comunidad negra, el candombe y el carnaval fueron el escenario en el que evolucionó el tango fusionándose durante cuatro décadas con las más diversas formas musicales y culturales, hasta tomar identidad propia a fines del siglo XIX, con la Guardia Vieja.
 
 
El tango. Óleo de Pedro Figari (Uruguay, 1861-1938). El tango empieza como danza en las academias o milongas de las comunidades negras del Río de la Plata.
 
 
Compadrito bailando tango canyengue en la calle, foto de 1907. El compadrito fue una figura clave en la creación del tango. Definido como continuador en la vida urbana del lugar del gaucho en el medio rural, fue protagonista en las academias y milongas, de la coreografía tanguera, a la que le transmitió sus propios modos de moverse y caminar.
 
 
Los organilleros italianos con sus organitos difundieron el tango y le aportaron el tono quejumbroso que luego asumió el bandoneón.
 
 
Las raíces iniciales del tango se encuentran en los «tangos» y «candombes» de los esclavos de origen africano, cuando Buenos Aires y Montevideo se encontraban bajo el dominio colonial de España. Desde la época colonial, se llamó «tangos» a las reuniones musicales de las comunidades de origen africano del Río de la Plata, instaladas de manera forzada como consecuencia del secuestro masivo de personas en África por parte de las potencias coloniales de Europa, a fin de venderlos y explotarlos como esclavos. Buenos Aires y Montevideo habían sido puertos coloniales para el «tráfico de negros» y por esa razón tenían importantes comunidades afrorrioplatenses, con sus peculiaridades locales. A partir de la guerra de independencia contra España, en la segunda década del siglo XIX, había comenzado la abolición de la esclavitud y para mediados de siglo, el proceso se hallaba prácticamente concluido. En Uruguay la esclavitud fue definitivamente abolida en 1846 y en Argentina en 1853, plazo que para Buenos Aires se extendió hasta 1860.
Hasta mediados de siglo XIX, tanto la Argentina como Uruguay, eran sociedades pastoriles, en la que el gaucho y la china predominaban en el medio rural rioplatense, en tanto que las comunidades de origen africano predominaban en el medio urbano. Fue en ese momento de liberación de las comunidades afrorrioplatenses, que comenzó también un doble proceso de urbanización y poblamiento que tendrá como focos principales de atracción a Buenos Aires y Montevideo. De este modo, los sectores populares de las aldeas de Buenos Aires y Montevideo, con una gran proporción de población «negra», «parda» y «mulata» (según las denominaciones racistas del Imperio español), vieron confluir en sus ciudades durante las siguientes décadas a millones de migrantes, mayoritariamente varones, de las más diversas etnias e idiomas: desde los gauchos, chinas e indígenas que venían del campo, de las provincias y de los países limítrofes, hasta los italianos, españoles, franceses, alemanes, polacos, británicos, rusos, judíos, armenios y árabes, que venían del otro lado del océano. Esa revolución urbana en la que confluían etnias, culturas y lenguas, y en la que «los negros» eran «los dueños de casa», llevaría al surgimiento del tango. Daniel Vidart concibe al tango como un «estuario» en el que desembocan diferentes ríos étnicos y culturales.
En ese momento y ante ese «aluvión» poblacional, las comunidades afrorrioplatenses comenzaron a crear en los barrios populares «academias», «milongas» o «canguelas», que servirían de punto de reunión, baile y diversión para esos millones de trabajadores que confluyeron en aquellas ciudades-puerto. Allí confluyeron los «compadritos», descendientes sociales de los gauchos migrados a la ciudad, las «chinas» trasladadas forzosamente luego de las «guerras contra el indio» o en busca de mejores condiciones de vida que en sus pueblos y los inmigrantes de ultramar, como los italianos que impondrían la denominación de «piringundines» a esos lugares.
La más antigua de las academias, la Academia de Pardos y Morenos de Buenos Aires, data de aproximadamente comienzos de la década de 1830. Poco a poco las academias y milongas se multiplicaron, relacionadas con la venta de bebidas, los famosos «cuartos de las chinas cuarteleras» y los prostíbulos, organizados a partir de 1870.
Fue en esos ámbitos de intimidad entre hombres y mujeres en los que se originó el tango, a partir de una forma muy peculiar de bailar: pareja enlazada estrechamente en un abrazo sensual, con los cuerpos y rostros en contacto, moviéndose cada bailarín con autonomía, pero con el hombre «marcando» y avanzando sobre la mujer, y la mujer «respondiendo» a la marcación varonil.
El abrazo coreográfico fue el primer paso hacia la creación del tango. Tomado del vals -que en la primera mitad del siglo XIX se puso de moda a la vez que escandalizó a las clases altas inglesas por la indecencia de las parejas abrazadas- y de la mazurca, el abrazo tanguero puso en contacto aún más estrecho a los cuerpos y los rostros de los bailarines. Así abrazados, los tipo sociales populares que crearon el tango, referidos con denominaciones como «las negras», «las pardas», «las chinas», los «compadritos», el «tano» acriollado, le irían agregando al baile los otros elementos coreográficos que caracterizarían al tango canyengue, esencialmente el corte y la quebrada. El resultado fue una danza sensual que revolucionaría la manera de bailar en todo el mundo.
Gobello señala que la danza con esas características se fue conformando luego de la derrota de Juan Manuel de Rosas en Argentina en 1852, cuando fueron prohibidas las marchas de candombe por las calles de la ciudad. Recluidas entonces en sus «tangos», las comunidades afroargentinas comenzaron a simbolizar los cortes o detenciones que realizaban en las marchas y los quiebres corporales que caracterizan al candombe, pero esta vez enlazados en pareja. En Buenos Aires está documentada en 1862 la detención de cuatro varones y dos mujeres de un conventillo por estar «bailando y tirando cortes».
En las décadas siguientes esa danza iría buscando una música y un ritmo que la sostuviera, hasta llegar sobre fin de siglo a un género original perfectamente adaptado al nuevo baile, tomando ambos el nombre de «tango». Por eso los estudiosos suelen decir que el tango empezó como danza y que «después se hizo camino para el canto».
En las academias o milongas, las mujeres de pueblo, las «negras», «mulatas», «pardas» y «chinas», jugaron un importante papel en el origen del tango, sobre todo como anfitrionas, coreógrafas y bailarinas. Los historiadores Héctor y Luis Bates han destacado que la mujer creadora del tango como danza, no obedecía al rol pasivo tradicional, sino que «eran mujeres con cuchillo a la liga del que sabían hacer buen uso». A ellas se sumaron los «compadritos», tipo popular urbano definido como «el gaucho desmontado» y los músicos, que mayoritariamente pertenecían a las comunidades negras.
En Buenos Aires, cerca de 1854 apareció la Academia de la Parda Cármen Gómez. También se recuerdan los nombres -muchas veces en las letras de los tangos-, de bailarinas como la Morena Agustina, Clotilde Lemos, las pardas Refucilo, Flora, Adelina, la Negra Rosa, María la Vasca, la mulata María Celeste, la Ñata Aurora, la Ñata Rosaura, La Voladora, entre muchas otras. Entre los varones que crearon el tango se recuerdan bailarines como los negros Cotongo y Benguela y el pianista Alejandro Vilela, conocido como el Pardo Alejandro. En Montevideo se ha rescatado los nombres de la Parda Deolinda, el bailarín Pintín Castellanos, la Morena Sixta y el Negro Hilario, cantor, guitarrista y payador.
Entre aquellos bailarines y músicos de las academias comenzarían a destacarse los primerísimos compositores de tangos. Allí aparecería hacía comienzos de la década de 1870 el violinista y bailarín santiagueño Casimiro Alcorta, conocido como el Negro Casimiro (1840-1913), liberto del músico Amancio Alcorta, uno de los primeros compositores de música clásica del país. Casimiro formó el primer conjunto de tango conocido, con el clarinetista Mulato Sinforoso, a los cuales se les agregaría algún guitarrista para marcar correctamente los compases y el ritmo del tango. Actuaron desde principios de la década de 1870 hasta principios de la década de 1890. Se cree que este dúo fue autor y ejecutor de muchos de los primeros tangos que hoy figuran como anónimos, ya que en esa época no se solían firmar las obras. En la década siguiente, Casimiro compondrá «Concha sucia», tango iniciático por excelencia del género. Formó además una célebre pareja de baile con su compañera, la Paulina. José Gobello lo ha considerado como el padre del tango.
En Buenos Aires los principales barrios de gestación del tango fueron San Telmo, Balvanera, Monserrat, La Boca -la leyenda atribuye a la esquina de Suárez y Necochea ser el lugar de nacimiento del tango-, Barracas, San Cristóbal y Palermo. En Montevideo el tango se instaló en la desaparecida calle Yerbal, en el barrio sur de la Ciudad Vieja y el barrio de Goes.
Fuera del circuito de las academias afrorioplatenses, en 1857, el músico español Santiago Ramos expresa el decisivo aporte andaluz -que a su vez reconoce raíces afrocubanas y africanas-, al componer uno de los primeros temas de aire tanguero que se conozca, «Tomá mate, che», un proto-tango con letra rioplatense y arreglos musicales de estilo andaluz. El tema formaba parte de la obra El gaucho de Buenos Aires, estrenada en el Teatro de la Victoria. De aquellos primerísimos momentos viene también el proto-tango «Bartolo tenía una flauta» o simplemente «Bartolo», derivado de una clásica melodía andaluza del siglo XV y el candombe tangueado montevideano «El chicoba».
En 1874 se ha documentado el primer tango andaluz compuesto en Argentina que alcanzó difusión popular masiva. Se trata de «El queco» (argot para «prostíbulo»), de la pianista andaluza Eloísa de Silva, consagrada como la primera compositora de tangos y que compondría más de cien canciones hasta su muerte en 1943, entre ellas varios tangos. La canción, de abierto estilo andaluz, se refiere en su letra a las «chinas» (las mujeres argentinas de origen indígena o africano) que trabajaban de prostitutas en los burdeles.


Lo de Hansen, foto cerca de 1895. Uno de los lugares históricos relacionados con los orígenes del tango. Se encontraba en Palermo, frente al lugar en el que hoy se encuentra el Planetario.
 
 
En 1876 se hizo muy popular un candombe denominado «tango» con el título de «El merenguengué», que se convirtió en éxito en los carnavales de Buenos Aires que se celebraron en febrero de ese año, organizados por la población negra. En 1877 se inauguró el restaurant Lo de Hansen, en Palermo, el primero de una serie de restaurantes, cabarés y cervecerías en los que se bailaba tango y al que también asistían jóvenes de las clases altas.
Para fines de la década de 1870, el tango (danza y música) había comenzado a tomar forma. En un inicio había sido muy similar a la habanera cubana y a los tangos andaluces, sin adquirir aún una personalidad definida. El canto era un aspecto postergado y los cantores interpretaban también estilos nacionales, zambas y chacareras. Cuando se cantaba, se cantaba como tango milongueado, de acento rural-suburbano y con predominio de versos picarescos, que escandalizaban a la alta sociedad rioplatense.


Audio de proto-tangos
«Bartolo» por Diego Munilla (1905).
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Uno de los proto-tangos más antiguos. Apareció en la década de 1870. Esta es una de las grabaciones de tango más antiguas. Su título y su letra tiene connotaciones pornográficas relacionadas con la flauta de Bartolo.

«Cara sucia», canta Lola Membrives acompañada por la Orquesta de Canaro (1919)
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Otro de los antiguos proto-tangos. Creado por el compositor afroargentino Casimiro Alcorta en 1884. También tiene connotaciones pornográficas, al punto que su título original era «Concha sucia», siendo luego cambiado por «Cara sucia».


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La década de 1880 muestra una fuerte evolución del tango, que algunos autores consideran como señal de iniciación de la llamada Guardia Vieja, la etapa de gestación del tango, aunque otros prefieren esperar una mayor evolución del género y la aparición de las primeras partituras. En esta década el tango y la milonga se confunden entre sí, y ambas han comenzado a imponer su predominio sobre la habanera. Son años en que los tangos comienzan a multiplicarse: «Señora casera» (anónimo, 1880), «Andate a la Recoleta» (anónimo, 1880), «El porteñito» (Gabriel Diez, 1880), «Tango n.º 1» (José Machado, 1883), «Dame la lata» (Juan Pérez, 1883), «Qué polvo con tanto viento» (Pedro M. Quijano, 1890).
En 1884 Casimiro Alcorta compuso el más antiguo tango célebre, «Concha sucia», de letra abiertamente pornográfica y prostibularia. Tres décadas después Francisco Canaro le cambiaría la letra y el título por «Cara sucia», convirtiéndolo definitivamente en el tango inaugural. Casimiro también compuso «La yapa», tango que luego fuera grabado y «Entrada prohibida», luego firmada por los hermanos Teisseire. Por la misma época el payador Gabino Ezeiza introduce el contrapunto milongueado, vinculando la milonga con el candombe.
En esta época, el conjunto tanguero más habitual era guitarra, violín y flauta. En los años siguientes la flauta irá desapareciendo, al tiempo que se integrarían el piano y luego el bandoneón, que darían forma a la llamada «orquesta típica de tango». En esos años también se destacó el organito, reproductor portátil que jugó un papel de gran importancia en la difusión inicial del tango.
El tango fue muy resistido por las clases altas y la Iglesia Católica. Como argumento para ese rechazo buscaron asociar, sin ninguna mediación, al tango con el prostíbulo, llamándola «música prostibularia». Escritores vinculados a la clase alta, como Jorge Luis Borges, Ezequiel Martínez Estrada, y Julio Mafud, difundirán una visión despectiva del tango, pecaminosa, violenta y propia del bajo mundo criminal. El poeta Leopoldo Lugones sintetizaría esa mirada llamando al tango «reptil de lupanar».
Pero los estudiosos han cuestionado esa visión, por simplificadora y prejuiciosa. Es cierto que muchos de los tangos iniciales tienen títulos procaces y pornográficos (ver Anexo:Antiguos títulos procaces en el tango), que se interpretaban en los ambientes nocturnos de las márgenes populares de las ciudades-puerto de Buenos Aires y Montevideo, en pleno aluvión inmigratorio, y que las relaciones sexuales ocasionales y los prostíbulos eran un componente de la noche rioplatense. Pero reducir la vida nocturna a las relaciones sexuales y el tango al prostíbulo, es una simplificación basada en el prejuicio y el desconocimiento de la vida popular. Los centros nocturnos eran también lugares de diversión, de esparcimiento, de sociabilidad y de cultura popular, en especial de baile y música. Pero además, el tango originario no limitaba su ejecución a los centros nocturnos, y durante el día los barrios eran recorridos por organilleros, generalmente inmigrantes italianos, que difundían masivamente el nuevo género, a la vez que leían la suerte. Daniel Vidart ha cuestionado severamente a esos escritores ligados a las clases altas atrincherados en sus bibliotecas y acuciados por interpretar un mundo al que no pertenecían:
Un estigma infamante cayó sobre el tango desde su origen: si era la danza de los humildes debía cargar con los siete pecados capitales que el patriciado del centro endosó ayer y endosará siempre a los pobres de los suburbios, eternos chivos emisarios de las culpas propias y ajenas... Todavía soportamos el reiterado equívoco de los artistócratas, plutócratas y burócratas urbanos que confunden lo humilde con lo sucio, lo popular con lo bajo, lo proletario con lo indecente. Esta antojadiza mitomanía del tango que ha acometido a los escritores criollos desde hace tres décadas está marcada por un innegable signo clasista. Ya es tiempo de devolverle el tango a quien lo inventó, lo bailó, lo cantó, lo silbó, lo sintió de veras. Hablo sencillamente del pueblo, del propio pueblo rioplatense.
  Daniel Vidart (El tango y su mundo, 1967)


 

 La Edad de Oro

Aníbal Troilo, Francisco Canaro, José Razzano, Enrique Santos Discépolo y Osvaldo Fresedo en 1944
 
 
El bandoneonista Aníbal Troilo (Pichuco) (1914-1975) y su orquesta fueron la máxima expresión popular de la edad de oro del tango.
 
 
Baile de tango en un club de Buenos Aires, durante los carnavales de 1950.
 
 
Tita Merello, actriz y cantante de enorme popularidad en toda América Latina, una de las presencias femeninas más fuertes de la historia del tango, célebre por su versión de "Se dice de mí".
 
 
La larga década del cuarenta está considerada como la edad de oro del tango, momento de culminación de la Guardia Nueva, por la suma de masividad y calidad. El cantante Alberto Castillo tendría un espectáculo al que llamó Cuarenteando, refiriéndose a esta época dorada, cuya declinación coincidirá con el ascenso del folklore y del rock.
La Edad de Oro del tango coincide con la formación del peronismo en Argentina y su llegada al poder a partir de 1943, hasta su derrocamiento en 1955. El peronismo se definió a sí mismo como un "movimiento nacional y popular", estrechamente ligado a la "clase obrera" y los sindicatos, y varias de las máximas figuras del tango fueron abiertamente peronistas: Homero Manzi, Discépolo, Hugo del Carril (autor de la Marcha Peronista), Aníbal Troilo, Francisco Canaro, Nelly Omar, Héctor Mauré.
Los años '40 fueron el tiempo de las grandes orquestas, de los bailes populares masivos de tango con orquestas en vivo y de la difusión masiva por medio de la radio, del disco y del cine. El tango era la música y el baile de toda esa generación. Se oía tango en decenas de cafés y cabarets y se bailaba en confiterías, clubes, sindicatos, salones y carnavales. Entre los cafés de Buenos Aires estaban El Nacional, el Marzotto, el Ebro Bar, el Germinal, el Tango Bar, el Benigno, el Argentino, el Buen Orden y las confiterías Richmond y el Olmo en las que no se bailaba. Entre las confiterías estaban la Sans Souci, Le Toucan, Tabú, El Cairo, Picadilly. Los cabarets fueron reductos muy importantes del tango, como el Chantecler, el Marabú, el Tibidado, y el Tabaris. Los principales salones de baile eran el Palermo Palace en el Parque Japonés, el Monumental de Flores, el Salón Lavalle en el Luna Park, Centro Region Leonesa y el Unione e Benevolenza. Los grandes clubes de fútbol organizaban los bailes de fin de semana y los masivos bailes de carnaval. En cada uno de esos lugares actuaban las orquestas de tango en vivo y el centro de toda esa actividad tanguera era la avenida Corrientes.
Músicos que provenían de la Guardia Vieja, así como los músicos que definieron la Guardia Nueva encontraron en la década del cuarenta el momento de "la exaltación", como dice la Academia Nacional del Tango de la Argentina.
Entre todos los músicos fue Aníbal Troilo (Pichuco), con su bandoneón y su orquesta, el máximo exponente de la década dorada. Se ha discutido mucho qué hizo de Troilo la figura central de la época de esplendor y masividad del tango, en medio de miles de otros músicos. Piazzolla, quien lo conoció profundamente, lo definía como "un monstruo de la intuición", un músico con una sensibilidad capaz de sintetizar "la esencia más depurada, y a la vez más rica, del tango".
Finalmente, entre las grandes orquestas del cuarenta está la de Francini-Pontier, violinista aquel y bandoneonista éste, que lograron una "comunión mágica" para crear un estilo bien milonguero, recurriendo a los arreglos de Argentino Galván y las voces de Berón, Rufino, Alberto Podestá y un joven Julio Sosa recién llegado a la Argentina. Entre sus éxitos se encuentra "Nunca tuvo novio" cantado por Rufino y "El ciruja", por Sosa.
Entre los compositores de las décadas del 40 y del 50 brilló también Mariano Mores con tangos como "Cuartito azul", "Uno", "Adiós Pampa mía", "Taquito militar", "Tanguera", "Gricel", "En esta tarde gris", "Cafetín de Buenos Aires", "Adiós", "El firulete", "Cristal" y "Frente al mar", entre muchas otros.
Entre los letristas de la edad de oro alcanzaron especial relieve Enrique Santos Discépolo, Homero Manzi, Enrique Cadícamo y Cátulo Castillo. Discepolín, con sus letras cargadas de pesimismo y sufrimiento emocional, Manzi y Castillo con el tono elegíaco y las metáforas que se hicieron carne en la cultura popular, y Cadícamo con las resonancias del modernistas de la influencia del gran poeta nicaragüense Rubén Darío.

Tinta roja (Cátulo Castillo, 1941)

Paredón,
tinta roja en el gris del ayer;
tu emoción de ladrillo, feliz
sobre mi callejón,
con un borrón
pintó la esquina
y al botón
que en el ancho de la noche
puso al filo de la ronda
como un broche...
Y aquel buzón carmín
y aquel fondín,
donde lloraba el tano
su rubio amor lejano
que mojaba con bon vin...

Los mareados (Enrique Cadícamo, 1942)

Esta noche, amiga mía,
el alcohol nos ha embriagado...
¡Qué me importa que se rían
y nos llamen los mareados!
Cada cual tiene sus penas
y nosotros las tenemos...
Esta noche beberemos
porque ya no volveremos
a vernos más...
Uno (Enrique Santos Discépolo, 1943)

Uno, busca lleno de esperanzas
el camino que los sueños
prometieron a sus ansias...
Sabe que la lucha es cruel
y es mucha, pero lucha y se desangra
por la fe que lo empecina...
Uno va arrastrándose entre espinas
y en su afán de dar su amor,
sufre y se destroza hasta entender
que uno se ha quedao sin corazón...
Precio de castigo que uno entrega
por un beso que no llega
o un amor que lo engañó...
¡Vacío ya de amar y de llorar
tanta traición!

Sur (Homero Manzi, 1948)

San Juan y Boedo antiguo y todo el cielo,
Pompeya y, más allá, la inundación,
tu melena de novia en el recuerdo,
y tu nombre flotando en el adiós...
La esquina del herrero, barro y pampa,
tu casa, tu vereda y el zanjón
y un perfume de yuyos y de alfalfa
que me llena de nuevo el corazón.
En el cine relacionado con el tango se destacaron películas como La historia del tango, con una actuación consagratoria de la cantante Virginia Luque.
En 1950 el tango resultó postergado en las ventas, por primera vez, por una canción popular proveniente del folklore, "El rancho 'e la Cambicha", cantada por Antonio Tormo, el "cantante de los cabecitas negras". Se iniciaba el boom del folklore, impulsada ya desde hacía dos décadas por una nueva ola migratoria hacia Buenos Aires, esta vez proveniente de los provincias del interior y de los países fronterizos. En 1955, un cantante blanco de Estados Unidos llamado Elvis Presley, comienza a cantar música negra conocida como "rock and roll". Nuevos sectores sociales y nuevas generaciones comenzaban a modificar el panorama social y artístico que llevaron al tango a su apogeo. Para la segunda mitad de la década de 1950, "el esplendor del tango empezaba a palidecer. Los locales habían reducido sus presupuestos y los conjuntos a disminuir sus componentes".
Coincidentemente, también en 1955, el peronismo fue derrocado por un golpe de estado. Muchos tangueros peronistas, como Hugo del Carril, Nelly Omar, Héctor Mauré, Anita Palmero, Chola Luna, entre otros, fueron perseguidos por sus ideas y prácticamente nunca más volvieron a trabajar.

 

El tango de vanguardia

 

El dúo Ástor Piazzolla-Horacio Ferrer, decisivos en la renovación del tango en los años 1960.
 
 
En las décadas de 1950 y 1960 el tango se vio desplazado del lugar central que tenía en la música y el baile popular y juvenil en las décadas anteriores. En parte porque a partir de la dictadura autodenominada Revolución Libertadora, el Estado abandonó toda política cultural de protección a las expresiones artísticas populares y en parte porque surgieron nuevas corrientes musicales. Para el tango fue "la década fatídica", en la expresión del cantor Enrique Dumas:
Nací en el tango en momentos de marea baja, cuando se acercaba la fatídica década del '60. Hubo que crear siempre algo nuevo para ser tomado en cuenta por un público que había renegado masivamente del tango, y lo había cambiado por otros ritmos que le marcaban las empresas grabadoras que defendían intereses no nacionales.
Héctor Dumas
De un lado, la música folklórica con el boom del folklore en la década de 1950 y la renovación del folklore en las décadas de 1960 y 1970, se instaló como uno de los principales género populares de raíz nacional.
De otro lado, en estas dos décadas el tango sufrió también la confrontación generacional y contracultural que llevaron adelante los movimientos juveniles en todo el mundo, con expresiones como el verano del amor de 1967 y el movimiento hippie en EE. UU., el Mayo francés de 1968, que tuvieron en el rock and roll y en la revolución sexual, dos de sus códigos de referencia común. En la Argentina, esto se manifestó como una confrontación de contenido generacional entre tango y rock: el tango era la música de «los viejos»; el rock and roll era la música de los jóvenes.
Con el auge del mercado discográfico internacional y la aparición de los amplificadores de sonido, el baile popular y juvenil se desplazó hacia boites, discotecas, bailantas y recitales masivos, en los que predominaron géneros diferentes del tango, como el bolero, la balada romántica, la cumbia, el cuarteto, el rock internacional y nacional.
En esas condiciones el tango evolucionó hacia formas musicales que dieron prioridad al tango oído, sobre el tango bailado de masas. Ya desde los años '50 venían apareciendo corrientes tangueras renovadoras, como Mariano Mores y Horacio Salgán, que experimentaban con nuevas sonoridades y temáticas. Pero el renovador indiscutido fue el marplatense Ástor Piazzolla, corazón de lo que se llamó "tango de vanguardia".
Ástor Piazzolla alternaba entre las tardes de música clásica en el Teatro Colón y su pasión por Ígor Stravinski y Béla Bartók, con las noches de tango, y su desempeño como bandoneonista y arreglador musical de la orquesta de Aníbal Troilo (1914-1975). Fusionando creativamente las influencias más diversas, Piazzolla introdujo en el tango armonías disonantes y bases rítmicas intensas y nerviosas que produjeron una transformación radical del género. En 1955 compuso "Adiós Nonino", un tema que rompía todas las estructuras de la canción de tango que venían de la Guardia Vieja y la Guardia Nueva, creando un nuevo sonido urbano asociado al mundo de postguerra, marcado por el horror de la bomba atómica y el reinado de la televisión. En los años siguientes Piazzolla iría renovando más y más su sonido, tanto en la forma de interpretación como en la composición, con temas como "Lo que vendrá", "La muerte del ángel", "Buenos Aires Hora 0", "Fuga y misterio" "Decarísimo" y "Milonga del ángel".
La música de Piazzolla produjo una apasionada controversia entre tradicionalistas y renovadores, sobre si «eso» era o no tango. El punto culminante de esa controversia fue el Festival de la Canción de Buenos Aires realizada en el Luna Park en 1969, en el que Ástor Piazzolla y el uruguayo Horacio Ferrer presentaron el tango "Balada para un loco", interpretado por Amelita Baltar en la sección correspondiente al tango. La canción produjo un escándalo descomunal que llevó a los organizadores a cambiar las reglas para evitar que "Balada para un loco" ganara el festival. Pese a ello, el nuevo tango-canción, ganó la adhesión popular, especialmente entre los jóvenes y se volvió un éxito de ventas como hacía años que el tango no tenía.
El dúo Piazzola-Ferrer realizó otras obras de amplia difusión popular como el valsecito tanguero "Chiquilín de Bachín" (1968) o la «operita-tango» María de Buenos Aires (1967), la primera gran obra conceptual de la historia del tango.
En este período se produjeron también los brillantes encuentros del guitarrista Roberto Grela con los bandoneonista Anibal Troilo, primero, y Leopoldo Federico, después, alcanzaron su plenitud los cantantes Julio Sosa y Roberto Goyeneche, el dúo Salgán-De Lío y el Quinteto Real, y se fundó el Cuarteto Cedrón, liderado por el Tata Cedrón, que irrumpió en 1964 con un álbum innovador titulado Madrugada.
El tango comenzaba a superar el shock de haber dejado de ser el género popular juvenil por excelencia durante varias décadas y comenzaba a modernizarse para configurarse como un género capaz de ir más allá de la dinámica del negocio discográfico y aprovechar la potencialidad de un sonido de enorme originalidad y expresividad emocional.



Período contemporáneo

Universalización
  A partir de la década de 1970, bajo la influencia abrumadora del sonido de Piazzolla, el tango se afianzó como un género universal, más allá de los vaivenes del mercado discográfico. También el rock "nacional" argentino se vio influido por Piazzolla. El propio Piazzolla revolucionó la instrumentación tanguera con su octeto electrónico y desarrolló una obra monumental que ganó el mundo y lo transformó en uno de los grandes compositores del siglo XX, con creaciones como Música contemporánea de la ciudad de Buenos Aires, Las Cuatro Estaciones Porteñas, Libertango, Suite Troileana, la Reunión Cumbre con Gerry Mulligan, Le Grand Tango, Concierto para Bandoneón y Guitarra: Homenaje a Lieja, Concierto para Bandoneón, Tres Tangos para Bandoneón y Orquesta, El exilio de Gardel, Five Tango Sensations, notables colaboraciones con Georges Moustaki, Milva, Jairo, entre otros, y bandas musicales para cerca de 40 películas.
En esas dos décadas de renovación surgieron también otros autores e intérpretes de gran importancia como Eladia Blázquez ("Con el corazón al sur", "Si Buenos Aires no fuera así", "Sueño de barrilete", etc.), Chico Novarro ("Cordón", "El balance", "Cantata a Buenos Aires"), Cacho Castaña ("Café La Humedad"), el Sexteto Tango, el Sexteto Mayor, el octeto coral Buenos Aires 8, con un álbum excepcional en 1970, Buenos Aires Hora 0, las nuevas sonoridades introducidas por Osvaldo Berlingieri (1928) desde el piano y su asociación con Ernesto Baffa (Baffa-Berlingeri), la voz juvenil y romántica de Susana Rinaldi, la madurez compositiva de Leopoldo Federico, el revolucionario álbum Concepto (1972) de Atilio Stampone, Rodolfo Mederos ―a quien se consideraba como «la cabeza visible de una nueva música porteña en los años 1970»―, etc.
También debe mencionarse aquí al último Goyeneche de la «garganta de arena» ―según el cantautor Cacho Castaña― que desarrolló el arte de «decir» el tango, cuando paradójicamente alcanzó el pico más alto de la devoción popular.
El declive del tango como género musical masivo y bailable causó un elevado interés por parte de muchos intelectuales argentinos. A partir de la escritura de varias interpretaciones historiográficas del tango una gran parte del campo intelectual ejercía una crítica social y política del país. La fuerte tendencia de peronización del campo intelectual se podía ver materializada en el nuevo interés que despertaba la historiografía del tango
Luego de dos décadas de declive y reacomodos, la década de 1980 marcaría la reinserción del tango en el marco de la música internacional, aunque ya no como parte de la música pop impulsada por el gran negocio discográfico global, sino como un género de fuerte identidad musical. A fines de 1981 se abrió en París la tanguería Trottoirs de Buenos Aires, en donde jugó un papel decisivo el Sexteto Mayor, así como Julio Cortazar, Edgardo Cantón -uno de los dueños del boliche- y el Tata Cedrón, que lanzaron un álbum con el mismo nombre.



Baile

 

Archivo:Demonstratie van de tango 1930.ogvReproducir contenido multimedia
Tango en una película de 1930

 

 

Evolución

 

En todo el mundo, «bailar un tango» es sinónimo de seducción. El tango es un arte complejo construido desde la danza.
 
 
Hay una coincidencia general entre los estudiosos en señalar que el tango nació primero como estilo de danza y luego como género musical. Es la danza del tango la que fue impulsando desde mediados del siglo XIX, una progresiva transformación musical que se correspondiera con el baile, llegando a la creación del tango, como género musical, en la última década del siglo XIX.
El tango como danza comienza a surgir a mediados de siglo en lo que se llamó las orillas o arrabal de ciudades como Buenos Aires y Montevideo, es decir las zonas marginales habitadas por los sectores populares. En esos arrabales fue en el seno de las comunidades afrorrioplatenses, en proceso final de liberación de la esclavitud, donde se instalaron los lugares de baile y entretenimiento popular, llamadas "academias", "milongas", "piringundines" o "canguelas" en los que se inventaría el tango. Los protagonistas fueron las propias comunidades afrorrioplatenses con sus tipos sociales llamados "negros", "negras", "pardos" y "pardas", y las poblaciones rurales mestizadas en proceso de migración hacia las ciudades llamados "chinas" y "compadritos", éste último protagonista destacado del origen del tango como baile. Adicionalmente, las academias y milongas recibieron también la presencia creciente de la ola de inmigrantes provenientes de los más diversos países de Europa y el Medio Oriente, mayoritariamente italianos.
José Gobello explica que luego de la caída de Juan Manuel de Rosas en 1852, en Buenos Aires, las comunidades afroporteñas no pudieron continuar marchando con sus candombes por la calle y se vieron obligadas a realizarlo en sitios cerrados. Es en esas condiciones que el baile se transforma, fusionando los cortes y quebradas característicos del candombe, con la pareja enlazada del vals y la mazurca. El vals se había puesto de moda en Europa con la novedad de la pareja bailando abrazada, en las primeras décadas del siglo XIX, desatando fuertes cuestionamientos en los sectores conservadores por su supuesta indecencia e inmoralidad, sobre todo en Inglaterra. La mazurca, también de pareja enlazada, era la danza de moda en 1850. La fusión de estilos dio lugar a valses y mazurcas bailados con corte y quebrada, sentando las bases coreográficas del tango: pareja enlazada estrechamente, caminata, corte y quebrada.
Esas características ya estaban definidas en la década de 1860. En Buenos Aires hay registros de la detención de cuatro varones y dos mujeres por bailar con corte en 1862.
En las tres décadas siguientes ese tipo de baile fue utilizado en el Río de la Plata para bailar diversos estilos: mazurcas, polcas, chotis, habaneras, tangos andaluces y milongas, en la búsqueda de un estilo que se adaptara a su cadencia. En esa época se llamaba "tango" a todo lo que bailaban "los negros". En ese proceso se fue generando un género musical nuevo, perfectamente adaptado a ese peculiar y sensual estilo de baile. Finalmente ese género nuevo apareció en los últimos años del siglo XIX y fue bautizado con el mismo nombre que la danza: "tango".
Ese modo inicial de bailar el tango se conoce como "tango canyengue", tango orillero o tango arrabalero. El tango canyengue adquirió el perfil de un estilo definido, fuertemente marcado por el corte y la quebrada, con un abrazo muy estrecho y los cuerpos en contacto. Se trata de un estilo provocativo y muy sensual.
Pero a medida que el tango fue saliendo de las academias, milongas y piringundines de la noche arrabalera, para comenzar a ser bailado en salones y ámbitos públicos o familiares, apareció un nuevo estilo de bailarlo, que buscó moderar sus aspectos más provocativos, separando los cuerpos pero sin perder el abrazo y atenuando, o incluso eliminando, los cortes y quebradas, al menos sus figuras más sensuales. Este estilo, desarrollado sobre todo a partir de la segunda década del siglo XX, recibió el nombre de tango de salón o tango liso. El tango de salón o tango liso se apoyó sobre todo en la caminata tanguera. Fue básicamente el estilo que se bailó popularmente entre las décadas de 1920 y 1950.
En los salones estaba prohibido bailar con corte, si lo hacíamos alguien se acercaba y nos decía: "Pase por boletería" y allí nos recomendaban o nos echaban. Nos llamaban compadritos.
Petróleo (Carlos Estévez)
Casi simultáneamente al tango de salón practicado como esparcimiento popular, apareció un tango bailado por profesionales orientado al espectáculo, que recibió el nombre de tango escenario. El tango escenario utiliza coreografías más audaces y libres, muchas veces tomadas de otras danzas o disciplinas físicas, como los saltos y figuras con los bailarines sueltos, que ni el tango de salón ni el tango canyengue aceptan.
El tango dejó casi de bailarse a partir de los años sesenta en Buenos Aires. Pervivieron algunas milongas. Sin embargo, en los años ochenta recibió un nuevo impulso gracias al éxito del espectáculo Tango argentino de Claudio Segovia y Héctor Orezzoli, primero en París y luego en Broadway, generando una tangomanía en todo el globo. Florecieron academias de tango por doquier y gente de todo el mundo comenzó a peregrinar en busca de lugares para bailarlo, especialmente Buenos Aires, promovida turísticamente como la Capital del Tango.
Desde 2003 se realiza anualmente en Buenos Aires el Campeonato Mundial de Baile de Tango, con competencias en dos categorías, «tango escenario» y «tango de salón», o «de pista».
Entre los bailarines y las bailarinas de tango profesionales destacados en la historia se encuentran Pedrín de San Telmo, El Cachafaz (Benito Bianquet), Casmiro "El Vazco" Aín -que bailó ante el Papa católico en 1924-, el Negro Navarro, la Parda Haydé, la Parda Ester, Petróleo (Carlos Estévez), Jorge "El Vasco" Orradre, Cacho Lavandina, Antonio Todaro, Virulazo (Jorge Orcaizaguirre), Los Dinzel, Juan Carlos Copes y María Nieves.


La coreografía tanguera

 

El baile tanguero está construido sobre cuatro componentes básicos: el abrazo estrecho, la caminata, el corte y la quebrada, entendidos estos dos últimos términos clásicos como el eje de la improvisación y las figuras coreográficas que adornan la danza y que son conocidas bajo el nombre genérico de "firulete". Pero por sobre todas las cosas el tango debe ser bailado como un lenguaje corporal a través del cual se transmiten emociones personales a la pareja.
Se dice que el tango se baila «escuchando el cuerpo del otro». En el tango la pareja debe realizar figuras, pausas y movimientos improvisados, llamados «cortes, quebradas y firuletes», diferentes para cada uno de ellos, sin soltarse. Es el abrazo lo que hace complicado combinar en una sola coreografía las improvisaciones de ambos.
Uno de los estilos del tango, el tango argentino, realiza el milagro de insertar la figura en el enlace... Este es el secreto de su éxito; esta es la principal innovación que ofrece al mundo.
La escritora argentina Alicia Dujovne Ortiz la ha descrito así: «Un monstruo de dos cabezas, una bestia de cuatro patas, lánguida o vivaz, que vive lo que dura una canción y muere asesinada por el último compás».
La coreografía, diseñada a partir del abrazo de la pareja, es sumamente sensual y compleja. La complejidad de los pasos no hace a la expresión o a lo que se quiere trasmitir durante el baile. Se trata de expresar un sentimiento pleno de sensualidad y no de sexualidad, donde lo primordial no son sólo los pasos o las figuras que hacen los bailarines con los pies. De nada vale una técnica perfecta, o una sincronización perfecta, cuando la expresión facial de los bailarines no trasmiten sentimientos. Todo en la danza del tango está unido, las miradas, los brazos, las manos, cada movimiento del cuerpo acompañando la cadencia del tango y acompañando lo que ellos están viviendo: un romance de tres minutos, entre dos personas que a lo mejor recién se conocen y que probablemente no tengan una relación amorosa en la vida real.
El tango trasciende y llega al corazón de los que contemplan a los bailarines, gracias a los sentimientos que ellos ponen en el baile y obviamente a la calidad de sus coreografías. Cada estrofa musical, cada pasaje, cada tango tiene distintos momentos, no se puede bailar un tango completo siguiendo un patrón de conducta idéntico para toda la melodía. Hay cadencias tristes, alegres, sensuales o eufóricas, finales silenciosos o grandiosos, música in-crescendo o música in-diminuendo, solo expresa sentimientos y estos son los que los bailarines transportan a sus pies y a su cuerpo todo.


Pasos

 

 
 
 
El paso básico tanguero.
  • Baldosa.
  • Barrida.
  • Boleo
  • Cadena invertida.
  • Caída.
  • Cadencia (Vaivén).
  • Calesita.
  • Cambios de dirección.
  • Cambio de lado.
  • Cambio de frente.
  • Caminata sincopada.
  • Castigada.
  • Contramolinete
  • Contratiempos básicos con ochos.
  • Cunita y sacada.
  • Colgada
  • Doble molinete.
  • Doble contramolinete.
  • Doble ocho.
  • Enrosque.
  • Firulete.
  • Ganchos (desde fuera, desde dentro, en ocho atrás o adelante)
  • Ganchos contínuos sobre el mismo pie
  • Gancho mutuo
  • Gancho y caminata sincopada.
  • Ganchos con respuesta.
  • Giro con barrida y boleo.
  • Giro con quebrada o gancho.
  • Giro con sacada y parada.
  • Giro con sacada, aguja y ocho cortado.
  • Giro con traspié y boleo.
  • Giro de izquierda con barrida y boleo.
  • Giro de izquierda y derecha.
  • Giro en ochos.
  • Giro simple.
  • Giro y salida a la izquierda.
  • Lápiz
  • «La cajita».
  • «La cunita».
  • «La mordida».
  • Media americana
  • Media cadena con boleo.
  • Media luna
  • Molinete
  • Molinete quebrado.
  • Mordida (Sandwichito)
  • Mordida invertida.
  • Mordida lineal contínua.
  • Ocho atrás
  • Ochos adornados.
  • Ochos cortados.
  • Orillero (Milonguero)
  • Pasada
  • Paso básico sincopado.
  • Pasos básicos con sacada y boleo.
  • Picado/s
  • Planeo
  • Puente y calesita.
  • Sacada con giro.
  • Sacada con traspié.
  • Sacada cruzada, giro y ocho cortado.
  • Sacada del cruce con variantes.
  • Sacada y puente en un giro.
  • Sacadas con boleos.
  • Sacadas por la espalda
  • Salida americana.
  • Salida atrás.
  • Salida combinada.
  • Salida con adornos.
  • Salida con barrida.
  • Salida con traspié.
  • Sentada
  • Tijera
  • Toque y enrosque.
  • Trabada
  • Traspié cruzado con giros.
  • Vaivén.
  • Volcada.

 

 

Los roles de género

En la pareja varón-mujer tradicional los roles de género están sexualmente definidos. Esto quiere decir que en la pareja de tango es el hombre quien crea y dirige el baile y la mujer es quien lo sigue, aunque con una coreografía autónoma. Esta asignación tradicional de roles por género en el tango, se ve sin embargo condicionada por la también tradicional costumbre de bailar tango entre hombres.
La coreografía tanguera también admite que ocasionalmente, sea la mujer la que "marque" el paso al varón. Carmencita Rodríguez, compañera del legendario Cachafaz, recordaba que cuando ella sentía que una corrida era apropiada, se lo indicaba su compañero, si es que éste no la iniciaba antes.
A fines del año 2000 surgió en Alemania un movimiento, autodenominado tango queer, que propone bailar el tango sin que los roles estén fijos al sexo de quienes lo danzan. Por lo tanto, en este estilo, son frecuentes parejas de baile del mismo sexo y se intercambian los roles de conductor y conducido. Desde Alemania el movimiento se fue extendiendo a distintas partes del mundo, promovido por las organizaciones LGBT (lesbianas, gais, bisexuales y personas transgénero). Se celebran festivales de Tango Queer en la Argentina, Dinamarca, Suecia, y Estados Unidos.



Melodía

El tango tiene compás de 4/4 (a pesar de que se le llama «El dos por cuatro»), y forma binaria (tema y estribillo).
Jorge Luis Borges destacaba que la música de tango está tan conectada con el mundo rioplatense que cuando un compositor, de cualquier otra parte del mundo, pretende componer un tango «descubre, no sin estupor, que ha urdido algo que nuestros oídos no reconocen, que nuestra memoria no hospeda y que nuestro cuerpo rechaza». Esa característica fuertemente local del tango, imbricada con el ritmo y la musicalidad del lenguaje rioplatense, ha sido reiteradamente señalada.
Una de las primeras características de la música tanguera fue la exclusión de los instrumentos de viento-metal y percusión, quitándole estridencias con el fin de construir una sonoridad intimista y cálida, capaz de transmitir la sensualidad que lo definió desde un principio.


Instrumentación

Clásicamente, el tango se interpreta mediante orquesta típica o sexteto y reconoce el bandoneón como uno de los instrumentos esenciales.
Se ha dicho que «bandoneón y tango son la misma cosa». De origen alemán, fue adoptado por los tangueros al iniciarse el siglo XX para reemplazar la presencia inicial de la flauta y completar el sonido inconfundible del tango. Cátulo Castillo le atribuye «...al bandoneón la definitiva sonoridad de lamento que tiene el tango, su inclinación al quejido, al rezongo».
El bandoneón le impuso al tango su definitiva forma compleja, integrando la melodía en una base simultáneamente rítmica y armónica.
Esta complejidad melódica-rítmica-armónica, fue fortalecida más adelante con la incorporación del piano, en sustitución de la guitarra, y el desarrollo de una técnica de ejecución especialmente tanguera, fundada en la percusión rítmica. De este modo la base instrumental del tango queda definida como cuarteto de bandoneón, piano, violín y contrabajo (puede haber guitarra).
Sobre sus instrumentos se conforma la orquesta típica de tango, inventada originalmente por Julio de Caro en los años veinte y consolidada principalmente en forma de sexteto con la siguiente integración: piano, dos bandoneones, dos violines y contrabajo. La orquesta de tango, propiamente dicha, sigue el mismo esquema, ampliando el grupo de bandoneones, y agregando violas y violonchelos al grupo de las cuerdas.




Letra

 

Historia

 

El tango nació como música instrumental exclusivamente para ser bailado. Con el tiempo incorporó el canto, casi siempre solista, eventualmente a dúo, sin coro, pero manteniendo de manera bastante marcada la separación entre tangos instrumentales y tangos cantados.
En las primeras décadas del siglo XX no había radio y el cine era mudo, así que el teatro era muy popular. Pascual Contursi, Celedonio Flores, Enrique Santos Discépolo, Homero Manzi por citar algunos, fueron gente de teatro y escribían versos para las obras, algunos en lunfardo. Es lógico decir que la canción de tango fue alumbrada por el teatro y se suele comparar el tango con una pieza de teatro dramática: el cantor de tango está relatando precisamente un drama. Esto gracias también al propio Carlos Gardel, quien elegía interpretar y poner melodía a los versos que retratasen mejor los sentimientos del hombre de la ciudad, sus personajes, su lenguaje, sus lugares e idiosincrasia y, en especial, el espíritu de la gente.
El escritor Jorge Luis Borges solía decir que no le gustaba escuchar a Gardel porque hacía llorar a los porteños con sus tangos. Carlos Gardel era un hombre muy carismático y alegre pero con tendencia a la depresión. Reservado y humilde, prefería perder antes que discrepar. Dependiente de sus afectos, pero con una incontenible necesidad de llevar el tango a todo el mundo. Podemos encontrar en la canción de tango muchos rasgos de su personalidad. José Razzano decía que a veces lo encontraba melancólico y pensativo, como guardando una intensa pena.
La poesía tanguera tiene la inhabitual característica de ser considerablemente compleja, con el uso de metáforas y reflexiones filosóficas y al mismo tiempo muy popular, sobre todo en los estratos más humildes de la población. Imágenes como «el misterio de adiós que siembra el tren» que utiliza Homero Manzi en Barrio de tango (1942), o «las nieves del tiempo platearon mi sien» de Carlos Gardel en Volver (1935), o «tu mezcla milagrosa de sabihondos y suicidas» creada por Enrique Santos Discépolo en Cafetín de Buenos Aires (1948), o «tinta roja en el gris del ayer» que Cátulo Castillo puso en Tinta roja (1941), reúnen una alta complejidad poética y al mismo tiempo una alta popularidad, que ha persistido con los años.


Lenguaje

 

Recordaba aquellas horas de garufa
cuando minga de laburo se pasaba,
meta punga, al codillo escolaseaba
y en los burros se ligaba un metejón.
El ciruja
L.: Alfredo Marino. M.: Ernesto de la Cruz















Las letras están compuestas con base en un argot local llamado lunfardo y suelen expresar las tristezas, especialmente «en las cosas del amor».
Si bien el tango puede cantarse con una mayor o menor presencia del lunfardo en sus letras, es la pose y la sonoridad del lunfardo rioplatense la que lo caracteriza. El lunfardo no es solo un argot integrado por cientos de palabras propias, sino que también es y quizás más esencialmente, una pose lingüística, una forma de hablar algo exagerada (en la que se incluye comerse las eses), por la que suelen ser reconocidos en todo el mundo los argentinos y uruguayos, habitantes de las costas del Río de la Plata. El tango es «reo» porque el lunfardo «es reo», es decir se trata de un estilo musical construido sobre el habla popular; el lunfardo es el habla del suburbio, la voz del arrabal.
Como en ningún otro lugar el lunfardo expresa la fusión migratoria que originó las sociedades rioplatenses, expresada por el tango. El Lunfardo es originado en el siglo XIX principalmente por los inmigrantes italianos que eran alrededor de la mitad de los habitantes en el caso de Montevideo. (datos de Bs. As.?), pero contiene otras influencias. Palabras sicilianas, africanas, italianas, aimaras, mapuches, judías, gitano-españolas, gallegas, quechuas, árabes, guaraníes, polacas, portuguesas, inglesas, se mezclan en el uso cotidiano sin conciencia de su origen.
El lunfardo fue en sus orígenes y sigue siendo hoy un lenguaje oculto-metafórico construido a partir de una notable dinámica entre la sociedad carcelaria, los jóvenes y el mundo del trabajo. De algún modo, al decir de José Gobello, el lunfardo es «una travesura léxica, algo así como un guiño travieso que el habla le hace al idioma».
En algunos momentos el lunfardo fue perseguido en el Río de la Plata y cuestionado por algunos académicos de la Real Academia Española. En las décadas de 1930 y 1940 existió la práctica de los funcionarios intermedios de censurar los tangos que contuvieran letras en lunfardo. Por esa razón muchos -entre ellos "Mano a mano" y "Los mareados" fueron reescritos. Durante la dictadura de Onganía (1966-1970) el lunfardo desapareció virtualmente del tango y la música popular. En 1969 Alejandro Dolina incluyó el término «bulín» en su tema "Fantasmas de Belgrano" y Horacio Ferrer iniciaba su famosa "Balada para un loco" con una exclamación esencialmente lunfarda: «Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao...». Desde entonces, y a pesar de algunos intentos durante la dictadura establecida en 1976 por «adecentar» la cultura popular, el lunfardo registró un notable resurgimiento.
En la primera década del siglo XXI el lunfardo goza de una gran vitalidad, habiendo sido adoptado y reformulado por las nuevas generaciones. Algunos lingüistas como el italiano Matteo Bartoli afirmaron que el término «lunfardo» viene del término dialectal italiano lumbardo (o sea lombardo, habitante de Lombardía, una región del norte de Italia). Con el tiempo el lunfardo asimiló el cocoliche (que se fue oyendo en Buenos Aires cada vez menos en la segunda mitad del siglo XX, probablemente debido a la desaparición de los inmigrantes del sur de Italia que lo hablaban). Muchas de las palabras del cocoliche hoy en día se encuentran formando parte del lunfardo.
Algunos ejemplos lunfardos, tomados, especialmente, del italiano y del lombardo, aparecen a continuación:
  • «Fiaca» (fiacca: ‘flaqueza’ en italiano): desgano, pereza;
  • «Mufa» (‘moho’ en algún dialecto): fastidio y también mala suerte;
  • «Gamba» (‘pierna’ en italiano): alguien que ayuda o tiene buenas intenciones, también ‘cien pesos’ porque «ayudan»;
  • «Gambetear»: esquivar (principalmente en el fútbol);
  • «Minga»: ‘nada’ en dialecto lombardo;
  • «Yeta» (del italiano iettatura) mala suerte;
  • «Yira» o «yiro» (de ‘girar, dar vueltas’ en italiano): prostituta callejera;
  • «Atenti» (‘atentos’ en italiano): atención;
  • «Salute» (‘salud’ en italiano);
  • «Cuore» (‘corazón’ en italiano), si alguien dice «te quiero de cuore» quiere decir ‘te quiero con el corazón’.
Además, términos como afano, boludo, bardo, bondi, cana, chabón, che, chorro, escabiar, junar, mina, morfi, pibe, rajar, rea, yuta, manyar, lastrar, pilcha constituyen el habla rioplatense, en ambas márgenes del Plata, tanto en Uruguay como en Buenos Aires (ver mapa del Río de la Plata) y en otras partes de Argentina.


Tabla

 

En la siguiente tabla encontramos el origen de algunos términos definidos empleados en el tango:
Expresión Significado Origen Verso Tango Autor
tamangos
mango
morfar
zapatos
dinero
comer
africano
italiano
francés
Cuando rajés los tamangos,
buscando ese mango
que te haga morfar
Yira, yira Enrique S. Discépolo
milonga 1. Danza y música cadenciosa cercana al tango
2. Lugar para bailar tango
africano Con la milonga la voy
de igual a igual
porque también soy milonga...
La milonga y yo Leopoldo Díaz Vélez y Tito Ribero
candombe Estilos musicales afrorrioplatenses (por un lado el argentino, y por otro el uruguayo -ambos diferentes hoy por hoy, aunque iguales en sus respectivos orígenes africanos del área Bantú-) con uso intenso de la percusión cercano al tango africano ¡Candombe! ¡Candombe negro!
¡Nostalgia de Buenos Aires
por las calles de San Telmo
viene moviendo la calle!
Azabache Enrique Francini, Héctor Stamponi y Homero Expósito
quilombo prostíbulo, desorden, lío, barullo, ruido molesto africano ¿Qué destino tendrás,
viejo Juan Tango iluso?
Hijo de nadie y todos
en un quilombo oscuro.
Viejo Juan Tango Juan Navarro
laburar

mina
trabajar

Mujer «fácil» o joven seductora
italiano

lombardo
Es lo mismo el que labura
noche y día como un buey
que el que vive de las minas
el que mata, el que cura
o está fuera de la ley.
Cambalache Enrique Santos Discépolo
piantao loco italiano Ya sé que estoy piantao, piantao... Balada para un loco Ástor Piazzolla y Horacio Ferrer
chorro
gil
ladrón
tonto
carcelario
italiano
Chorra: vos, tu vieja y tu papá.
Lo que más bronca me da
es haber sido tan gil.
Chorra Enrique Santos Discépolo
junar mirar caló Como con bronca y junando... El ciruja Alfredo Marino y Ernesto de la Cruz
chabón

Chamuyar

Firulete
‘chambón’ o ‘torpe’

errante, perdedor

hablar por lo bajo, seduciendo

exceso, dibujo
caló
gallego-francés
Vos dejá nomás
que algún chabón
chamuye al cuete
y sacudile tu firulete
El firulete Mariano Mores y Rodolfo Taboada
pibe niño incierto «Mamita, mamita», se acercó gritando,
la madre extrañada dejó el piletón
y el pibe le dijo riendo y llorando:
«El club me ha mandado hoy la citación».
El sueño del pibe Reinaldo Yiso y Juan Puey
pilcha ropa mapundungun y quichua Metele a la vida, sacale partido,
cambiando de nido, de pilcha y gavión,...
¿Por qué me das dique?188 Alberto Alonso y Rodolfo Sciammarella
papirusa mujer hermosa polaco En tu esquina, un día, Milonguita,
aquella papirusa criolla
que Linnig mentó
"Corrientes y Esmeralda" Celedonio Flores
pucho cigarrillo mapudungun
quechua
Tango querido
que ya pa’ siempre pasó,
como pucho consumió
las delicias de mi vida
que hoy cenizas sólo son.
"Sobre un pucho" Sebastián Piana y José González Castillo