Santiago Rusiñol (Barcelona, 25 de febrero de 1861 - Aranjuez, 13 de junio de 1931) fue un pintor, escritor, coleccionista, periodista y dramaturgo catalán. Fue un artista polifacético y uno de los líderes del Modernismo en Cataluña. Su producción pictórica, con un millar de obras, y literaria, con un centenar de títulos, además de un extenso número de artículos, lo sitúa como referente decisivo del arte, la literatura y las ideas estéticas del su tiempo.
Biografía
Nació en Barcelona, en el seno de una familia de industriales del textil proveniente de Manlleu. Heredero del negocio familiar, ya se perfila su interés por el arte de la pintura durante la adolescencia. En 1886 se casa con Lluïsa Denís. El año siguiente nace su hija, María, sin embargo, pocos meses después, el carácter inquieto, el desinterés por el negocio familiar y el deseo para dedicarse a pintar, viajar y conocer mundo lo alejan de la familia. Empieza a viajar por Cataluña y España, por Francia y por Italia. Los viajes serán una constante en la vida del artista.En 1888 se revela como escritor colaborando regularmente con artículos en el diario La Vanguardia. En 1889 rompe la relación con la familia, ruptura que durará diez años; sin embargo, mantiene el contacto con la hija. En 1889 se va a estudiar en París, donde reside por temporadas durante la primera mitad de la década de los noventa, periodo importante en su trayectoria creativa.En 1893 instala en Sitges su estudio, conocido como el Cau Ferrat, por la colección de hierros antiguos que contiene. La ciudad se convierte en un punto de referencia modernista de artistas, escritores y músicos promovido por Rusiñol, que organiza las fiestas modernistas, en el que se conjugan el teatro, la poesía, la pintura y la música. Paralelamente, el artista consolida sus dotes como escritor y desde principios de la década de 1890 escribe obras narrativas y poemarios en prosa. Algunas de sus novelas se adaptarán para ser representadas en el teatro, como L'auca del senyor Esteve, escrita en 1907 y estrenada unos años más tarde. En 1899, a raíz de una grave enfermedad, se reencuentra con la mujer. Cuando mejora, marcha a Francia con ella y con su hija para desintoxicarse de la adicción a la morfina. Un año después se somete a una intervención quirúrgica que le deja con un solo riñón, lo que marca una nueva etapa vital en su trayectoria. En 1903 ya es un artista reconocido y durante la primera década del siglo XX se consolida su prestigio como pintor y escritor prolífico, tanto en Barcelona como en toda España y en París. Continúa recibiendo premios y nominaciones. En Francia, el reconocimiento oficial le llega en 1908, cuando obtiene el título de sociétaire del Salón de París. A partir de las dos décadas siguientes recibe un gran reconocimiento, a la vez que adquiere un prestigio innegable, a pesar del rechazo de los artistas y críticos novecentistas, en particular, del crítico de arte Eugenio d'Ors, que escribía en el diario La Voz de Cataluña. En 1917 es condecorado por el gobierno francés con la Legión de Honor. Recibe el último homenaje en Sitges en 1926. Muere en Aranjuez en 1931. El gobierno provisional de la República ordena una ceremonia fúnebre oficial en Madrid, que es encabezada por el presidente, Manuel Azaña. Rusiñol no sólo formó parte activa de la cultura de su tiempo, sino que la enriqueció con su personalidad y con sus ideas y opiniones, que defendió con firmeza, y que no estaban carentes de controversia y polémica. Amigo de sus amigos, se relacionó con las personalidades artísticas e intelectuales más destacadas del momento, como mosén Cinto Verdaguer y Pompeu Fabra, Valle-Inclán y Benito Pérez Galdós, los músicos Enrique Granados, Isaac Albéniz, Enric Morera, Erik Satie y Manuel de Falla, y pintores como Darío de Regoyos, Ignacio Zuloaga y Joaquín Mir, entre muchos otros. Sin embargo, la amistad más larga y sólida la tuvo con el pintor Ramon Casas y con el escultor Enric Clarasó, con los que formó un trío artístico que se mantuvo hasta su muerte. También hay que destacar que fue tío abuelo del prematuro poeta barcelonés Jorge Folch y Rusiñol.
Nació en Barcelona, en el seno de una familia de industriales del textil proveniente de Manlleu. Heredero del negocio familiar, ya se perfila su interés por el arte de la pintura durante la adolescencia. En 1886 se casa con Lluïsa Denís. El año siguiente nace su hija, María, sin embargo, pocos meses después, el carácter inquieto, el desinterés por el negocio familiar y el deseo para dedicarse a pintar, viajar y conocer mundo lo alejan de la familia. Empieza a viajar por Cataluña y España, por Francia y por Italia. Los viajes serán una constante en la vida del artista.En 1888 se revela como escritor colaborando regularmente con artículos en el diario La Vanguardia. En 1889 rompe la relación con la familia, ruptura que durará diez años; sin embargo, mantiene el contacto con la hija. En 1889 se va a estudiar en París, donde reside por temporadas durante la primera mitad de la década de los noventa, periodo importante en su trayectoria creativa.En 1893 instala en Sitges su estudio, conocido como el Cau Ferrat, por la colección de hierros antiguos que contiene. La ciudad se convierte en un punto de referencia modernista de artistas, escritores y músicos promovido por Rusiñol, que organiza las fiestas modernistas, en el que se conjugan el teatro, la poesía, la pintura y la música. Paralelamente, el artista consolida sus dotes como escritor y desde principios de la década de 1890 escribe obras narrativas y poemarios en prosa. Algunas de sus novelas se adaptarán para ser representadas en el teatro, como L'auca del senyor Esteve, escrita en 1907 y estrenada unos años más tarde. En 1899, a raíz de una grave enfermedad, se reencuentra con la mujer. Cuando mejora, marcha a Francia con ella y con su hija para desintoxicarse de la adicción a la morfina. Un año después se somete a una intervención quirúrgica que le deja con un solo riñón, lo que marca una nueva etapa vital en su trayectoria. En 1903 ya es un artista reconocido y durante la primera década del siglo XX se consolida su prestigio como pintor y escritor prolífico, tanto en Barcelona como en toda España y en París. Continúa recibiendo premios y nominaciones. En Francia, el reconocimiento oficial le llega en 1908, cuando obtiene el título de sociétaire del Salón de París. A partir de las dos décadas siguientes recibe un gran reconocimiento, a la vez que adquiere un prestigio innegable, a pesar del rechazo de los artistas y críticos novecentistas, en particular, del crítico de arte Eugenio d'Ors, que escribía en el diario La Voz de Cataluña. En 1917 es condecorado por el gobierno francés con la Legión de Honor. Recibe el último homenaje en Sitges en 1926. Muere en Aranjuez en 1931. El gobierno provisional de la República ordena una ceremonia fúnebre oficial en Madrid, que es encabezada por el presidente, Manuel Azaña. Rusiñol no sólo formó parte activa de la cultura de su tiempo, sino que la enriqueció con su personalidad y con sus ideas y opiniones, que defendió con firmeza, y que no estaban carentes de controversia y polémica. Amigo de sus amigos, se relacionó con las personalidades artísticas e intelectuales más destacadas del momento, como mosén Cinto Verdaguer y Pompeu Fabra, Valle-Inclán y Benito Pérez Galdós, los músicos Enrique Granados, Isaac Albéniz, Enric Morera, Erik Satie y Manuel de Falla, y pintores como Darío de Regoyos, Ignacio Zuloaga y Joaquín Mir, entre muchos otros. Sin embargo, la amistad más larga y sólida la tuvo con el pintor Ramon Casas y con el escultor Enric Clarasó, con los que formó un trío artístico que se mantuvo hasta su muerte. También hay que destacar que fue tío abuelo del prematuro poeta barcelonés Jorge Folch y Rusiñol.
Inicios
Estudió en el taller del pintor Tomás Moragas, donde aprendió dibujo y diversas técnicas, como el aceite y la acuarela. Hace la primera exposición en la Sala Parés de Barcelona, en 1879, en una muestra colectiva; participa con una pequeña pintura del interior de un estudio con la figura de un modelo. Aquí conoce el pintor Joaquim Vayreda, especializado en el paisaje. Esto inspira Rusiñol explorar la representación de la naturaleza, no para copiarla, sino para interpretarla, como hace el pintor de Olot. Adopta esta temática en contraposición a los temas históricos, que en ese momento eran moda .
La pintura El
bosque es un ejemplo de esta temática. Pero en esta época también se
interesa por la figura humana, en consonancia con los gustos del
momento. La tendencia por los temas literarios la representa en la
pintura Fausto, y el gusto por lo exótico, en la obra Peregrino , que
expuso en la Sala Parés en 1880. Cabe mencionar que esta será la galería
de Barcelona donde expondrá habitualmente a lo largo de toda la vida.
En 1883 descubre el paisaje urbano a partir de las pinturas de Juan Roig y Soler, de una perfección técnica y una libertad interpretativa que la impresionan. Esto le motiva a pintar Puerto de Barcelona, y seguidamente realiza otras composiciones de la Barcelona vieja, como Rincón de Santa María del Mar (1885) o La plaza del Born (1885). Rusiñol evoluciona, pero sigue interesado por el realismo, y durante los años 1887 y 1888 añade personajes al paisaje. Pinta escenas relacionadas con el trabajo y rincones del paisaje urbano con personajes en actitudes naturales o haciendo tareas cotidianas. Son buenos ejemplos Cantera de Montjuïc o Caracolada. Estas obras, que expone en la galería Parés, son calificadas de naturalistas, y, en general, tienen una buena aceptación de la crítica. Críticos de arte como Frederic Rahola, que publicaba el diario La Vanguardia, elogian el pintor.
Pintura y espacios naturales de la geografía catalana van ligados a lo largo de la vida de Rusiñol. Son varias las escapadas de la artista a la población Selva de Arbúcies y al entorno del Montseny. La relación entre Rusiñol y Arbúcies queda plasmada en numerosas obras pictóricas.
En el año 1888 es significativo para la trayectoria de Rusiñol, porque hace la primera exposición individual en la Sala Parés, comienza a publicar artículos en el diario La Vanguardia, expone por primera vez en un Salón de París y participa en el Exposición Universal de Barcelona. Durante esta época se interesa por la figura humana real, y no la literaria de los primeros años. Comienza a pintar retratos, como el de su amigo Ramon Casas. En busca de la modernidad, quiere plasmar la dignidad de las figuras, las composiciones son más simples y da menos importancia a los elementos secundarios.
En 1883 descubre el paisaje urbano a partir de las pinturas de Juan Roig y Soler, de una perfección técnica y una libertad interpretativa que la impresionan. Esto le motiva a pintar Puerto de Barcelona, y seguidamente realiza otras composiciones de la Barcelona vieja, como Rincón de Santa María del Mar (1885) o La plaza del Born (1885). Rusiñol evoluciona, pero sigue interesado por el realismo, y durante los años 1887 y 1888 añade personajes al paisaje. Pinta escenas relacionadas con el trabajo y rincones del paisaje urbano con personajes en actitudes naturales o haciendo tareas cotidianas. Son buenos ejemplos Cantera de Montjuïc o Caracolada. Estas obras, que expone en la galería Parés, son calificadas de naturalistas, y, en general, tienen una buena aceptación de la crítica. Críticos de arte como Frederic Rahola, que publicaba el diario La Vanguardia, elogian el pintor.
Pintura y espacios naturales de la geografía catalana van ligados a lo largo de la vida de Rusiñol. Son varias las escapadas de la artista a la población Selva de Arbúcies y al entorno del Montseny. La relación entre Rusiñol y Arbúcies queda plasmada en numerosas obras pictóricas.
En el año 1888 es significativo para la trayectoria de Rusiñol, porque hace la primera exposición individual en la Sala Parés, comienza a publicar artículos en el diario La Vanguardia, expone por primera vez en un Salón de París y participa en el Exposición Universal de Barcelona. Durante esta época se interesa por la figura humana real, y no la literaria de los primeros años. Comienza a pintar retratos, como el de su amigo Ramon Casas. En busca de la modernidad, quiere plasmar la dignidad de las figuras, las composiciones son más simples y da menos importancia a los elementos secundarios.
El descubrimiento de Sitges
En otoño de 1891, durante un viaje, se detiene en Sitges, donde encuentra unos conocidos que le invitan a quedarse unas horas. Se estará un mes y medio. Enamorado de la villa y de la amabilidad de la gente, decide que es el lugar donde necesitaba hacer raíces.
Hace amistad con los pintores luministas, que le descubren la intensidad de la luz mediterránea. Rusiñol queda fascinado por los rincones de la villa y compone los primeros cuadros de patios; entre otros, los patios azules, pintados entre 1891 y el 1893, que difundirá y hará famosos. En estas escenas exhibe la riqueza cromática de los espacios y los objetos, pero sin estridencias; huye de la intensidad lumínica que buscan representar los luministas a favor de una luz más matizada. También hace numerosos dibujos de personajes --amigos y vecinos--, que capta en actitudes cotidianas en las plazas, calles, patios y cafés.
Después de esta corta estancia vuelve a París, pero a mediados de 1892 es, de nuevo, a la villa. Rusiñol convierte Sitges en el centro donde convergen las aspiraciones de renovación vital y artística en Cataluña de escritores, músicos, artistas plásticos e intelectuales. Organiza la primera fiesta modernista, con una gran exposición de pintura como alternativa al arte oficial y academicista. Esta primera fiesta irá seguida de cuatro más, la última en 1899. Están pensadas como un revulsivo para la modernización y la europeización de la cultura catalana en todos sus aspectos.
En 1893, Rusiñol compra una casa en Sitges, donde instala su estudio y su colección de obras de arte, antigüedades y objetos de hierro, que dan nombre al lugar, conocido como el Cau Ferrat, y la villa se convierte en la Meca del Modernismo. Entre 1893 y 1894 se perfila el nuevo sentido estético de Rusiñol, impregnado de las ideas de la tendencia simbolista, que van conformando su sentido de la modernidad. Un buen ejemplo de esto es la segunda fiesta modernista, en 1893, durante la cual organiza un concierto de música simbolista y se representa la obra de teatro La Intrusa, de Maurice Maeterlinck, dirigida por Rusiñol y Casas, con un gran éxito de público y de crítica. Pese a que la pintura del artista todavía es naturalista, inicia un cambio influido por el interés por el simbolismo europeo belga y francés. En este sentido, acoge de plano la doctrina del arte por el arte, que hace del artista un sacerdote, y del arte, una religión. El simbolismo se hace patente, sobre todo, en su obra literaria.
La influencia simbolista
A finales de 1893 vuelve a París y cambia la vivienda de Montmartre por un piso en el barrio de Quai Bourbon, en el centro de la ciudad.
Ahora vive un ambiente diferente, más elegante y ajeno a la pobreza de Montmartre. Rusiñol cree que el arte es una expresión de los sentimientos y una emoción estética; así, pues, con estas premisas, se adentra cada vez más en una pintura subjetiva y simbolista que expresa los sentimientos más profundos.
Durante 1894 viaja a Italia, donde copia obras de Giotto y de otros pintores primitivos. Estudia las obras de otros maestros de la pintura, y ese mismo año compra dos piezas originales de El Greco, lo que tiene grandes consecuencias artísticas para él y para su amigo Zuloaga. El artista admira el maestro manierista y en copia las pinturas. Es tan fuerte la impresión que recibe y el reconocimiento que profesa a su legado pictórico que unos años más tarde le dedica un monumento, instalado en la villa de Sitges.
Durante esta nueva etapa, la tendencia al subjetivismo lo aleja progresivamente del paisajismo y de las escenas costumbristas y cotidianas. La observación de lo externo se transforma en penetración psicológica para captar y representar el estado de ánimo de los modelos, sea alegría o sufrimiento. Pinturas precedentes como Enfermo y enfermero (1890) o Casa de empeños ya escenificaban los dramas de la vida: la enfermedad, la pobreza, la muerte, pero todavía era una visión distanciada, más objetiva y realista. Ahora se propone retratar los sentimientos, y transmitir al espectador el que rezuma el modelo, a pesar de la dificultad que conlleva intentar representar la complejidad de los sentimientos humanos.
Sin embargo, Rusiñol es un poeta, y esto queda ejemplificado en pinturas como La última receta (1893-94), Novela romántica (1894) y La morfina (1894). El tema de esta última obra afecta directamente el artista , que sabe los efectos que tiene el narcótico, ya que había tomado para paliar los dolores que padecía, lo que le abocó a la adicción. El estilo que desarrolla refleja una cierta influencia de James McNeill Whistler y también los conocimientos que tiene sobre la obra de Diego Velázquez a la hora de poner en práctica soluciones compositivas o recursos como la eliminación de referentes espaciales, la representación de espejos y el autorretrato , como se muestra en las pinturas Retrato de en Cuca (1895) o Retrato de mujer (1894).
A mediados de 1895, Rusiñol decide abandonar definitivamente la residencia parisina y se va a vivir a Cau Ferrat. Entre 1896 y 1897 desarrolla unas pinturas simbolistas que toman un carácter místico. Esto se expresa en una serie de cuadros que pinta en diversos lugares de la montaña de Montserrat. Son pinturas de naturaleza y retratos de monjes en el que se puede apreciar el sentimiento y el estado de ánimo del artista, con títulos tan significativos como Éxtasis, paroxismo de un novicio o Novicio al pie de la cruz.
Rusiñol explora el simbolismo hasta el 1903, tanto en la producción pictórica como en la literaria, pero durante este período también trabaja una temática que define prácticamente los últimos treinta años de su trayectoria profesional y vital: los jardines.
Los jardines rusiñolianos
Durante la década de 1890, Rusiñol inicia el tema de los jardines. Si se tienen en cuenta las escenas de patios con flores pintadas en Sitges, ya hay un precedente en su trayectoria para que el artista se fije en la naturaleza desde otra óptica. En 1895 viaja a Granada y se está una temporada. Allí profundiza el tema. Hace cuadros de la Alhambra, el Generalife y de jardines románticos. Los años siguientes pinta jardines de varias poblaciones y ciudades españolas: Aranjuez, Granada, Tarragona, Sitges, Girona y Barcelona. Algunos de los jardines están abandonados y evocan un sentido misterioso; otros, melancolía. Pero la forma como el artista trata la luz, la composición y el color desprende una gran sensibilidad.
En 1899 expone la serie de pinturas en París en la galería de Arte Nouveau, la más importante del momento especializada en simbolismo y nabi. La muestra se inaugura bajo el título Jardines de l'Espagne. Esta es la primera y única exposición individual que Rusiñol hace en París, y tiene muy buena acogida de crítica y público. Los cuadros representan una España inédita y la prensa internacional se hace eco. Rusiñol consigue el éxito y el reconocimiento. En 1900 expone la serie Jardines de España en la Sala Parés, con el mismo éxito que en París. En este momento obtiene el reconocimiento de la burguesía barcelonesa, que lo considera uno de los artistas más importantes de la época. En 1903 publica el libro Jardines de España y hace otra exposición en la Sala Parés con cuadros de paisajes y jardines de Mallorca. Los éxitos se suceden y se puede considerar que a partir de este momento el tema y Rusiñol irán íntimamente relacionados.
La visión romántica y simbólica de los jardines de Rusiñol influyó en la literatura y la música españolas coetáneas, hasta el punto de que Josep de C. Laplana explica que el lugar donde Manuel de Falla terminó de escribir su suite Noches de los jardines de España en 1915 fue, justamente, el Cau Ferrat.
Obra escrita
Poesía y prosa
La obra escrita de Rusiñol hay que enmarcarla dentro de la literatura modernista; el mismo autor lo describía en Hojas de vida, donde expresaba:
«Un arte serio que no deslumbre a los pobres de espíritu con telas y sederías de guardarropa y de cromo; un arte espiritual, lleno de originales delicatessen y bellas filigranas; un arte que quisiéramos ver admirado en nuestro país, y del que nosotros nos convertiríamos los primeros devotos y los últimos artistas »
Su producción entre el 1893 y el 1898 se reunió posteriormente a Yendo por el mundo (1896), libro que recoge poemas en prosa y otros textos en los que se perfila el modelo de artista moderno, además de su concepción y sus reflexiones sobre la sociedad moderna, y Hojas de la vida (1898), una recopilación de narraciones breves de tipo decadentista que inspiraron la producción de la obra dramática posterior del autor y que durante muchos años proporcionaron argumentos al teatro Rusiñol, que siempre se caracterizó por tratar el tema de la situación y el sentido del artista en la sociedad burguesa moderna, con unos claros tintes autobiográficos, que invitaron a la confusión entre su vida pública y su vida privada.
Rusiñol describe personajes y situaciones dentro de un plan realista, pero dejando entrever al lector otro plano, oculto, no explicitado, que condiciona el contexto y los personajes desde una zona de sombra y de misterio. Va descubriendo lo que se esconde bajo la máscara que la sociedad impone: la envidia, el odio detrás de una sonrisa o los vicios ocultos. Se mueve en medio de este tipo de "feria de las vanidades" captando con indiferencia todo lo trasladará sutilmente al lector.
El arte de Rusiñol es espiritualista, porque va más allá de su tiempo y de su país, porque el autor no se siente bien en su tiempo y su arte vive en un mundo superior. Él mismo lo manifestó en el prólogo de Oraciones: "La mayor parte de lo que llaman conquistas del progreso no me seducen ni me gustan." Su obra escrita contrasta con sus cuadros. Si en la obra pictórica recoge jardines de ensueño y paisajes difuminados y suaves, en los textos recoge una visión más cruda, más humana y realista.
A Hojas de la vida, la narración describe la vida como una sucesión de cuadros impresionistas, llenos de color, como fotogramas de una película o como hojas de un calendario, donde cada hoja arrancado le produce una cierta melancolía romántica. Pero, lejos de una visión decadente, la vida lo hace soñar porque es un brote de sueños e ideales, prosaicos y reales, ásperos y duros, siguiendo el estilo propio de los grandes novelistas del realismo.
Otras obras en prosa que completan su creación son:
1894 - Desde mi molino.
1896 - Andalucía vista por un catalán.
1897 - Impresiones de arte.
1897 - Los caminantes de la tierra. Poema en prosa.
1900 - El jardín abandonado.
1902 - El pueblo gris.
1903 - De aquí y de allá.
1905 - La noche del amor.
1905 - La isla de la calma.
1905 - Aves de barro.
1914 - El catalán de la Mancha.
Teatro
La obra teatral de Santiago Rusiñol es una parte fundamental de su creación literaria. Rusiñol fue uno de los máximos exponentes de la bohemia modernista catalana. Como dramaturgo contribuyó a la construcción de la cultura catalana de la modernidad gracias a la mirada crítica y distanciada que proporciona sobre la sociedad coetánea ya su construcción de la imagen del artista moderno, de la que él es paradigma. De hecho, Rusiñol se puede considerar el gran renovador teatral, como introductor de las novedades parisinas para superar la concepción que se tenía del teatro en Cataluña, donde las obras no habían conseguido ir más allá del costumbrismo más localista y donde el teatro era visto como un mero entretenimiento y espacio de encuentro para fomentar las relaciones sociales. [56] Rusiñol trabajar todas las formas teatrales: monólogos, teatro lírico, drama, melodramas, sainetes, teatro de títeres y vodeviles, y pasó por varias etapas hasta que se consagró definitivamente como un mito de la escena catalana.
La obra de Rusiñol ha traducido a muchos idiomas, como alemán, inglés, español, francés, ruso, sueco y polaco, entre otros. Él mismo hizo de traductor de la obra de Alfonso Daudet, y, en concreto, de tres títulos de la serie de aventuras de Tartarín de Tarascón:
También tradujo "La feria de Neuilly: sensaciones endebles de París", de Gregorio Martínez Sierra.
En otoño de 1891, durante un viaje, se detiene en Sitges, donde encuentra unos conocidos que le invitan a quedarse unas horas. Se estará un mes y medio. Enamorado de la villa y de la amabilidad de la gente, decide que es el lugar donde necesitaba hacer raíces.
Hace amistad con los pintores luministas, que le descubren la intensidad de la luz mediterránea. Rusiñol queda fascinado por los rincones de la villa y compone los primeros cuadros de patios; entre otros, los patios azules, pintados entre 1891 y el 1893, que difundirá y hará famosos. En estas escenas exhibe la riqueza cromática de los espacios y los objetos, pero sin estridencias; huye de la intensidad lumínica que buscan representar los luministas a favor de una luz más matizada. También hace numerosos dibujos de personajes --amigos y vecinos--, que capta en actitudes cotidianas en las plazas, calles, patios y cafés.
Después de esta corta estancia vuelve a París, pero a mediados de 1892 es, de nuevo, a la villa. Rusiñol convierte Sitges en el centro donde convergen las aspiraciones de renovación vital y artística en Cataluña de escritores, músicos, artistas plásticos e intelectuales. Organiza la primera fiesta modernista, con una gran exposición de pintura como alternativa al arte oficial y academicista. Esta primera fiesta irá seguida de cuatro más, la última en 1899. Están pensadas como un revulsivo para la modernización y la europeización de la cultura catalana en todos sus aspectos.
En 1893, Rusiñol compra una casa en Sitges, donde instala su estudio y su colección de obras de arte, antigüedades y objetos de hierro, que dan nombre al lugar, conocido como el Cau Ferrat, y la villa se convierte en la Meca del Modernismo. Entre 1893 y 1894 se perfila el nuevo sentido estético de Rusiñol, impregnado de las ideas de la tendencia simbolista, que van conformando su sentido de la modernidad. Un buen ejemplo de esto es la segunda fiesta modernista, en 1893, durante la cual organiza un concierto de música simbolista y se representa la obra de teatro La Intrusa, de Maurice Maeterlinck, dirigida por Rusiñol y Casas, con un gran éxito de público y de crítica. Pese a que la pintura del artista todavía es naturalista, inicia un cambio influido por el interés por el simbolismo europeo belga y francés. En este sentido, acoge de plano la doctrina del arte por el arte, que hace del artista un sacerdote, y del arte, una religión. El simbolismo se hace patente, sobre todo, en su obra literaria.
La influencia simbolista
A finales de 1893 vuelve a París y cambia la vivienda de Montmartre por un piso en el barrio de Quai Bourbon, en el centro de la ciudad.
Ahora vive un ambiente diferente, más elegante y ajeno a la pobreza de Montmartre. Rusiñol cree que el arte es una expresión de los sentimientos y una emoción estética; así, pues, con estas premisas, se adentra cada vez más en una pintura subjetiva y simbolista que expresa los sentimientos más profundos.
Durante 1894 viaja a Italia, donde copia obras de Giotto y de otros pintores primitivos. Estudia las obras de otros maestros de la pintura, y ese mismo año compra dos piezas originales de El Greco, lo que tiene grandes consecuencias artísticas para él y para su amigo Zuloaga. El artista admira el maestro manierista y en copia las pinturas. Es tan fuerte la impresión que recibe y el reconocimiento que profesa a su legado pictórico que unos años más tarde le dedica un monumento, instalado en la villa de Sitges.
Durante esta nueva etapa, la tendencia al subjetivismo lo aleja progresivamente del paisajismo y de las escenas costumbristas y cotidianas. La observación de lo externo se transforma en penetración psicológica para captar y representar el estado de ánimo de los modelos, sea alegría o sufrimiento. Pinturas precedentes como Enfermo y enfermero (1890) o Casa de empeños ya escenificaban los dramas de la vida: la enfermedad, la pobreza, la muerte, pero todavía era una visión distanciada, más objetiva y realista. Ahora se propone retratar los sentimientos, y transmitir al espectador el que rezuma el modelo, a pesar de la dificultad que conlleva intentar representar la complejidad de los sentimientos humanos.
Sin embargo, Rusiñol es un poeta, y esto queda ejemplificado en pinturas como La última receta (1893-94), Novela romántica (1894) y La morfina (1894). El tema de esta última obra afecta directamente el artista , que sabe los efectos que tiene el narcótico, ya que había tomado para paliar los dolores que padecía, lo que le abocó a la adicción. El estilo que desarrolla refleja una cierta influencia de James McNeill Whistler y también los conocimientos que tiene sobre la obra de Diego Velázquez a la hora de poner en práctica soluciones compositivas o recursos como la eliminación de referentes espaciales, la representación de espejos y el autorretrato , como se muestra en las pinturas Retrato de en Cuca (1895) o Retrato de mujer (1894).
A mediados de 1895, Rusiñol decide abandonar definitivamente la residencia parisina y se va a vivir a Cau Ferrat. Entre 1896 y 1897 desarrolla unas pinturas simbolistas que toman un carácter místico. Esto se expresa en una serie de cuadros que pinta en diversos lugares de la montaña de Montserrat. Son pinturas de naturaleza y retratos de monjes en el que se puede apreciar el sentimiento y el estado de ánimo del artista, con títulos tan significativos como Éxtasis, paroxismo de un novicio o Novicio al pie de la cruz.
Rusiñol explora el simbolismo hasta el 1903, tanto en la producción pictórica como en la literaria, pero durante este período también trabaja una temática que define prácticamente los últimos treinta años de su trayectoria profesional y vital: los jardines.
Los jardines rusiñolianos
Durante la década de 1890, Rusiñol inicia el tema de los jardines. Si se tienen en cuenta las escenas de patios con flores pintadas en Sitges, ya hay un precedente en su trayectoria para que el artista se fije en la naturaleza desde otra óptica. En 1895 viaja a Granada y se está una temporada. Allí profundiza el tema. Hace cuadros de la Alhambra, el Generalife y de jardines románticos. Los años siguientes pinta jardines de varias poblaciones y ciudades españolas: Aranjuez, Granada, Tarragona, Sitges, Girona y Barcelona. Algunos de los jardines están abandonados y evocan un sentido misterioso; otros, melancolía. Pero la forma como el artista trata la luz, la composición y el color desprende una gran sensibilidad.
En 1899 expone la serie de pinturas en París en la galería de Arte Nouveau, la más importante del momento especializada en simbolismo y nabi. La muestra se inaugura bajo el título Jardines de l'Espagne. Esta es la primera y única exposición individual que Rusiñol hace en París, y tiene muy buena acogida de crítica y público. Los cuadros representan una España inédita y la prensa internacional se hace eco. Rusiñol consigue el éxito y el reconocimiento. En 1900 expone la serie Jardines de España en la Sala Parés, con el mismo éxito que en París. En este momento obtiene el reconocimiento de la burguesía barcelonesa, que lo considera uno de los artistas más importantes de la época. En 1903 publica el libro Jardines de España y hace otra exposición en la Sala Parés con cuadros de paisajes y jardines de Mallorca. Los éxitos se suceden y se puede considerar que a partir de este momento el tema y Rusiñol irán íntimamente relacionados.
La visión romántica y simbólica de los jardines de Rusiñol influyó en la literatura y la música españolas coetáneas, hasta el punto de que Josep de C. Laplana explica que el lugar donde Manuel de Falla terminó de escribir su suite Noches de los jardines de España en 1915 fue, justamente, el Cau Ferrat.
Obra escrita
Poesía y prosa
La obra escrita de Rusiñol hay que enmarcarla dentro de la literatura modernista; el mismo autor lo describía en Hojas de vida, donde expresaba:
«Un arte serio que no deslumbre a los pobres de espíritu con telas y sederías de guardarropa y de cromo; un arte espiritual, lleno de originales delicatessen y bellas filigranas; un arte que quisiéramos ver admirado en nuestro país, y del que nosotros nos convertiríamos los primeros devotos y los últimos artistas »
Su producción entre el 1893 y el 1898 se reunió posteriormente a Yendo por el mundo (1896), libro que recoge poemas en prosa y otros textos en los que se perfila el modelo de artista moderno, además de su concepción y sus reflexiones sobre la sociedad moderna, y Hojas de la vida (1898), una recopilación de narraciones breves de tipo decadentista que inspiraron la producción de la obra dramática posterior del autor y que durante muchos años proporcionaron argumentos al teatro Rusiñol, que siempre se caracterizó por tratar el tema de la situación y el sentido del artista en la sociedad burguesa moderna, con unos claros tintes autobiográficos, que invitaron a la confusión entre su vida pública y su vida privada.
Rusiñol describe personajes y situaciones dentro de un plan realista, pero dejando entrever al lector otro plano, oculto, no explicitado, que condiciona el contexto y los personajes desde una zona de sombra y de misterio. Va descubriendo lo que se esconde bajo la máscara que la sociedad impone: la envidia, el odio detrás de una sonrisa o los vicios ocultos. Se mueve en medio de este tipo de "feria de las vanidades" captando con indiferencia todo lo trasladará sutilmente al lector.
El arte de Rusiñol es espiritualista, porque va más allá de su tiempo y de su país, porque el autor no se siente bien en su tiempo y su arte vive en un mundo superior. Él mismo lo manifestó en el prólogo de Oraciones: "La mayor parte de lo que llaman conquistas del progreso no me seducen ni me gustan." Su obra escrita contrasta con sus cuadros. Si en la obra pictórica recoge jardines de ensueño y paisajes difuminados y suaves, en los textos recoge una visión más cruda, más humana y realista.
A Hojas de la vida, la narración describe la vida como una sucesión de cuadros impresionistas, llenos de color, como fotogramas de una película o como hojas de un calendario, donde cada hoja arrancado le produce una cierta melancolía romántica. Pero, lejos de una visión decadente, la vida lo hace soñar porque es un brote de sueños e ideales, prosaicos y reales, ásperos y duros, siguiendo el estilo propio de los grandes novelistas del realismo.
Otras obras en prosa que completan su creación son:
1894 - Desde mi molino.
1896 - Andalucía vista por un catalán.
1897 - Impresiones de arte.
1897 - Los caminantes de la tierra. Poema en prosa.
1900 - El jardín abandonado.
1902 - El pueblo gris.
1903 - De aquí y de allá.
1905 - La noche del amor.
1905 - La isla de la calma.
1905 - Aves de barro.
1914 - El catalán de la Mancha.
Teatro
La obra teatral de Santiago Rusiñol es una parte fundamental de su creación literaria. Rusiñol fue uno de los máximos exponentes de la bohemia modernista catalana. Como dramaturgo contribuyó a la construcción de la cultura catalana de la modernidad gracias a la mirada crítica y distanciada que proporciona sobre la sociedad coetánea ya su construcción de la imagen del artista moderno, de la que él es paradigma. De hecho, Rusiñol se puede considerar el gran renovador teatral, como introductor de las novedades parisinas para superar la concepción que se tenía del teatro en Cataluña, donde las obras no habían conseguido ir más allá del costumbrismo más localista y donde el teatro era visto como un mero entretenimiento y espacio de encuentro para fomentar las relaciones sociales. [56] Rusiñol trabajar todas las formas teatrales: monólogos, teatro lírico, drama, melodramas, sainetes, teatro de títeres y vodeviles, y pasó por varias etapas hasta que se consagró definitivamente como un mito de la escena catalana.
La obra de Rusiñol ha traducido a muchos idiomas, como alemán, inglés, español, francés, ruso, sueco y polaco, entre otros. Él mismo hizo de traductor de la obra de Alfonso Daudet, y, en concreto, de tres títulos de la serie de aventuras de Tartarín de Tarascón:
También tradujo "La feria de Neuilly: sensaciones endebles de París", de Gregorio Martínez Sierra.
Catálogo de aceites
Tarde de lluvia. Museo Víctor Balaguer
Claustro de Sant Benet de Bages. Fundación Banco de Santander
Banlieue. Col. particular
Pati Blau. MNAC
La risueña. MNAC
La morfina. Museo del Cau Ferrat
El río Onyar a su paso por Girona. Museo de Bellas Artes de Valencia
Son Moragues. Col. particular
Primera etapa
1877 Clarasó disfrazado. 34 x 23,5. Col. Particular
1878-1880 Humedal. 20 x 25. Col. Particular
1878-1880 Girona. 53 x 78. Col. Particular
1878-1880 Campesina con un niño en su regazo. 134 x 100. Col. Particular
1880 Pedregal. 65 x 97. Col. Particular
1878-1882 Arroyo. 115 x 76. Col. Particular
1884 Puente sobre un río. 65 x 45. MNAC.
1880 El vado. 75 x 114. Col. Particular
1880 Doctor Fausto. 79 x 62. Col. Particular
1882 El mayordomo. 66 x 47. Col. Particular
1882 Calle de un pueblo de montaña. 77 x 36. Col. Particular
1883-1884 El puerto de Barcelona. 47 x 73,5. MNAC, en cesión en el Cau Ferrat
1880-1885 Sant Vicenç de Torelló. 148 x 56. Col. Particular
1883-1885 Peregrino. 73 x 60. Col. Particular
1878-1880 Riera. 80 x 60. Col. Particular
Naturalismo rural
1888 En la fuente. 98 x 57. Col. Particular
1888 Robles. 56,5 x 103. Col. Particular
1888 En la fuente. 98 x 57. Col. Particular
1888 Emparrado de Olot. 97 x 137. Col. Particular
1888 Fuente de San Roque, Olot. 108 x 150. Col. Particular
1889 Tarde de lluvia. 120 x 66. Museo Víctor Balaguer
Monumentos medievales
1880-1883 Plaza del monasterio de Pedralbes. 89,5 x 139. Col. Particular
1887 Plaza del Born y Santa María del Mar. 41 x 56. Col. Particular
1886-1888 Capilla del claustro de la catedral de Barcelona. 50 x 61. Col. Particular
1907 Claustro de Sant Benet de Bages. 77,5 × 97,5. Fundación Banco de Santander
Montjuïc
1889-1890 Lavanderas de la Barceloneta. 56 x 93. Col. Particular
1890 El cementerio de Ix. 150 x 126. Col. Particular
1.891 Se puede ?. 53 x 68. Museo de Montserrat
1892 Ramon Canudas enfermo. 80 x 64. Cau Ferrat
Personajes de Sitges
1892-1893 El "Malavida" de Sitges. 94 x 101,5. MNAC.
Montmartre
1.890 Le Pont Neuf. 38 x 62. Col. Particular
1.890 Île Saint-Louis. 50 x 60. Museo de Montserrat
1,890 Parque de Montsouris. 27 x 40. Col. Particular
1.890 Calle cuesta arriba de Montmartre. 29 x 38. Col. Particular
1892 La Butte. Montmartre. 74 x 101. MNAC.
1.891 La Banlieue. 97 x 130. Col. Particular
1.891 Cementerio de Montmartre. 100 x 75. Cau Ferrat
1,891 Parque del Moulin de la Galette. 61 x 50. Cau Ferrat
1.891 Utrillo en el Moulin de la Galette. 61 x 50. Cau Ferrat
Sitges
1891-1892 El Pati Blau. 112 x 79. Museo de Montserrat
1893 La niña de la clavellina. 73 x 56. Cau Ferrat
París "Quai Bourbon"
1894 Figura femenina. 100 x 81. MNAC.
1894 Novela romántica. 140 x 221,5. MNAC.
1894 La morfina. 87,3 x 115. Cau Ferrat
1895 La risueña 65 x 54. MNAC.
Girona
1915-1925 El río Onyar a su paso por Girona. 116 x 110,2. Museo de Bellas Artes de Valencia
Mallorca
1902 Jueves Santo. 73 x 98. Cau Ferrat
1903 Son Moragues. 101,5 x 127,5. Col. Particular
1904 Muralla verde, Miramar. 95 x 105. Museo de Asturias. Oviedo
Granada
1895-1898 Cipreses dorados. 110 x 80. Col. Particular
1895-1898 Cipreses dorados. 110 x 80. Col. Particular
1898 Palacio abandonado. 125 x 121. Cau Ferrat
1898 Interior del palacio Víznar I. 77 x 101. Cau Ferrat
Aranjuez
1894 Novela romántica. 140 x 221,5. MNAC.
1894 La morfina. 87,3 x 115. Cau Ferrat
1895 La risueña 65 x 54. MNAC.
Girona
1915-1925 El río Onyar a su paso por Girona. 116 x 110,2. Museo de Bellas Artes de Valencia
Mallorca
1902 Jueves Santo. 73 x 98. Cau Ferrat
1903 Son Moragues. 101,5 x 127,5. Col. Particular
1904 Muralla verde, Miramar. 95 x 105. Museo de Asturias. Oviedo
Granada
1895-1898 Cipreses dorados. 110 x 80. Col. Particular
1895-1898 Cipreses dorados. 110 x 80. Col. Particular
1898 Palacio abandonado. 125 x 121. Cau Ferrat
1898 Interior del palacio Víznar I. 77 x 101. Cau Ferrat
Aranjuez
1907 Jardines de Aranjuez. Museo Thyssen Bornemisza
1911 Fauno viejo. 118 x 140. Museo del Prado
Cuenca
1916 Casas colgadas. Col. Particular
1916 Cuenca. 111 x 135. Col. Particular
1916 La casa de la bruja. 127 x 91. Col. Particular
Arbúcies
1928-1929 Caminal de hortensias. 98,5 x 114,5. Col. Particular
1930 Jardín gris. Lago de casa Bade. 105 x 123. Col. Particular
1930 Abetos del parque Bade. 102,5 x 114,5. Col. Particular
Barcelona y cercanías
1891-1892 Cruz de término. 80,5 × 100,5. MNAC.
1900-1903 El Laberinto de Horta II. 110 x 145. Col. Particular
1913 Patio azul de Arenys de Munt. 78 x 95. MNAC.
Catálogo de carteles
La Alegría que pasa. Conservado en el fondo MAE.
Interior. Conservado en el fondo MAE.
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