El Museo Egipcio de Barcelona es una institución de interés cultural y educativo que pertenece a la Fundación Arqueológica Clos,
una entidad privada y sin ánimo de lucro que consigue autofinanciarse
mediante múltiples actividades culturales generadas alrededor de la
Colección de Arqueología Egipcia y de la Biblioteca Jordi Clos.
La Fundación actúa como elemento dinamizador del museo; de hecho,
ambos son indisociables para obtener unos buenos resultados en términos
económicos y en número de visitantes.
El museo, además, fue el primero de temática faraónica inaugurado en España
y sus más de 1.100 piezas, sus constantes exposiciones temporales y su
fondo bibliográfico especializado, lo convierten en un referente dentro
del ámbito de la arqueología egipcia.
Del mismo modo, es interesante resaltar sus atractivas iniciativas de
divulgación general. Un ejemplo de ello son las visitas nocturnas
dramatizadas, los cursos de formación para todas las edades, los
talleres infantiles y juveniles, las expediciones culturales, las
misiones arqueológicas y los viajes a lugares de interés histórico
universal.
El museo se encuentra situado en la calle Valencia y desde que abrió sus puertas por primera vez en 1994 está a disposición del público 362 días al año.
Historia del Museo
El nacimiento y recorrido del Museo Egipcio de Barcelona está íntegramente ligado a la figura del señor Jordi Clos Llombart (Barcelona, 1950), presidente de la cadena hotelera Derby Hotels Collection. Jordi Clos ha sabido compaginar su pasión por el antiguo Egipto, con su actividad empresarial en el mundo de la hostelería; muestra de ello es que en 1992,
decidiera exponer al público su colección de 70 piezas de Arqueología
Egipcia en el Hotel Claris de Barcelona, convirtiéndose en la primera
exposición permanente de arte egipcio de la ciudad.
A partir de ese momento, y viendo la gran acogida e interés que
despertaba la cultura faraónica, creó –ese mismo año- la Fundación
Arqueológica Clos con recursos totalmente privados. Dos años después, el 23 de marzo de 1994, el Museo Egipcio de Barcelona abría sus puertas con sede en la Rambla de Cataluña,
convirtiéndose en el primer museo monográfico de temática faraónica en
España. En sus instalaciones se exponían al público 300 obras
pertenecientes fundamentalmente a temáticas del mundo funerario y de las
creencias religiosas.
En 1994 y en colaboración con el Griffith Institute de la Universidad de Oxford, se creó la exposición “Tutankhamon, imatges d’ un tresor sota el desert egipci”
(Tutankhamon, imágenes de un tesoro bajo el desierto egipcio), que tuvo
una excelente acogida por parte del público. De esos años también datan
la organización de expediciones culturales y la aparición de visitas
guiadas y talleres para las escuelas, con la intención de transmitir a
los más pequeños la pasión por el antiguo Egipto.
Sin embargo, poco a poco las instalaciones del Museo fueron
quedándose pequeñas. La colección crecía rápidamente y el número de
visitantes desbordaba las salas. Por este motivo fue necesario su
traslado a una nueva sede en el año 2000.
Esta medida permitió multiplicar los espacios expositivos y conseguir
que los visitantes pudieran disfrutar de un mayor número de piezas, las
cuales, hasta entonces, no habían estado expuestas en el museo.
El Museo en la actualidad
La nueva ubicación, situada en la calle de Valencia nº 284, no sólo
supuso un cambio de localización, sino que permitió la mejora de las
instalaciones, la ampliación del espacio expositivo y la multiplicación
por tres de las piezas exhibidas. Así, el recorrido temático pudo llegar
a abarcar las facetas más relevantes de la civilización egipcia, albergando con holgura exposiciones de carácter temporal y aumentando el número y la variedad de propuestas culturales.
Instalaciones
Las instalaciones actuales cuentan con más de 2.000 m2 disponibles al
público durante 362 días al año y distribuidos en tres plantas- dos de
ellas alojan la colección permanente y una tercera se haya reservada
exclusivamente a las exposiciones temporales-; tres aulas de formación
equipadas con tecnología informática y la Biblioteca, con más de 10.000
documentos.
Además, el museo está adaptado para las personas discapacitadas, ya
que todos los ambientes se encuentran comunicados mediante un ascensor y
se han eliminado las barreras físicas que dificultan el acceso y la
circulación.
Visitas
Hay dos tipos de visitas guiadas: Las que se hacen durante todo el
año y, por tanto, es necesario concertarlas previamente; y las visitas
de los sábados, las cuales son gratuitas con el precio de la entrada. En
ambas se cuenta con la presencia de egiptólogos
profesionales que acompañan a los visitantes a lo largo de las
instalaciones para garantizar que los conocimientos transmitidos sean de
calidad.
Así mismo, también existen visitas nocturnas las noches de los
viernes o los sábados bajo reserva previa. Se trata de una forma
original de visitar el museo, de un modo más relajado y lúdico. Una de
las propuestas más solicitadas es “El Banquete Eterno” (realizada en
verano); consiste en una visita guiada centrada en el arte culinario de
la Tierra del Nilo, terminando la actividad con una degustación gastronómica en la terraza del museo.
Algunas de estas visitas nocturnas incluyen, además de las
explicaciones del guía, escenas dramatizadas por actores de la compañía
de teatro amateur Philae Theatrum.
Colección permanente
El Museo Egipcio de Barcelona posee una colección permanente formada por más de 1.100 obras del Antiguo Egipto,
a través de las cuales el público puede aproximarse a la vida y a las
costumbres de una de las civilizaciones más fascinantes de la Historia
de la Humanidad.
Obras de gran belleza artística y calidad técnica que se encuentran
agrupadas en varios ámbitos temáticos para facilitar la comprensión
desde el punto de vista formativo y didáctico.
El Faraón
El Faraón
era un personaje de gran poder en el estado egipcio; gobernaba y
dirigía el país, por lo que se encontraba en el grado más alto de la
pirámide social: era el garante del orden cósmico.
Algunas piezas destacadas en este ámbito son:
- La estatua del faraón Ramsés III (1194-1163 a.C.): En esta bella estatua, Ramsés III sostiene un estandarte divino, que pudo estar rematado con la representación del carnero de Amón. Los textos jeroglíficos muestran los diferentes nombres del rey.
- La cabeza de estatua del faraón Nectanebo I (380-362 a. C.): Nectanebo I fue el fundador de la Dinastía XXX, última dinastía nativa. Egipto no volverá a gozar de una situación de independencia, con líderes autóctonos, hasta el siglo XX. La identificación con Nectánebo se basa en la comparación con estatuas que conservan el nombre de este faraón.
- El ushebti de Senkamanisken (643-623 a. C.): Tras el abandono de Egipto por los faraones de la Dinastía XXV, sus descendientes siguieron gobernando en Nubia. En la pirámide de Senkamanisken (Nuri), se hallaron más de mil ushebtis del monarca.
- La Estela de Donación en la que aparece Cleopatra VII (51-30 a. C.): La reina y el rey realizan ofrendas a las divinidades Heka y Sejmet. A partir del estudio realizado por el Dr. Jean Yoyotte, la reina ha sido identificada con Cleopatra VII y el rey con Ptolomeo XIII o Ptolomeo XIV.
Cargos y personajes privados
Egipto representa uno de los modelos de estado más antiguos de la
humanidad: centralizado en la figura del faraón y rodeado de un gran
número de funcionarios; muchos de ellos los podemos conocer gracias, en
parte, a piezas como las que se encuentra en esta colección.
Algunos ejemplos destacados:
- La estatua cubo de Huy (1307- 1196 a. C.): Bella y completa representación de Huy, del cual desconocemos sus títulos, si es que los tuvo. Se trata de una pieza muy emotiva, ya que los textos jeroglíficos con la expresiva frase “…de su hijo, que hace vivir su nombre…”, que fue dedicada por un hijo (el escriba Huy) a su difunto padre. Del mismo modo, sobre la pieza aparece el nombre de otro hijo, el escriba Iny.
- La estatua del vigilante de la sala e inspector de los jardines de Amón (1550-1307 a. C.): El personaje, arrodillado, sostiene una estela con un himno dirigido a Re-Haractes. Tras él, otra estela contiene un himno dirigido a Osiris y a Amón. Este tipo de estatuas se encontraban en el interior de un nicho horadado sobre la puerta de las tumbas privadas tebanas.
- El cartonaje perteneciente a la Dama de la Casa Dyed-Montu-iues-anj (945-715 a. C.): Desde el Imperio Medio, el título de Dama de la Casa fue uno de los más comunes para referirse a las mujeres de la élite. En las casas nobles, la Dama de la Casa era la responsable de la mayor parte de las actividades domésticas, como la fabricación del pan y cerveza, la cocina, el tejido, el almacenamiento de grano, el cuidado de los animales y la producción artesanal. En el cartonaje aparecen representadas numerosas divinidades protectoras, así como los textos jeroglíficos que enuncia una característica fórmula de petición de ofrendas y proporcionan el nombre de la señora y el de su esposo.
- El grupo escultórico integrado por tres personajes masculinos (715-332 a. C.): Se trata de un buen ejemplo de estatua tardía en la que se han aplicado elementos estilísticos de épocas anteriores. A pesar de los textos jeroglíficos redactados en la parte posterior y en uno de los laterales, su estado de conservación no permite identificar a los personajes.
La Joyería
En actividades creativas como la joyería, los egipcios lograron
alcanzar niveles inimaginables, siendo sus productos las muestras más
evidentes de una sofisticada cultura y de un dominio ejemplar de las
diversas técnicas utilizadas.
En el museo se pueden contemplar algunos ejemplos como:
- La cabeza en oro del dios Osiris (715-332 a. C.): oro, plata y electrum fueron los metales predilectos para la fabricación de joyas. El oro, con su brillo e incorruptibilidad, se relacionaba con el sol y con el concepto de inmortalidad (así, la carne de los dioses era de oro). La plata se relacionó con la luna; de plata eran también los huesos de los dioses. El electrum, en estado natural o producido artificialmente, es un compuesto de oro y plata, por lo que asumió las funciones simbólicas de ambos.
- El anillo de oro perteneciente a un personaje llamado Sa-Neith (664-525 a. C.): Se trata de una pieza sumamente singular, de la que no existen más de media docena en todo el mundo (en cuanto a tamaño y calidad de ejecución). Los títulos de Sa-Neith son los siguientes: 'Profeta y padre divino', 'Director de las capillas (de la diosa Neith)', 'Sacerdote de Horus', 'Aquel cuyas dos diademas son grandes', 'Sacerdote wen-ra de Ptah, que le ama', 'Señor de la ciudad de Letópolis (en el delta; posiblemente la ciudad de origen del propietario del anillo).
- Pectoral de esteatita (1550-1070 a. C.): piezas como esta podían substituir al escarabajo del corazón, asumiendo la función de propiciar un juicio justo para el alma de su propietario. El escarabajo pelotero fue uno de los animales que aporto mayor simbología a la cultura egipcia. Se asoció al sol y fue considerado como un símbolo de regeneración o de autocreación.
El trabajo de la piedra y la cerámica
Ya desde el Periodo Predinástico,
el tratamiento de la piedra y la cerámica alcanzó un nivel técnico y
estético muy alto, escasamente superado durante la época faraónica. Fue
en las creaciones en piedras de todo tipo donde los egipcios aprendieron
y practicaron las técnicas de trabajo que aplicaron a gran escala en
sus obras escultóricas y arquitectónicas. Se puede afirmar que las
producciones en piedra figuran como la vajilla de lujo por excelencia,
relegando la cerámica a un papel secundario.
Cabe destacar:
- El recipiente de alabastro (2465-2150 a. C.).
- El cuenco de granodiorita (2920-2575 a. C.).
Cosmética y erotismo
La atención y el cuidado que los egipcios dedicaron a sus cuerpos se
pone de manifiesto en el uso de gran cantidad de objetos y productos
relacionados con la cosmética. Este sentido estético, destinado
esencialmente a aumentar el atractivo de hombres y mujeres, no estaría
exento de una cierta carga de erotismo.
A pesar de todo, las representaciones figuradas o los textos escritos
de carácter erótico sexual no son comunes en el arte y la literatura
egipcios, al menos de una forma demasiado directa. Por ejemplo:
- Un espejo con la representación de los dioses Osiris, Isis y Neftis (715-332 a. C.): Los espejos egipcios tenían las superficies de metal, generalmente, cobre, bronce o plata. Por su forma y brillo, estaban asociados simbólicamente con el sol. Muchas de estas piezas eran entregadas a divinidades femeninas como objeto de culto.
- Un apoyacabezas de alabastro (2040-1440 a. C.): Algunos objetos como el apoyacabezas resultan sorprendentes e, incluso, resulta complicado entender que se utilizaran como cojín para hacer más cómodo el descanso. Bajo la cabecera del apoyacabezas se puede apreciar la representación de dos manos abiertas para recibir entre ellas la cabeza.
- Un recipiente de kohol de madera, marfil y ébano (1550-1307 a. C): Ungüentos, perfumes y pintura para ojos fueron productos ampliamente utilizados por los egipcios. Los papiros médicos enumeran largas listas de substancias destinadas a finalidades varias (eliminación del olor corporal, hidratación de la piel, tratamiento de arrugas y pecas, prevención de la caída del cabello…). El producto más extendido fue el kohol (en egipcio, mesdemet).
- Una cama de madera (2920-2649 a. C.): Además de ser un indicativo del nivel de confort con el que contaban las casas egipcias de la élite, la cama también fue utilizada como contexto relacionado con actividades sexuales. Muestra de ello son las figurillas femeninas yacentes sobre un lecho que a partir del Imperio Nuevo se incorporaron a las tumbas para propiciar la regeneración del difunto.
Creencias y prácticas funerarias, el mito de Osiris y la momificación
Los egipcios consideraban que la muerte era solamente una
interrupción temporal, ya que el ser humano tenía la posibilidad de
vivir eternamente. Este privilegio, que en un principio afectaba
únicamente a los miembros más importantes de la sociedad, poco a poco
acabó por extenderse a todos los habitantes del país.
Desde el punto de vista ritual, la momificación
del cuerpo era el proceso que condicionaba en mayor medida la
posibilidad de la vida eterna. Del mismo modo, el individuo debía
disponer de una tumba o casa de eternidad que acogiera su momia, el
equipamiento necesario para su subsistencia y una zona de culto.
Vestigios de esta fascinante cultura pueden ser hallados en piezas tales como:
- Una momia romana de las denominadas retratos de El Fayum (150-200 a. C.); Esta momia a la que se ha rebautizado como la 'Dama de Kemet', es una muestra tardía de una de las actividades más singulares practicadas por los egipcios. Sobre sus vendas se alude mediante representaciones divinas al ciclo de muerte-resurreción-continuidad de la vida, objetivo último que se pretende para ella.
- Una estatuilla de bronce de Isis y Osiris (715-332 a. C.): Osiris, que fue asesinado por su hermano Set, recobró la vida gracias a su esposa Isis, resucitando en el mundo de los muertos. Horus, hijo de ambos, se convirtió en su heredero. La posibilidad de vida tras la muerte concretada en Osiris fue la base principal de las creencias religiosas y las prácticas funerarias.
- Una caja de madera utilizada como contenedor de vísceras (302 – 30 a. C.): Ricamente decorada con escenas y motivos de tipo religioso entre los que destacan diversos amuletos (ojos udyat, pilar dyed, el nudo de Isis, el signo de la vida anj o el cetro uas). También pueden apreciarse una 'falsa puerta', una escena con la propietaria de la caja ante los cuatro hijos de Horus y otra con las diosas Isis y Neftis flanqueando el fetiche de Abido, símbolo del dios Osiris.
- Un ataúd y momia de halcón en madera (715-332 a. C.): Al igual que los seres humanos, determinados animales también fueron momificados al ser considerados como manifestaciones terrenales de los dioses. Así, el gato era el animal sagrado de la diosa Bastis; el ibis, de Tot; el cocodrilo de Sucos, y el halcón, de Horus.
Las dependencias funerarias
Las tumbas egipcias eran consideradas las casas de eternidad de los
difuntos. Por tanto, las pirámides, las mastabas o las tumbas rupestres
gozaron de gran importancia.
Piezas relacionadas con este ámbito son:
- El ataúd de madera estucada y pintada (715-332 a. C.): Por el tamaño y la ausencia de la barba postiza, podría tratarse del ataúd de un niño. Es de destacar la conservación de los elementos utilizados para el ensamblaje de las dos partes que componen la pieza así como la presencia de restos del vendaje de la momia.
- La parte superior de la cubierta del ataúd en caliza (664-525 a. C.): A partir del Imperio Nuevo se generalizó el uso del ataúd antropoide. Esta pieza fragmentaria muestra en un trabajo de gran calidad la parte correspondiente al rostro del difunto. El sexo masculino del personaje es deducible a partir de las sujeciones para la barba postiza.
- Una máscara funeraria (Siglo I a. C.): La máscara funeraria cubría directamente la cabeza y el torso de la momia. Su función más destacada era la de facilitar la identificación del difunto a partir de la reproducción de sus rasgos faciales. Sobre ellas aparecen además diversos elementos ornamentales y divinidades protectoras.
- El ataúd del sacerdote Cnumhotep en madera (1991-1783 a. C.): El ataúd de forma paralelepípeda es característico de los Imperios Antiguo y Medio y de las tumbas reales del Imperio Nuevo. Este ejemplar cuenta con textos jeroglíficos dirigidos a Osiris y Anubis que piden una completa dotación de ofrendas para el sacerdote Cnumhotep. Los ojos representados en uno de sus laterales permitían al difunto observar lo que ocurría en el mundo exterior.
La capilla de culto
Al contrario que las cámaras sepulcrales, la zona de culto funerario
de las tumbas egipcias era accesible para los allegados o los
responsables de realizar las ofrendas necesarias para garantizar la
subsistencia del difunto.
Estatuas de sustitución, estelas
de “falsa puerta”, mesas de ofrendas y representaciones parietales de
todo tipo, son algunos de los elementos más comunes que integran los
espacios culturales.
El complejo universo del culto egipcio queda representado con piezas tales como:
- La estela-falsa puerta del escriba Sebekemheb (1391-1353 a. C): La estela de 'falsa puerta' fue concebida como una vía de comunicación entre el mundo de los vivos y los muertos. Los ojos representados permiten al difunto ver lo que ocurre en el interior de la capilla de ofrendas y, si era necesario, podía salir del recóndito ámbito sepulcral. Las escenas de esta pieza muestran a Sebekemheb y a su esposa ante los dioses Osiris y Anubis. Bajo ellos, diversos familiares aportan ofrendas para los difuntos.
- La mesa de ofrendas perteneciente a Inpu (1550-1070 a. C.): La mesa de ofrendas era colocada ante la estela falsa puerta a fin de que el difunto pudiera encontrar allí los alimentos necesarios para subsistir en el Más Allá. Las ofrendas, normalmente, se representaban sobre la superficie.
- El fragmento de relieve parietal con un personaje noble decorando su tumba (1307 – 1196 a. C.): Desde el Imperio Antiguo, las paredes de las capillas de culto fueron ocupadas por representaciones pintadas o en relieve. En este caso, un personaje vestido con la indumentaria típica del visir, está decorando la que parece ser su propia tumba. Con la mano izquierda sujeta un elemento de difícil identificación y bajo la silla, se encuentra otro, interpretable como un contenedor de papiros.
- La mesa de ofrendas de terracota (1191-1640 a. C.): Las mesas de ofrendas, normalmente colocadas en el interior de las capillas de culto ante la estela falsa-puerta, servían de soporte a los alimentos sólidos y líquidos que el culto funerario aseguraba a los difuntos.
- El cono funerario del Jefe de los Cerveceros y de los Corrales de Amón (1550-1070 a. C.): El cono funerario es un producto típicamente tebano. Se han encontrado numerosos ejemplares asociados a las tumbas privadas, desconociéndose con precisión su función exacta. Los textos más habituales que muestran suelen citar los nombres y los títulos de personajes importantes.
El culto en los templos
El templo egipcio fue concebido como la casa de los dioses, una morada adecuada para su adoración. El ser humano debía mantener el orden cósmico, demostrando su agradecimiento por habérsele permitido habitar en la tierra.Piezas destacadas son:
- El relieve parietal con la representación del dios Amón (1550-1070 a. C.): Amón era el dios de lo invisible, de ahí que se le denominara 'el oculto'. En este bajorrelieve aparece entronizado y luciendo su característico tocado formado por dos largas plumas. Durante el Imperio Medio y Nuevo, Amón llegó a ser el dios legitimador del estado faraónico, protegiendo la autoridad real y el imperio.
- La representación de un faraón en forma de esfinge en piedra caliza (332-30 a. C.): La esfinge egipcia suele interpretarse como el resultado de la integración de dos poderes: por un lado la fuerza y el vigor que proporciona el cuerpo del león y, por el otro, el rango divino o regio aportado por la cabeza de faraón o de una divinidad. Este tipo de piezas solían utilizarse como objetivo votivo.
- La estela funeraria en madera (1070 a. C.-715 a. C.): En esta estela se pueden identificar los dioses Re-Haractes y Atum, que reciben ofrendas por parte de la dama Taheru. En el texto de mayor longitud, se nombran algunos de sus familiares, su padre, el 'Padre divino de Amón, en Karnak', llamado Dyed-Hor, hijo de Tairy.
Dioses de Egipto
Los antiguos egipcios adoraron a miles de dioses; quizá una de las
facetas más características fuera el culto que rindieron a ciertos
animales, reflejado claramente en sus creaciones artísticas. Estas
divinizaciones siempre estaban relacionadas con algún proceso de
observación de la naturaleza, transformando a estos seres en la
encarnación de los dioses. Ejemplos de algunas piezas del museo son:
- La cabeza de babuino en caliza (1550-1307 a. C.): estas representaciones de babuinos de grandes dimensiones frecuentemente ornamentaban los templos, pues se consideró que estos animales estaban íntimamente relacionados con el Sol. Esta creencia procedía de la observación de que estos monos gritan al amanecer, justo cuando el astro solar se eleva en el horizonte.
- La representación de la diosa Bastet (664-525 a. C.): Los gatos fueron divinizados y considerados protectores, dada su capacidad para cazar animales dañinos (roedores, serpientes…). No obstante, la diosa Bastet no sólo tenía connotaciones amables y maternales, además podía transformarse en un ser iracundo y cruel, por lo que su carácter se confundía con el de Sacmis, la diosa leona de la guerra.
- El amuleto del toro Apis (664-525 a. C.): diversos dioses egipcios podían encarnarse en el toro, aunque Apis llegó a ser el más poderoso y célebre. Cada año los sacerdotes seleccionaban al animal que consideraban la encarnación del dios, para finalmente ser momificado y enterrado con gran lujo. El culto a esta divinidad relacionada con la fertilidad y la fuerza fue especialmente intenso en las épocas más tardías.
- La estatua de la diosa Tueris (715-332 a. C.): Esta curiosa divinidad con cuerpo de hipopótamo, pies y brazos de león, pechos humanos y cola de cocodrilo, fue la patrona de las mujeres durante el embarazo y el parto. Con su aspecto feroz, protegía a mujeres y niños de los seres malignos.
- Representación de la divinidad Horus de Buto (715-332 a. C.): Hay numerosos aspectos del dios Horus que presentan substanciales diferencias desde el punto de vista iconográfico. Esta pieza es un ejemplo claro. El denominado Horus de Buto se representa con cuerpo humano masculino y cabeza de león. En la plataforma figura un texto dirigido a la diosa deltaica Uadyet
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