dilluns, 11 de juny del 2018

LICEU A LA FRESCA 2018. CASTELLDEFELS



















Después de la sipnosis e historia de la ópera que veremos, un blog sobre su autor, el compositor italiano Giacomo Puccini. 
Como tiene muchas obras y otras que no llegaron a concretarse los que esteis interesados id a la Wikipedia para ver su contenido. 





Giacomo Antonio Domenico Michele Secondo Maria Puccini (Lucca, 22 de diciembre de 1858-Bruselas, 29 de noviembre de 1924) fue un compositor italiano de ópera, considerado entre los más grandes, de fines del siglo XIX y principios del XX.
Fue un visionario, creando los conceptos de música que van a regir al cine durante el siglo XX. Para él, el uso de pasajes modales o recursos politonales y la tonalidad o la atonalidad eran cuestiones de efecto que estaban definidas por las necesidades dramáticas de la obra. Por ejemplo, en Tosca, la forma en que reemplaza el texto por pasajes musicales nos anticipa la acción que está por acontecer, al mejor modo de Alfred Hitchcock en sus películas de suspense. Otro ejemplo es en La Bohème, cuando escuchamos el tema de Mimi antes de que ella aparezca en escena, cuando Rodolfo les dice a sus amigos que se va a quedar en la buhardilla.1
Fue uno de los pocos compositores de ópera capaces de usar brillantemente las técnicas operísticas alemana e italiana. Se lo considera el sucesor de Giuseppe Verdi. Algunas de sus melodías, como "O mio babbino caro" de Gianni Schicchi, "Che gelida manina" de La bohème y "Nessun dorma" de Turandot, forman parte hoy día de la cultura popular.
Su primera ópera fue Le Villi (1884) y su primer triunfo Manon Lescaut (1893). Además de doce óperas, Puccini escribió otras obras notables, como una Misa solemne, un Himno a Roma, un capricho sinfónico, dos preludios sinfónicos y tres minués para cuarteto de cuerdy





Biografía

 

Primera etapa

 

Nacido en una familia de músicos (los Puccini fueron durante generaciones maestros de cámara del Duomo, Catedral de Lucca), después de haber perdido a su padre a la edad de cinco años, fue enviado a estudiar con su tío Fortunato Magi, que lo consideró un alumno no particularmente dotado y sobre todo indisciplinado.
Más tarde consiguió el puesto de organista y maestro de coro en Lucca. La leyenda dice que la decisión de dedicarse al teatro musical le vino después de asistir en 1876 a una representación de Aida de Verdi en Pisa, a donde había llegado a lomos de una mula.
Corresponden a este período las primeras composiciones escritas, entre las que destacan una cantata (I figli d'Italia bella, 1877), un motete (Mottetto per San Paolino), 1877) y una Misa (1880).
En 1880, con la ayuda de un pariente y una beca, consiguió inscribirse en el Conservatorio de Milán para estudiar composición con Antonio Bazzini y Amilcare Ponchielli. En ese mismo año, a la edad de 21 años, compuso la Misa, que marca la culminación de la larga relación de su familia con la música religiosa. Aunque Puccini la llamó correctamente la Messa, una Misa, se la conoce popularmente como la Misa de Gloria.
Esta obra anticipa la carrera de Puccini como compositor de ópera, al mostrar atisbos de la capacidad dramática que más tarde liberaría en la escena, ya que las poderosas arias para tenor y bajos solistas son más operísticas de lo habitual en música religiosa. Además, la orquestación y la potencia dramática la comparan con la Misa de Réquiem de Verdi.
Mientras estudiaba en el Conservatorio, Puccini obtuvo un libreto de Ferdinando Fontana y participó en un concurso para realizar una ópera de un acto en 1882. Aunque no ganó el concurso, Le Villi se representó en 1884 en el Teatro dal Verme de Milán y llamó la atención de Giulio Ricordi, editor de música, que le comisionó una segunda ópera para estrenar en el Teatro de la Scala de Milán, pero Edgar (1889), que le costó cinco años de trabajo, no tuvo mucho éxito y en los decenios posteriores sufrió sucesivas modificaciones radicales sin llegar a entrar en el "repertorio".
Entre tanto, en 1884, Puccini había formado una familia, iniciando una convivencia con Elvira Bonturi, mujer del farmacéutico de Lucca, Narciso Gemignani, que duró, con vicisitudes, toda la vida. Elvira le dio en 1880 su primera hija, Fosca, y en 1886 nació su segundo hijo, Antonio, llamado Tonio.

 

 

 

Puccini en Torre del Lago

 

Desde 1891 en adelante, Puccini pasa la mayor parte de su tiempo en Torre del Lago, una pequeña localidad a unos 20 kilómetros de Lucca situada entre el Mar Tirreno y el lago Massaciuccoli, al sur de Viareggio. Al principio vivía en una casa alquilada y pasaba mucho tiempo dedicado a la caza, aunque continuaba visitando Lucca regularmente. Sin embargo, en 1900 compró un terreno y construyó una casa al borde del lago. Puccini vivió en ella hasta 1921, cuando la contaminación del lago por los trabajos de extracción de turba le obligaron a trasladarse a Viareggio, un poco más al norte.

 

 

 

El éxito: las colaboraciones con Luigi Illica y Giuseppe Giacosa

 

Después del semi paso en falso de Edgar, la tercera ópera —Manon Lescaut— fue un éxito extraordinario, quizás el mayor de la carrera de Puccini. Además, fue el inicio de la colaboración con los libretistas Luigi Illica y Giuseppe Giacosa. Illica y Giacosa escribieron después los libretos de las siguientes tres óperas de Puccini, las más famosas.
La primera, La Bohème (basada en la novela de Henri Murger Scènes de la vie de Bohème), es, quizás, su ópera más famosa. Entre las obras maestras del panorama operístico tardorromántico, La Bohème es un ejemplo de síntesis dramatúrgica, estructurada en cuatro "cuadros" .
La siguiente ópera, Tosca, representa la incursión de Puccini en el melodrama histórico. El tema, tomado de Victorien Sardou, puede recordar algunos estereotipos de la ópera verista, pero las soluciones musicales anticipan más bien, en particular en el segundo acto, el naciente expresionismo musical.
La tercera ópera es Madama Butterfly. Está basada en un drama de David Belasco y es la primera ópera exótica de Puccini. Su estreno en la Scala de Milán en 1904 fue un solemne fiasco, probablemente en parte orquestado por sus críticos. Sin embargo, después de algunas modificaciones, esta ópera obtuvo un pleno éxito que dura hasta hoy.
La colaboración con Illica y Giacosa fue ciertamente la más productiva de la carrera artística de Puccini. A Luigi Illica, dramaturgo y periodista, le correspondía la tarea de esbozar el fondo y definir la trama poco a poco, discutiéndola con Puccini, para acabar con un texto completo. A Giuseppe Giacosa, autor de comedias de éxito y profesor de literatura, le correspondía el delicado trabajo de poner en verso el texto, manteniendo tanto los aspectos literarios como los musicales, tarea que realizaba con gran paciencia y sensibilidad poética.
La última palabra la tenía siempre Puccini, al cual Giulio Ricordi apodaba el Dogo, por el predominio que ejercía en el grupo. Ricordi contribuía también personalmente a la creación de los libretos, sugiriendo soluciones, de vez en cuando escribiendo versos y, sobre todo, mediando entre los libretistas y el músico en las ocasiones de las frecuentes controversias debidas a la costumbre de Puccini de revolucionar el hilo dramático durante la génesis de las óperas.

 

 

La crisis

 

A partir de 1904 comenzaron los años más difíciles de la vida de Puccini. En ese año, el músico, apasionado de los automóviles, resulta gravemente herido en un accidente de coche y debe seguir una larga y penosa convalecencia.
En 1906, la muerte de Giacosa pone fin a la colaboración a tres que había producido las precedentes obras maestras. Todas las tentativas de colaboración solamente con Illica naufragaron, en particular en el proyecto de una Maria Antonietta.
En 1909, una nueva tragedia y un escándalo golpean profundamente al músico: su aya, Doria Manfredi, de 23 años, objeto de los celos obsesivos de Elvira, se suicida envenenándose. Este drama agravó más tarde las relaciones entre el compositor y su esposa.
En 1912, muere también Giulio Ricordi, el editor al cual Puccini se sentía profundamente ligado y a quien consideraba un segundo padre.
En el aspecto artístico, la pasión por el exotismo (del cual nació Madama Butterfly) empujaba cada vez más al artista a afrontar el lenguaje y los estilos de otras tradiciones musicales: nacieron así, en 1910, La fanciulla del West (La chica del Oeste), un western de antes de que existiera este término; y en 1917, La rondine (La golondrina), concebida inicialmente como opereta y convertida finalmente en un híbrido singular entre este género y el de la ópera lírica. Esta crisis se manifestó en la gran cantidad de proyectos abortados, abandonados en un estado de trabajo avanzado (véase la lista del final). A fines del siglo XIX, Puccini intentó también, en varias ocasiones, colaborar con Gabriele D'Annunzio, pero sin llegar a acabar sus obras, quizá debido a que no congeniaban.

 

 

El Tríptico

 

El eclecticismo de Puccini, junto con su incesante búsqueda de soluciones originales, encontraron pleno apogeo en el llamado Il Trittico, tres óperas de un acto, estrenadas en Nueva York, a la vez en 1918. Las tres obras presentan características contrastadas: trágica y verista Il tabarro, elegíaca y lírica Suor Angelica y cómica Gianni Schicchi.
De las tres, la última se convierte rápidamente en popular, mientras que Il tabarro, inicialmente juzgada inferior, ganará con el tiempo el favor pleno de la crítica. Suor Angelica era, sin embargo, la preferida del autor.
Concebidas para representarse en una sola velada, hoy día cada una de las operas del tríptico son casi siempre puestas en escena junto con otras óperas de otros compositores.

 

 

Turandot, la ópera inconclusa

 

Momento de la representación de Turandot en el Luna Park de Buenos Aires en 2006.
 
 
La última ópera, Turandot, quedó inconclusa, ya que Puccini murió el 29 de noviembre de 1924, en Bruselas, como consecuencia de complicaciones durante el tratamiento de un cáncer de garganta para el que había ido a tratarse allí y del que solamente su hijo conocía la gravedad real. Puccini era un fumador compulsivo.
Las últimas dos escenas de Turandot fueron acabadas por Franco Alfano bajo la supervisión de Arturo Toscanini. La noche del estreno, el propio Toscanini, que dirigía la orquesta, interrumpió la interpretación donde el maestro había dejado la composición. En el día del estreno en La Scala, cuando muere Liu y el coro canta "Liù, bontà perdona! Liù, docezza, dormi! Oblia! Liù! Poesía!" Toscanini se volvió al público desde el podio dejando la batuta y con voz queda y emocionada, mientras lentamente se bajaba el telón, pronunció las siguientes palabras: "Aquí finaliza la ópera, porque en este lugar murió el Maestro". La versión que completó Alfano se presentó en la segunda noche. En 2001, vio la luz un nuevo final, compuesto por Luciano Berio y basado en el libreto y los esbozos de Puccini.
Basada en una fábula teatral de Carlo Gozzi y representada por primera vez en 1926, Turandot es la primera ópera pucciniana de ambientación fantástica, cuya acción —como se puede leer en la partitura— se desarrolla «en el tiempo de las fábulas». En esta ópera, el exotismo se convierte en la propia forma del drama: la China es así una suerte de reino de los sueños y de eros, con apariciones, fantasmas, voces y sonidos provenientes de la otra dimensión de fuera de la escena.
Puccini se entusiasmó rápidamente con el tema y con el personaje de la princesa Turandot, altiva y sanguinaria, pero tuvo dudas en el momento de poner la música al final, un insólito final feliz, sobre el cual trabajó un año entero sin conseguir acabarlo.

 

 

 

Personalidad

 

Excepto para su última ópera, Turandot, Puccini componía sus óperas cerrando herméticamente puertas y ventanas para impedir que la luz del día entrara en la estancia donde se encontraba, ya que era frecuente que dedicara la noche a corregir y perfeccionar lo compuesto.
Se debe a Puccini la construcción del primer automóvil todoterreno italiano. Enamorado de los coches, el maestro comenzó su carrera automovilística comprando, en 1901, un De Dion Bouton "5 CV", visto en la Exposición de Milán de aquel año y rápidamente sustituido en (1903) con un Clement Bayard. Con estos vehículos, corría de su refugio de Torre del Lago a Viareggio o Forte dei Marmi, donde veraneaba. Parece que, a veces, demasiado rápidamente, según la policía de Livorno, que multó a Puccini por exceso de velocidad en diciembre de 1902. Una noche, dos meses más tarde, cerca de Vignola, el Clement se salió de la carretera con su mujer, su hijo, un mecánico y el mismo Puccini a bordo; todos resultaron ilesos salvo el músico, que se fracturó una pierna.
En 1905, compró un Sizaire et Naudin, al cual siguió un Isotta Fraschini del tipo "AN 20/30 HP" y algunos Fiat, entre los cuales hubo un "40/60 HP", en 1909, y un "Fiat 501", en 1919. Todos ellos automóviles adecuados a salidas con la familia pero no para utilizarlos en sus amadas partidas de caza. Por este motivo, Puccini pidió a Vincenzo Lancia la realización de un vehículo capaz de moverse también en terrenos difíciles. Después de pocos meses, le entregaron el que se considera el primer todoterreno de Italia, con chapa reforzada y ruedas articuladas y un precio astronómico (35 000 liras de la época). Pero Puccini no quedó satisfecho totalmente y compró después un "Lancia Trikappa" y un "Lancia Lambda".
Con el primero, en agosto de 1922, el músico organizó un larguísimo viaje en automóvil por Europa. La «comitiva» de amigos iba en dos vehículos, el Lancia Trikappa de Puccini y el Fiat 501 de su amigo Angelo Magrini. El itinerario era: Cutigliano, Verona, Trento, Bolzano, Innsbruck, Múnich, Ingolstadt, Núremberg, Fráncfort, Bonn, Colonia, Ámsterdam, La Haya, Constanza y el retorno a Italia. El "Lambda" de 1924 fue el último vehículo de Puccini, con el que se trasladó a la estación de Pisa para coger el tren a Bruselas, donde falleció.
Después de su muerte se construyó un mausoleo en la Casa Puccini en Torre del Lago, donde está enterrado el compositor junto con su mujer y su hijo, que murió más tarde. Esta casa es hoy día conocida como la "Casa Museo Puccini". La Casa Museo Puccini pertenece en la actualidad a su nieta Simonetta Puccini, y está abierta a las visitas del público.

 

 

Personalidad artística

 

Figura de pro del mundo operístico italiano, Giacomo Puccini se alejó de la tendencia dominante en su época, la ópera verista.
Es difícil situar a Giacomo Puccini en el panorama internacional, ya que su música, por su continua evolución artística, no tiene la tensión innovadora de muchos de los mayores compositores europeos de la época.
Puccini se dedicó de manera casi exclusiva a la música teatral y, al contrario de los maestros de la vanguardia novecentista, escribió siempre pensando en el público, cuidando las representaciones y siguiéndolas en las giras por el mundo.
Aunque creó solamente doce óperas (comprendidas tres en un acto que componen el Tríptico), sus obras se han asentado en los repertorios de los teatros líricos de todo el mundo. Los ingredientes fundamentales de su teatro son la variedad, la rapidez, la síntesis, la profundidad psicológica y la abundancia de hallazgos escénicos.
El público, bien que a veces desorientado por las novedades de cada ópera, al final se ponía de su parte; por el contrario, la crítica musical, en particular la italiana, consideró durante mucho tiempo a Puccini con sospecha u hostilidad. Se le solía acusar en Italia a Puccini de comercial y se decía que su música no era ni italiana, ni rusa, ni alemana, ni francesa. No obstante, expresaron su admiración por su trabajo contemporáneos como Stravinski, Schoenberg, Ravel o Webern.
El gran mérito de Puccini fue su inclinación ecléctica, asimilando y sintetizando con habilidad y rapidez lenguajes y culturas musicales diferentes. Para aproximarse a la personalidad artística de Puccini es preciso indagar en las relaciones que urdió con las diferentes culturas musicales y teatrales de su tiempo.

 

 

 

Influencia de Richard Wagner

 

Desde su llegada a Milán, Puccini formó parte de los admiradores de Richard Wagner: las dos composiciones sinfónicas presentadas como ejercicios del Conservatorio – el Preludio Sinfonico en La mayor (1882) y el Capriccio Sinfonico (1883) – contienen signos temáticos y estilísticos explícitos parecidos a las óperas de la primera madurez wagneriana: Lohengrin y Tannhäuser. A principios de 1883 adquirió junto con su compañero de habitación Pietro Mascagni, la partitura de Parsifal, cuyo Motivo de la Eucaristía se cita literalmente en el preludio de Le Villi.
Puccini ha sido quizá el primer músico italiano en comprender que la enseñanza de Wagner iba bien con su teoría del «drama musical» y de la «ópera de arte total»— que en Italia fueron el centro del debate—, y concernía específicamente el lenguaje musical y la estructura narrativa.
Si en sus obras de los años 1880 la influencia wagneriana se manifiesta sobre todo en algunas elecciones armónicas y orquestales que a veces recuerdan a una copia, a partir de Manon Lescaut Puccini empieza a explorar la técnica compositiva, llegando no sólo a utilizar de manera sistemática el leitmotiv sino a ligarlo también, según el sistema que Wagner empleó en Tristán e Isolda.
Todas las óperas de Puccini a partir de Manon Lescaut, se prestan a la lectura y la escucha también como partituras sinfónicas. Réné Leibowitz llegó incluso a individualizar en el primer acto de Manon Lescaut una articulación en cuatro tiempos de sinfonía, donde el tempo lento coincide con el encuentro entre Manon y Des Grieux y el scherzo (el término figura en el manuscrito) con la escena de la partida de cartas.
Sobre todo a partir de Tosca, Puccini recurre a una técnica típicamente wagneriana, cuyo modelo puede identificarse en el célebre himno a la noche del segundo acto de Tristán e Isolda. Se trata de lo que podría definirse como una suerte de crescendo temático, a partir de un núcleo (que genera ideas secundarias), cuya progresión se desarrolla y llega a un clímax sonoro, colocado un poco antes de la conclusión del episodio (técnica que Puccini emplea de manera particularmente sistemática y eficaz en Il tabarro).

 

 

Influencia francesa

 

Puccini tomó de la ópera francesa, y, en particular de Bizet y Massenet, el cuidado por el color local e histórico, elemento no propio de la tradición operística italiana. La reconstrucción musical del ambiente constituye un aspecto de relieve en todas las partituras de Puccini: de la China de Turandot, del Japón de Madama Butterfly, del Oeste americano (Far West) de La fanciulla del West, del París de Manon Lescaut, La Bohème, La Rondine y Il Tabarro, de la Roma papal de Tosca, de la Florencia del siglo XIII de Gianni Schicchi o del convento del siglo XVII de Suor Angelica.
La armonía de Puccini, tan dúctil e inclinada a los procedimientos de la música modal, parece tomar elementos de la música francesa de la época, sobre todo la no operística. De todas formas, no es fácil demostrar la presencia de una influencia concreta, ya que pasajes de este tipo se encuentran en el primer Puccini desde Le Villi, cuando la música de Fauré y Debussy era todavía desconocida en Italia. Parece más verosímil que, al evolucionar el gusto artístico de Puccini hacia el empleo de combinaciones modales como la última partitura de Wagner (Parsifal), que se considera la más francesa de las operas de éste y que emplea abundantemente combinaciones modales.
Al comienzo de los años noventa Puccini parece pasar, como otros músicos italianos de su generación, por una fase de fascinación por la música de Debussy: emplea la escala hexatonal sobre todo en la Fanciulla del West. Pero Puccini en lugar de utilizar ese recurso armónico desde un punto de vista estético lo utiliza de manera funcional formando parte del núcleo poético de esta ópera ambientada en el Nuevo Mundo.

 

 

 

La herencia italiana

 

La fama de compositor internacional ha oscurecido a menudo el vínculo de Puccini con la tradición italiana y, en particular, con el teatro de Giuseppe Verdi. Los dos compositores de óperas italianos más populares tienen en común la búsqueda de la máxima síntesis dramática y de la dosificación exacta de los tiempos teatrales sobre el recorrido emotivo del espectador. Italiana es también la presencia de la dialéctica entre el tempo musical real y el tiempo psicológico, que antiguamente se manifestaba en la contraposición entre la parte recitativa (durante la que se desarrolla la acción) y las arias (expresión de los estados de ánimo). Las óperas de Puccini contienen numerosos episodios cerrados en los cuales el tiempo de la acción parece ralentizado: como en la escena de la entrada de Butterfly, con el canto irreal de fuera de la escena de la geisha que intenta subir la colina de Nagasaki para alcanzar el nido nupcial. En general, Puccini trata la función tiempo con la elasticidad de un gran novelista.
Más controvertido es el papel asignado a la melodía, siempre eje capital de la ópera italiana. Considerado un magnífico melodista, hoy día se reconocen también los aspectos armónicos y tímbricos de su música.





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