Leonardo da Vinci (Leonardo di ser Piero da Vinci) (Vinci, 15 de abril de 1452-Amboise, 2 de mayo de 1519) fue un polímata florentino del Renacimiento italiano. Fue a la vez pintor, anatomista, arquitecto, paleontólogo, artista, botánico, científico, escritor, escultor, filósofo, ingeniero, inventor, músico, poeta y urbanista. Murió acompañado de su fiel Francesco Melzi, a quien legó sus proyectos, diseños y pinturas. Tras pasar su infancia en su ciudad natal, Leonardo estudió con el célebre pintor florentino Andrea de Verrocchio. Sus primeros trabajos de importancia fueron creados en Milán al servicio del duque Ludovico Sforza. Trabajó a continuación en Roma, Bolonia y Venecia, y pasó los últimos años de su vida en Francia, por invitación del rey Francisco I.
Frecuentemente descrito como un arquetipo y símbolo del hombre del Renacimiento, genio universal, además de filósofo humanista cuya curiosidad infinita solo puede ser equiparable a su capacidad inventiva,
Leonardo da Vinci es considerado como uno de los más grandes pintores
de todos los tiempos y, probablemente, es la persona con el mayor número
de talentos en múltiples disciplinas que jamás ha existido. Como ingeniero e inventor, Leonardo desarrolló ideas muy adelantadas a su tiempo, tales como el helicóptero, el carro de combate, el submarino y el automóvil. Muy pocos de sus proyectos llegaron a construirse (entre ellos la máquina para medir el límite elástico de un cable), puesto que la mayoría no eran realizables durante esa época. Como científico, Leonardo da Vinci hizo progresar mucho el conocimiento en las áreas de anatomía, la ingeniería civil, la óptica y la hidrodinámica.
Su asociación histórica más famosa es la pintura, siendo dos de sus obras más célebres, La Gioconda y La Última Cena, copiadas y parodiadas en varias ocasiones, al igual que su dibujo del Hombre de Vitruvio, que llegaría a ser retomado en numerosos trabajos derivados. No obstante, únicamente se conocen alrededor de 20 obras
suyas, debido principalmente a sus constantes (y a veces desastrosos)
experimentos con nuevas técnicas y a su inconstancia crónica.
Este reducido número de creaciones, junto con sus cuadernos que
contienen dibujos, diagramas científicos y reflexiones sobre la
naturaleza de la pintura, constituyen un legado para las sucesivas
generaciones de artistas, llegando a ser igualado únicamente por Miguel Ángel.
Biografía
Infancia
Nació el sábado 15 de abril de 1452 «en la tercera hora de la noche», es decir, tres horas después del Ave María: a las diez y media. No es seguro si su nacimiento tuvo lugar en el castillo de Vinci, ciudad a unos 25 km en línea recta de Florencia, o bien en la casa materna de Anchiano, una pedanía a unos dos kilómetros de Vinci. Leonardo, descendiente de una rica familia de nobles italianos, fue hijo ilegítimo: su padre, messer Piero Fruosino di Antonio —un notario, canciller y embajador de la República de Florencia—, dejó embarazada a Caterina, una humilde joven de familia campesina, de quien se dice que pudo ser una esclava de Oriente Medio.
Leonardo, o Lionardo según su nombre de bautizo, fue bautizado y pasó sus cinco primeros años en la casa de su padre en Vinci, donde fue tratado como un hijo legítimo. Tuvo cinco madrinas y cinco padrinos, todos ellos habitantes del pueblo. En este lugar, Leonardo recibió instrucción, aprendió a leer y a escribir, y adquirió conocimientos de aritmética. Sin embargo, prácticamente no aprendió latín,
base de la enseñanza tradicional. El hecho de que tuviese una
ortografía caótica muestra que su instrucción no estuvo exenta de
lagunas; en todo caso no fue la de un universitario.
En aquella época, las convenciones modernas en los nombres de personas no se habían desarrollado todavía en Europa, por lo que únicamente las grandes familias hacían uso del apellido patronímico.
La gente del pueblo solía ser designada por su nombre, al que se le
adjuntan todo tipo de precisiones útiles: el nombre del padre, el lugar
de origen, un apodo,
el nombre del maestro en el caso de los artesanos, etc. Por
consiguiente, el nombre del artista fue «Leonardo di ser Piero Da
Vinci», cuyo significado es «Leonardo, hijo del maestro Piero De Vinci»;
sin embargo, el término «Da» lleva una mayúscula para denotar que se
trata de un apellido. El propio Leonardo firmaba simplemente sus obras como «Leonardo» o «Io,
Leonardo» («Yo, Leonardo»), así que la mayoría de las autoridades
atribuyen sus obras a «Leonardo» sin el «da Vinci». Es verosímil que se
abstuviera de emplear el apellido de su padre porque era un hijo
ilegítimo. «Vinci» proviene de «vinchi», denominación que reciben unas
plantas similares a los juncos, que crecen en el entorno del arroyo Vincio y que eran utilizadas por los artesanos toscanos.
En 1457,
cuando Leonardo tenía cinco años, su madre se casó con Antonio di Piero
Buti del Vacca da Vinci, un campesino de la localidad, con el que tuvo
cinco hijos.
Fue acogido entonces en la casa de la familia de su padre en el pueblo
de Vinci. Entre tanto, el padre se había casado con una joven de
dieciséis años proveniente de una familia rica de Florencia, Albiera degli Amadori. Esta, al no tener hijos, volcó su afecto en Leonardo, pero murió siendo muy joven debido a complicaciones de parto, en 1464.
Aunque era considerado plenamente desde su nacimiento como hijo de su
padre, Leonardo nunca fue reconocido formalmente como un hijo legítimo.
Su padre se casó hasta cuatro veces, dándole diez hermanos y dos
hermanas menores legítimos.
De estas relaciones, el pequeño Leonardo tuvo un muy buen vínculo con
la última mujer de su padre, Lucrezia Guglielmo Cortigiani, afecto que
se evidencia en una nota en donde se dirige a ella como «querida y dulce
madre».
Su abuela paterna, Lucia di ser Piero di Zoso, una ceramista próxima a Leonardo, fue probablemente la persona que le inició en las artes. Un conocido presagio refiere que un milano venido del cielo había hecho un vuelo estacionario sobre su cuna, tocando su cara con la cola. Giorgio Vasari, biógrafo del siglo XVI de los pintores del Renacimiento, cuenta en Le Vite (1568), la historia de un campesino local que pidió a ser Piero que su talentoso hijo le pintara una imagen sobre una placa. Leonardo pintó entonces una representación de un dragón escupiendo fuego, tan bien realizada que ser Piero la vendió a un mercader
de arte florentino, quien a su vez la revendió al duque de Milán. Tras
haberse así beneficiado con la venta, ser Piero compró una placa
decorada con un corazón atravesado por una flecha, la cual entregó al
campesino.
Formación en el taller de Verrocchio
El joven Leonardo era un amante de la naturaleza, que observaba con gran curiosidad. Dibujaba caricaturas y practicaba la escritura especular en dialecto toscano.
Giorgio Vasari cuenta una anécdota sobre los primeros pasos en la
carrera artística del gran artista: «un día, ser Piero tomó algunos de
sus dibujos y se los mostró a su amigo Andrea del Verrocchio
y le pidió insistentemente que le dijera si Leonardo se podría dedicar
al arte del dibujo y si podría conseguir algo en esta materia. Andrea se
sorprendió mucho de los extraordinarios dones de Leonardo y le
recomendó a ser Piero que le dejara escoger este oficio, de manera que
ser Piero resolvió que Leonardo entraría a trabajar en el taller de
Andrea. Leonardo no se hizo rogar; y, no contento con ejercer este
oficio, realizó todo lo que se relacionaba con el arte del dibujo». Fue
así como, a partir de 1469, Leonardo entró como aprendiz a uno de los
talleres de arte más prestigiosos bajo el magisterio de Andrea del
Verrocchio, a quien debe parte de su excelente formación
multidisciplinaria, en la que se aproxima a otros artistas como Sandro Botticelli, Perugino y Domenico Ghirlandaio. En efecto, a finales de 1468, aunque Leonardo estaba empadronado como residente del municipio de Vinci, viajaba muy a menudo a Florencia, donde su padre trabajaba.
Verrocchio era un artista de renombre, y muy ecléctico. De formación era orfebre y herrero, pero además fue pintor, escultor y fundidor. Trabajó sobre todo para el poderoso Lorenzo de Médici. Leonardo trabajó también con Antonio Pollaiuolo, que tenía su taller muy cerca del de Verrocchio.
Después de un año dedicado a la limpieza de los pinceles y otras
pequeñas actividades propias de un aprendiz, Verrocchio inició a
Leonardo en las numerosas técnicas que se practicaban en un taller
tradicional. Así, en este contexto, Leonardo tuvo la oportunidad de
aprender las bases de la química, de la metalurgia, del trabajo del cuero y del yeso, de la mecánica y de la carpintería, así como de diversas técnicas artísticas como el dibujo, la pintura y la escultura sobre mármol y bronce.
Igualmente, recibió formación en habilidades como la preparación de los
colores, el grabado y la pintura de los frescos. Al darse cuenta del
talento excepcional que tenía Leonardo, Verrocchio decidió confiarle a
su alumno terminar algunos de sus trabajos.
La formación recibida durante su aprendizaje en el taller de
Verrochio va más allá y se extiende a otros ámbitos culturales. Estudió cálculo algorítmico y mostró el buen conocimiento que tenía citando a los dos abaquistas florentinos más relevantes, Paolo dal Pozzo Toscanelli y Leonardoo Chernionese. Posteriormente, Leonardo mencionó la Nobel opera de arithmética de Piero Borgi, impresa en Venecia en 1484, y que representa perfectamente el saber de estas escuelas de abaquistas.
No se conoce la existencia de ninguna obra de Leonardo durante la
época en que trabajó con Verrocchio. Según Vasari, únicamente colaboró
en una pintura llamada Bautismo de Cristo (1472-1475). Por otra parte, según la leyenda, Verrocchio abandonó la terminación de la obra
cuando se sintió superado por la calidad del joven Leonardo, que dejó
su toque magistral en un pequeño ángel presente en la obra. También, de acuerdo con la tradición de que era el aprendiz quien debía posar, Leonardo habría servido de modelo para el David de Verrocchio, una estatua en bronce. Del mismo modo, también se supone que es el retrato de Leonardo el que representa al arcángel Rafael en la obra Tobías y el ángel del taller de Verrocchio.
En 1472, a la edad de veinte años, apareció registrado en el Libro rojo del Gremio de San Lucas,
el gremio de los artistas y doctores en medicina, que en Florencia se
agrupaba con la denominación de la "Campagnia de pittori". De esta época
deriva uno de sus primeros trabajos conocidos, el Paisaje del valle del Arno o Paisaje de Santa Maria della neve (1473), un dibujo hecho con pluma y tinta. Fue así como comenzó su carrera de pintor con obras ya destacables como La Anunciación (1472-1475), y mejoró la técnica del sfumato hasta un punto de refinamiento nunca conseguido antes de él.
En el año 1476, siempre aparece mencionado como ayudante de
Verrocchio, ya que, incluso después de que su padre le ayudase a tener
su propio taller, él continuó colaborando con Verrocchio debido a que le
profesaba un gran afecto. Durante este período, recibió encargos personales y pintó su primer cuadro, La Virgen del clavel (1476). El archivo judicial de este mismo año recoge el dato de que él y tres hombres más fueron acusados en un caso de sodomía, práctica que en aquella época en Florencia era ilegal, pero todos fueron absueltos. Este documento, que partía de una acusación anónima, no permite afirmar categóricamente que Leonardo fuera homosexual.
Pronto Leonardo también destacó como ingeniero. En 1478, se ofreció para levantar la iglesia octagonal de San Juan de Florencia.
En ese año Leonardo contaba con 26 años, y fue cuando se alejó de lado
de su maestro después de haberlo superado brillantemente en todas las
disciplinas. De esta manera se convirtió en un maestro pintor
independiente.
En Milán y al servicio de Ludovico Sforza (1482-1500)
En 1481 el monasterio de San Donato le encargó la Adoración de los magos, pero Leonardo nunca acabó este cuadro, probablemente decepcionado o humillado por no haber sido elegido por el papa Sixto IV para decorar la capilla Sixtina del Palacio Apostólico Vaticano, en Roma, donde había una fuerte competencia entre varios pintores. El neoplatonismo,
que en aquel tiempo estaba de moda en Florencia, pudo desempeñar
también un importante papel en la decisión de su marcha a una ciudad más
abierta, académica y pragmática como Milán. Probablemente en este nuevo entorno estaba más en consonancia con su
espíritu, que se basaba en un desarrollo empírico de sus múltiples
experimentos.
Leonardo pintó La Virgen de las Rocas
(1483-1486) para la confraternidad de la Inmaculada Concepción, que
iría a la capilla San Francesco el Grande de Milán. Este cuadro fue el
origen de un conflicto entre el autor y los propietarios que duró varios
años. Leonardo obtuvo el derecho de poder copiar la obra, pero posteriormente se inició un problema legal con esto.
El problema no se resolvió hasta que hubo decisiones judiciales y la
intervención de algunos amigos, terminando con dos versiones de la obra.
En Florencia el trabajo de Leonardo no pasó inadvertido. Lorenzo de Médici
se enteró de que Leonardo había creado una lira de plata en forma de
cabeza de caballo. Impresionado por la calidad de su trabajo, envió a
Leonardo con ella a Milán como emisario florentino, y también para que
trabajara para el mecenas y duque de Milán, Ludovico Sforza. El objetivo de esta maniobra era el de mantener buenas relaciones con este importante rival. Probablemente fue acompañado por el músico Atalante Migliorotti. Además le escribió una carta al duque, carta que se encuentra en el Codici Atlántico,
y en la que describe las numerosas y variadas habilidades de Leonardo
en el ámbito de la ingeniería y le informa de que también es pintor.
Por ello la principal ocupación de Leonardo a partir de entonces fue la
de ingeniero, siguiendo la tradición de los ingenieros que le
precedieron. Leonardo aparecía en la lista de los ingenieros de los
Sforza y cuando fue enviado a Pavía, el 21 de junio de 1493, lo hizo con el título de «ingéniarius ducalis».
Sforza le encargó la realización de diversas tareas, dándole el mítico
título de «Apeles florentino», reconocimiento reservado únicamente a los
grandes pintores. De esta manera se dedicó a «organizar fiestas y espectáculos con decoraciones suntuosas» en el palacio e inventando tramoyas que maravillaban al público, como en la boda de Ludovico Sforza y Beatriz de Este y para la de Ana Sforza y Alfonso I de Este.
También pintó varios retratos de la corte de Milán. Este contacto de
Leonardo con las élites ilustradas de Milán fue importante porque le
hicieron darse cuenta de las lagunas que había en su formación.
Se ocupó tanto del estudio para la cúpula de la Catedral de Milán, como de la realización de la versión en arcilla para el molde de «Il Cavallo», una imponente estatua ecuestre en honor de Francisco I Sforza, el padre de Ludovico Sforza. Iba a hacerse con setenta toneladas de bronce, hecho que constituía una verdadera proeza técnica para la época. La estatua permaneció inacabada durante varios años.
Cuando Leonardo acabó la versión en arcilla para el molde y ya tenía
hechos los planes para el proceso de fundición, el bronce fue utilizado
para la fabricación de cañones, puesto que hubo que defender la ciudad
de la invasión de Carlos VIII de Francia.
En 1490
participó en una especie de congreso de arquitectos e ingenieros,
reunidos para debatir algunos aspectos del acabado de la cúpula de la
catedral de Milán. Allí conoció a un ingeniero de renombre, Francesco di
Giorgio Martini, que le recomendó ir a Parma a consultar con Giovanni Antonio Amadeo y Luca Fancelli, para aclarar determinados aspectos de la construcción de la catedral. En esta época Leonardo reflexionó sobre proyectos técnicos y militares. Mejoró los relojes, el telar,
las grúas y muchas otras herramientas. Estudió también el urbanismo y
propuso planos de ciudades ideales. Se interesó por la disposición
hidráulica y un documento de 1498 lo cita como ingeniero y encargado de
los trabajos en ríos y canales. En 1495 una lista detallada de los gastos relativos a un funeral sugieren la muerte de su madre Caterina.
Hacia 1490
creó una academia que llevaba su nombre, en la que durante unos años
enseñó sus conocimientos, anotando todas sus investigaciones en pequeños
tratados. Pintó el fresco de la La última cena (1494-1498) para el convento dominico de Santa Maria delle Grazie. En 1496 llegó a Milán Luca Pacioli y estableció una gran amistad con Leonardo, que realizó para él las tablas que se grabaron en su obra La Divina proportione. Un poco más tarde, en 1498, construyó el techo del castillo de los Sforza.
En 1499 las tropas de Luis XII de Francia conquistaron el Ducado de Milán destituyendo a Ludovico Sforza, que huyó a Alemania con su sobrino Maximiliano I. El 6 de octubre entró en la ciudad Luis XII y reivindicó sus derechos a la sucesión de los Visconti.
Leonardo se encontró una mañana con que los franceses estaban usando su
modelo de arcilla a escala real del caballo de la estatua ecuestre de
Francisco Sforza como blanco para sus entrenamientos de tiro, quedando
totalmente destruida. Luis XII consideró la posibilidad de cortar el muro donde se encontraba La última cena para llevársela a Francia, como también lo pensó Napoleón Bonaparte siglos más tarde.
Con la caída de los Sforza Leonardo quedó al servicio del conde de
Ligny, Luis de Luxemburgo, que le pidió que preparase una relación sobre
el estado de la defensa militar de la Toscana. El 14 de diciembre Leonardo hizo depositar 600 florines en el Hospital de Santa Maria Nuova
de Florencia, que actuaba como banca. El retorno inesperado de Ludovico
Sforza modificó sus proyectos y huyó de Milán con su asistente Salai y el matemático Luca Pacioli.
De Venecia a Florencia (1501-1508)
En marzo de 1499, Leonardo trabajó como arquitecto e ingeniero
militar para los venecianos que querían construir protecciones en su
ciudad. Por este motivo, elaboró sistemas para defender la ciudad de un posible ataque naval de los turcos y, entre sus propuestas, destaca la invención de un tipo de escafandra
submarina con un casco rudimentario. Los turcos no atacaron y el
invento nunca fue utilizado. A finales de abril, volvió a Florencia y
allí, después de hacer un estudio sobre los cursos de agua en el Friuli, propuso un sistema de esclusas para hacer posible el levantamiento del curso del río Isonzo y así poder inundar toda una región que cubría las cercanías de Venecia.
Regresó a Venecia en abril de 1500 para permanecer ahí durante un par de meses después de haber estado en Mantua en compañía del fraile matemático Luca Pacioli. En Mantua destacó por un retrato que hizo a Isabel de Este.
Una carta del 4 de abril de 1501 en la que Pierre de Nuvola responde a
la duquesa de Mantua, en relación a Leonardo afirma que «sus estudios
matemáticos lo han alejado de la pintura»; Leonardo continuaba llevando a
cabo grandes investigaciones. En 1501, recibe en el convento de la Santissima Annunziata la aprobación para hacer un boceto preparatorio de lo que sería La Virgen y el Niño con santa Ana y san Juan Bautista,
una obra que provocó tal admiración que «hombres y mujeres, jóvenes y
viejos» acudían a observarla «como si estuvieran participando en un gran
festival». Realizó una breve estancia en Roma, en la villa Adriana, en Tívoli. Estuvo trabajando en la Virgen de los husos, un encargo de Florimond Robertet, el secretario de Estado de Luis XII de Francia.
En 1502, fue solicitado por el príncipe César Borgia, duque de Valentinois e hijo del papa Alejandro VI, y obtuvo el cargo de «capitán e ingeniero general» Se quedó en las Marcas y en la Emilia-Romaña
para inspeccionar las fortalezas y los territorios recientemente
conquistados, llenando sus cuadernos de múltiples observaciones, cartas,
croquis de trabajo y copias de obras consultadas en las bibliotecas de
las ciudades que él visitaba. Allí se reencontró con Nicolás Maquiavelo, «espía» de Florencia al servicio de los Borgia.
El 18 de octubre de 1503, regresó a Florencia, donde ejerció las funciones de arquitecto e ingeniero hidráulico. Se volvió a inscribir en el gremio de San Lucas y le dedicó dos años (1503-1505) a la preparación y ejecución de La batalla de Anghiari, una pintura mural imponente de siete por diecisiete metros, mientras Miguel Ángel pintaba La batalla de Cascina en la pared opuesta. Las dos obras se han perdido. La obra de Miguel Ángel se ha conocido a partir de una copia de Aristotole da Sangallo de 1542,
y la pintura de Leonardo la conocemos a partir de croquis preparatorios
y de varias copias de la sección central, de las cuales sin duda la más
destacada es la de Rubens.
Parece ser que las causas de la alteración de la obra fueron el fuego
que se utilizó para secar más rápidamente la pintura o la calidad del
material usado; posteriormente fue recubierta, probablemente por un
fresco de Giorgio Vasari.
A menudo, se consultaba a Leonardo como experto, por ejemplo, para estudiar la estabilidad del campanario de San Miniato al Monte y en el momento de la elección del emplazamiento del David de Miguel Ángel,
sobre lo cual su opinión se oponía a la de este. Fue en este período
cuando presentó a la ciudad de Florencia su proyecto de desviación del río Arno,
destinado, por una parte, a crear una vía navegable capaz de conectar a
Florencia con el mar y, por otra, a permitir el control de las
terribles inundaciones. Este período fue importante para la formación científica de Leonardo.
De Milán a Roma
En 1504, volvió a trabajar en Milán que, en aquella época, se encontraba bajo el control de Maximiliano Sforza gracias al apoyo de los mercenarios
suizos. Muchos de los alumnos y los interesados en la pintura
conocieron o trabajaron con Leonardo en Milán; entre ellos, cabe
destacar a Bernardino Luini, Giovanni Antonio Boltraffio y Marco d'Oggiono. Su padre murió el 9 de julio
y Leonardo fue apartado de la herencia debido a su ilegitimidad; sin
embargo, más tarde su tío haría de él su heredero universal.
El mismo año, Leonardo realizó estudios anatómicos e intentó clasificar
sus innumerables notas. También es la época en que empieza a trabajar
en La Gioconda (1503-1506, y después 1510-1515) obra habitualmente considerada como un retrato de Lisa Gherardini o, por el nombre de casada, Monna Lisa del Giocondo. Sin embargo, hay numerosas interpretaciones sobre este cuadro que aún son motivo de debate y discusión.
En 1505, se dedicó a estudiar el vuelo de los pájaros, y también redactó el Códice sobre el vuelo de los pájaros. A partir de entonces, observaciones, experiencias y reconstrucciones se sucedieron con mucha intensidad. Un año más tarde, el gobierno de Florencia le permitió reunirse con el gobernador francés de Milán, Carles d'Amboise, que lo retuvo con él pese a las protestas por parte de Florencia. Leonardo quedó en medio de disputas entre franceses y toscanos, y fue presionado por el tribunal para que acabara La Virgen de las rocas con su alumno Ambrogio de Predis, mientras se encontraba trabajando en La batalla de Anghiari.
En 1507, Leonardo quedó como único heredero de su tío Francesco, pero
los hermanos de Leonardo empezaron un procedimiento para modificar el
testamento. Leonardo apeló a Charles d'Amboise y a Florimond Robertet para que intervinieran en su favor;
Luis XII regresó a Milán y Leonardo se convirtió de nuevo en el
organizador de las fiestas que se celebraban en la capital lombarda.
En 1508, vivió con el escultor Giovanni Francesco Rústica en casa de Piero di Braccio Martelli, en Florencia, pero luego se marchó y se fue a vivir a Milán, en la Porta Orientale, en la parroquia de Santa Babila.
Luis XII volvió pronto a Italia y en mayo de 1509 entró en Milán.
Pronto dirigió sus ejércitos contra Venecia y Leonardo siguió al rey en
calidad de ingeniero militar, y asistió a la batalla de Agnadel. En 1511, murió el gobernador Charles d'Amboise y, en 1512, tras la batalla de Rávena,
Francia se marchó del territorio italiano. Este segundo período milanés
le permitió a Leonardo profundizar en sus investigaciones de ciencia
pura. En 1509, la aparición de De expendentis te fugiendis rebus de Giorgio Valla tuvo una gran influencia sobre él.
En septiembre de 1513, Leonardo da Vinci se fue a Roma, donde trabajó para el papa León X, miembro de la rica y poderosa familia de los Médicis. En aquellos momentos, en el Vaticano, Rafael y Miguel Ángel tenían mucho trabajo. Ante el éxito de Sangallo,
Leonardo no recibió más que encargos modestos y parece que no participó
ni en la construcción de las numerosas fortalezas romanas, poco
relevantes, y ni en el embellecimiento de la capital. Tampoco tuvo éxito
su pintura y se refugió en otra especialidad, quizá su preferida, la hidráulica, y realizó un proyecto de secado de las Lagunas Pontinas, que pertenecían al duque Juliano II de Médicis. En 1514, realizó la serie de los Diluvios, que fue una respuesta parcial a la gran obra que Miguel Ángel desarrolló en la bóveda de la Capilla Sixtina.
«Los Médici me han creado, los Médici me han destruido», escribió
Leonardo, sin duda para subrayar las decepciones de su estancia en Roma.
Pensó que nunca se le dejaría mostrar su capacidad con la realización
de un encargo importante. Probablemente también era conocida su
inestabilidad, su fácil desánimo y su dificultad para finalizar lo que
había empezado.
Últimos años en Francia
En septiembre de 1515, el nuevo rey de Francia, Francisco I, reconquistó Milán tras vencer en la batalla de Marignan.
En noviembre del mismo año, Leonardo diseñó un nuevo proyecto sobre la
disposición del barrio de Médici en Florencia. El 19 de diciembre,
estuvo presente en la reunión entre Francisco I y el papa León X que se
celebró en Bolonia.
Francisco I le encargó a Leonardo un león mecánico que pudiera andar y
con el detalle de que el pecho se abriera para mostrar la flor de lis. No se sabe para qué ocasión fue concebido este león, pero puede tener relación con la llegada del rey a Lyon, o con las conversaciones de paz entre el rey y el papa.
En 1516 se marchó a Francia junto con su ayudante, el pintor Francesco Melzi, y quizás también con Salai; su nuevo mecenas y protector, el rey de Francia Francisco I, los instaló en la casa donde este vivió en su niñez, el Castillo de Clos-Lucé, cerca del castillo de Amboise. Fue el «primer pintor, primer ingeniero y primer arquitecto del rey», y recibió una pensión de 10 000 escudos. En la corte francesa estaban más interesados por el pintor que por el ingeniero, lo cual en Italia era lo más valorado.
El hecho de que Francisco I le diera el castillo de Clos-Lucé se puede
entender como un mensaje a Leonardo para que «hiciera lo que él
quisiera». No fue el primer artista en recibir este honor, pues Andrea Solario y Giovanni Giocondo lo habían precedido unos años antes.
El rey estaba fascinado con Leonardo y lo consideró como un padre. La
casa y el castillo de Amboise estaban conectados por un paso subterráneo
que permitía al soberano rendir visita al artista y hombre de ciencia
con total discreción. Leonardo proyectó el palacio real de Romorantin,
que Francisco I pretendía erigir para su madre Luisa de Saboya: sería
una pequeña ciudad, para la cual previó el desvío de un río que la
enriqueciera con agua y fertilizase la campiña vecina. En 1518 participó
en las celebraciones del bautizo del Delfín y de las bodas de Lorenzo
de Médici con una sobrina del rey francés. Ese mismo año Salai abandonó a
Leonardo y retornó a Milán, donde más adelante (el 19 de enero de 1524)
perecería en un duelo.
El 23 de abril de 1519, Leonardo, enfermo desde hacía varios meses, redactó su testamento ante un notario de Amboise. Pidió un sacerdote para confesarse y recibir la extremaunción. Murió el 2 de mayo de 1519,
en Cloux, a la edad de 67 años. La tradición cuenta que murió en brazos
de Francisco I, pero probablemente esto se basa en una interpretación
errónea de un epígrafe redactado por Giorgio Vasari:
LEONARDUS VINCIUS: QUID PLURA? DIVINUM INGENIUM, DIVINA MANUS, EMORI IN SINU REGIO MERUERE. VIRTUS ET FORTUNA HOC MONUMENTUM CONTINGERE GRAVISSIMIS IMPENSIS CURAVERUNT
Leonardo de Vinci, ¿qué más se puede decir? Su genio divino y su mano divina le merecieron expirar sobre el pecho de un rey. La virtud y la fortuna velan, premio a los grandes gastos, en este monumento que le corresponde.
Giorgio Vasari.
Este epígrafe, que nunca se ha visto escrito en ningún monumento, contiene las palabras sinu regio,
que pueden significar, en el sentido literal «sobre el pecho de un
rey», pero también, en un sentido metafórico, «en el afecto de un rey», y
puede ser una alusión a la muerte de Leonardo en un castillo real. En esa época, la corte estaba instalada en el castillo de Saint-Germain-en-Laye, donde, el 31 de marzo, la reina Claudia de Francia dio a luz a Enrique; y el diario de Francisco I no indica ningún viaje del rey hasta el mes de julio. Por otro lado, Francesco Melzi,
el discípulo de Leonardo, que heredó sus libros y sus pinceles y que
fue depositario de su testamento, le escribió una carta al hermano de
Leonardo donde cuenta la muerte de su amo. En ella, no hace ninguna
alusión a la circunstancia mencionada, ni a la presencia del rey.
Según su última voluntad, sesenta mendigos siguieron su séquito y fue
enterrado en la capilla Saint-Hubert, en el recinto del castillo de
Amboise. Leonardo nunca se casó y tampoco tuvo hijos; legó el conjunto
de sus obras para que fueran publicadas por su discípulo preferido,
Francesco Melzi, alumno desde los diez años. Le dio sobre todo sus
manuscritos, cuadernillos, documentos e instrumentos. Francesco, después
de haberlo acompañado durante su estancia en Francia, se quedó con
Leonardo hasta su muerte, y administró su herencia durante los cincuenta
años posteriores a la muerte de su maestro. Sin embargo, no publicó
nada de las obras de Leonardo ni vendió ninguna de las numerosas
pinturas, como por ejemplo La Gioconda, que se encontraba todavía en su taller. Los viñedos de Leonardo fueron divididos entre Gian Giacomo Caprotti da Oreno, otro alumno y discípulo muy apreciado por Leonardo que había entrado a su servicio a la edad de quince años, y su sirviente Battista di Vilussis. El terreno fue legado a los hermanos de Leonardo y su sirvienta recibió un bonito abrigo negro.
La muerte de Leonardo es también el comienzo de la dispersión y la
pérdida de dos tercios de los cincuenta mil documentos originales
multidisciplinarios redactados en viejo toscano y codificados por él.
Cada carné, manuscrito, página, croquis, dibujo, texto y nota fue
considerado plenamente como una obra de arte. No han quedado más que
unos trece mil documentos, de los cuales la mayoría se conservan en el archivo de la Ciudad del Vaticano. Veinte años después de la muerte de Leonardo, Francisco I le confesó al escultor Benvenuto Cellini:
Nunca ha habido otro hombre nacido en el mundo que supiera tanto como Leonardo, no tanto en pintura, escultura y arquitectura, sino en filosofía.
Mario Lucertini.
Relaciones e influencias
Leonardo en Florencia: maestros y contemporáneos
En 1466, cuando Leonardo comenzó su aprendizaje con Andrea del Verrocchio, murió el escultor Donatello, a su vez maestro de Verrocchio. El pintor Paolo Uccello -que había experimentado con la perspectiva e influyó en el desarrollo de la pintura de los paisajes- ya era muy viejo, y los pintores Piero della Francesca y Fra Filippo Lippi, el escultor Luca della Robbia y el arquitecto y escritor Leon Battista Alberti tenían unos 60 años. Los artistas más famosos de la generación siguiente fueron Andrea del Verrocchio, Antonio Pollaiuolo y el escultor Mino da Fiesole.
La juventud de Leonardo se desarrolló en una casa de Florencia en
cuyas paredes colgaban las obras de esos artistas y de los
contemporáneos de Donatello, Masaccio (cuyos frescos figurativos y realistas están impregnados de emoción) y Lorenzo Ghiberti (cuyas Puertas del Paraíso
muestran una gran complejidad compositiva, aunando el trabajo como
arquitecto con el esmero en los detalles). Piero della Francesca había
hecho un estudio detallado de la perspectiva, y fue el primer pintor en
llevar a cabo un estudio científico de la luz.
Sus trabajos, así como los tratados de Leone Battista Alberti debieron
haber tenido un profundo efecto en los jóvenes artistas, y en particular
en el observador Leonardo y en sus obras.
La representación del desnudo de Masaccio en La expulsión de Adán y Eva del Paraíso,
con un Adán cuyos genitales no estaban cubiertos con una hoja de parra,
crea una imagen muy expresiva de las formas humanas que tendría una
gran influencia en la pintura, sobre todo por estar representados en tres dimensiones gracias a un novedoso empleo de la luz y la sombra, que Leonardo desarrolló en sus propias obras. El humanismo del Renacimiento y su influencia a través del David de Donatello puede ser apreciado en las pinturas más tardías de Leonardo, en particular, en su San Juan Bautista.
En aquel tiempo, Florencia estaba dirigida en esa época por Lorenzo de Médici y su joven hermano Juliano (1453-1478), muerto durante la conspiración de los Pazzi. Ludovico Sforza, que gobernó Milán entre 1479 y 1499, y a cuya corte fue enviado Leonardo como embajador de los Médici, era también su contemporáneo. Es también por intermediación de los Médici que Leonardo tomó contacto con los viejos filósofos humanistas como Marsilio Ficino, adscrito al Neoplatonismo, y Cristóforo Landino, autor de comentarios de obras clásicas. Giovanni Pico della Mirandola estuvo igualmente vinculado a la corte de los Médici.
Leonardo escribió más tarde una nota marginal en su diario: «Los Médici
me han creado, los Médici me han destruido»; el significado de ese
comentario es todavía motivo de controversia.
Si bien suelen citarse juntos a los tres gigantes del Renacimiento, Leonardo da Vinci, Miguel Ángel y Rafael,
no son de la misma generación. Leonardo tenía 23 años cuando nació
Miguel Ángel, y 31 cuando nació Rafael. Rafael murió en 1520, un año
después que Leonardo. Cuando falleció Miguel Ángel, Leonardo ya llevaba
45 años de muerto.
Asistentes y alumnos
Gian Giacomo Caprotti da Oreno, llamado «il Salaino» («el diablillo») o Salai, fue descrito por Giorgio Vasari como «un simpático y bello jovencito de cabellos finos y ensortijados, que encantaba a Leonardo».
Salai entró al servicio de Leonardo en 1490 a la edad de 10 años. Su
relación no fue fácil. Un año más tarde, Leonardo hizo una lista de las
faltas del joven, y lo calificó de «ladrón», «mentiroso», «obstinado» y
de «glotón». El «pequeño diablo» había robado dinero y objetos de valor
en al menos cinco ocasiones, y había dilapidado una fortuna en ropa,
llegando a comprar veinticinco pares de zapatos.
Sin embargo, las anotaciones de Leonardo de los primeros años de su
relación con el joven contienen numerosas imágenes del adolescente.
Salai fue su oficial, sirviente y asistente durante los treinta años
siguientes.
En 1506, Leonardo tomó como alumno a Francesco Melzi,
de 15 años, hijo de un aristócrata lombardo. Melzi se convirtió en
compañero de la vida de Leonardo, y es considerado su alumno favorito.
Permaneció en Francia con Leonardo y Salai, y estuvo con el maestro
hasta su muerte.
Salai abandonó Francia en 1518 y regresó a Milán, donde construyó una
casa en el viñedo de una finca de Leonardo que finalmente el pintor dejó
en herencia. En 1525, Salai murió violentamente, quizás asesinado o a
consecuencia de un duelo.
Salai ejecutó un cierto número de cuadros bajo el nombre de «Andrea
Salai», pero, si bien Giorgio Vasari pretendió que Leonardo «le enseñó
muchas cosas sobre la pintura», su obra se considera menos valiosa que la de otros alumnos de Leonardo, como Marco d'Oggiono o Giovanni Antonio Boltraffio. En 1515, pintó una versión desnuda de La Gioconda, llamada «Monna Vanna». A su muerte en 1525, la Gioconda propiedad de Salai se tasó en 105 liras, lo que supone un valor excepcionalmente elevado para un retrato de talla pequeña.
Giovanni Antonio Boltraffio y Marco d'Oggiono
formaron parte del taller de Leonardo cuando este regresó a Milán,
teniéndose constancia de la existencia de numerosos alumnos, como Ambrogio de Predis, Bernardino dei Conti, Francesco Napoletano o Andrea Solario, estos últimos menos conocidos.
Vida privada
Leonardo da Vinci tuvo muchos amigos que gozaron reconocimiento en
sus respectivos campos o tuvieron una influencia importante en su época.
Por ejemplo, el matemático Luca Pacioli, con el que colaboró en un libro, Cesar Borgia, a cuyo servicio pasó dos años, Lorenzo de Médici o el médico Marcantonio della Torre. Conoció a Nicolás Maquiavelo, con quien tuvo una estrecha amistad, y a su rival Miguel Ángel. Entre sus amistades también se encontraban Franchino Gaffurio e Isabel de Este.
Leonardo no pareció haber tenido relaciones estrechas con ninguna
mujer, salvo Isabel, de quien hizo un retrato en el transcurso de un
viaje que le llevó a Mantua, retrato que parece haber sido la base para un cuadro, hoy perdido. Fue también amigo del arquitecto Jacopo Andrea da Ferrara hasta su asesinato.
Más allá de la amistad, Leonardo guardó su vida privada en secreto.
Su vida, sus capacidades extraordinarias de invención, su «excepcional
belleza física», su «gracia infinita», su «gran fuerza y generosidad»,
la «formidable amplitud de su espíritu», tal y como las describe Vasari
han despertado la curiosidad.
Numerosos autores han especulado sobre los diferentes aspectos de la
personalidad de Leonardo. Su sexualidad ha sido objeto de estudios y
análisis. Esa tendencia comenzó a mediados del siglo XVI y se incrementó en el transcurso de los siglos XIX y XX, pudiéndose destacar entre los estudiosos a Sigmund Freud.
Las relaciones más íntimas de Leonardo fueron con sus alumnos: Salai y Francesco Melzi. Melzi dejó escrito que los sentimientos de Leonardo eran una mezcla de amor y de pasión. Después del siglo XVI se han descrito esas relaciones como eróticas. A partir de entonces se ha escrito mucho sobre esa presunta homosexualidad y sobre el papel de ésta en su arte, en particular en la impresión andrógina que se manifiesta en su Baco, y más concretamente en alguno de sus dibujos.
Leonardo fue un apasionado admirador de la naturaleza y los animales, hasta el punto de convertirse en vegetariano. y de comprar aves enjauladas para luego ponerlas en libertad. Fue también un excelente músico. Es bien conocido que Leonardo era zurdo, lo que explicaría la utilización que hacía de la escritura especular.
Obra
Pintura
A pesar de la relativa toma de conciencia y la admiración que
Leonardo despertó como científico e inventor en los últimos años, su
fama ha descansado sobre sus creaciones como pintor de varias obras,
autentificadas o que se le atribuyen, y que han sido consideradas como
grandes obras maestras del patrimonio universal.
Sus pinturas son célebres. Por un lado, han sido copiadas e imitadas
por los estudiantes, y por otro han sido el centro de debate y
controversia entre los especialistas. Entre las cualidades, cabe
destacar las técnicas pictóricas innovadoras que empleó, el sentido de
la composición y el uso sutil de los esfumados de colores, el
conocimiento profundo de la anatomía humana y animal, de la botánica y
la geología, la utilización que hacía de la luz, el interés por la
fisonomía, la capacidad de reflejar la forma en que los humanos utilizan
el registro de las emociones y las expresiones gestuales. Dominaba
sobre todo la técnica del «sfumato» y la combinación de sombras y luces.
Todas estas cualidades aparecen reunidas en obras como La Gioconda, La Última Cena y La Virgen de las rocas.
Primeras obras
El primer trabajo de Leonardo que se conoce es una parte del Bautismo de Cristo de Verrocchio y sus alumnos. Otra pintura que parece datar de este periodo, es La Anunciación.
Uno de ellos es pequeño, 59 centímetros de largo y 14 centímetros de
alto. Se trata de un «predela» para ir en la base de una gran
composición, en este caso un cuadro de Lorenzo di Credi del cual se ha separado. El otro es un trabajo mucho más grande, 217 centímetros de largo.
En estas dos Anunciaciones, Leonardo ha representado a la Virgen María
sentada o de rodillas a la derecha de la imagen, y un ángel de perfil
que se acerca a ella desde la izquierda. Gran parte del trabajo es
realizado en el movimiento de la ropa y las alas del ángel. Aunque
anteriormente dicho trabajo fue atribuido a Domenico Ghirlandaio, el
trabajo es ahora casi universalmente atribuido a Leonardo. Entre 1478 y 1482, pintó Madona Benois,
una obra que le ha sido atribuida pero es muy debatida en cuanto a su
fecha de ejecución. Fechada hacia 1474-1476, otra pintura que ha sido
atribuida al pintor florentino es un pequeño retrato, Ginebra de Benci. La Virgen del clavel, cuya fecha de ejecución se presume entre 1478 y 1480, es otra de sus obras de este periodo.
Década de 1480
En la década de 1480,
Leonardo recibió dos grandes encargos y comenzó a trabajar para otra
obra que fue igualmente de gran importancia en términos de composición.
Desgraciadamente, dos de las obras nunca fueron terminadas, y la tercera
fue sometida a un proceso de negociación para la finalización y el
pago. Uno de estos cuadros fue el de San Jerónimo.
Liana Bortolon, asocia este cuadro a un período difícil de la vida de
Leonardo, los signos de la melancolía se pueden leer en su diario:
«Pensaba que aprendía a vivir, aprendía solo a morir».
La fijación audaz e innovadora de la composición de San Jerónimo, con
los elementos del paisaje y el drama personal, aparece igualmente en
otra gran obra inacabada, la Adoración de los Magos, un encargo de los frailes de San Donato
en Scopeto. Fue un cuadro muy complejo, y Leonardo realizó numerosos
dibujos y estudios preparatorios, incluyendo uno muy detallado para la
perspectiva lineal de una ruina de arquitectura clásica que sirve de
fondo a la escena. En 1480, el pintor florentino hizo una obra que ha
sido muy famosa, La dama del armiño. Pero, en 1482, a petición de Lorenzo de Médici, Leonardo marchó a Milán para ganar los favores de Ludovico Sforza. De tal manera que abandonó la creación de dicho cuadro. La tercera obra importante de este período fue La Virgen de las Rocas (de esta obra hubo dos versiones, ambas atribuidas a Leonardo), que fue un encargo de la cofradía de la Inmaculada Concepción de Milán. La pintura serviría para rellenar un gran retablo ya construido, y tuvo una elaboración casi tan compleja como la Adoración de los Magos,
pese a tener solo cuatro personajes, y describe un paisaje en lugar de
un fondo arquitectónico. El cuadro pudo ser terminado, se hicieron dos
versiones de la pintura: la que ha quedado en la capilla de la cofradía,
y una segunda versión hecha algunos años más tarde, con el añadido de
las aureolas y el bastón de Juan Bautista.
Década de 1490
Entre 1495 y 1498 Leonardo pinta La Última Cena,
que representa la última comida compartida por Jesús con sus
discípulos; fue ejecutada directamente sobre un muro del convento de Santa Maria delle Grazie
en Milán. Trabajaba del alba al crepúsculo sin detenerse para comer,
para así dejar de hacerlo los tres o cuatro días siguientes, que topó con la incomprensión del prior del convento. Es una obra maestra en su concepción y caracterización, que ha recibido la admiración de artistas de la talla de Rubens y Rembrandt. La obra ha tenido que ser restaurada constantemente debido a la técnica utilizada por Leonardo; al cabo de un tiempo ya fue descrita por un testigo como una obra «totalmente dañada». A pesar de todo, es una de las obras de arte más reproducidas. Entre 1499 y 1500, Leonardo pintó Santa Ana, la Virgen, el Niño y san Juanito.
Década de 1500
Entre 1503 y 1506 trabaja en un pequeño retrato, La Gioconda, probablemente el cuadro más famoso de la pintura occidental. La obra representa a Lisa Gherardini, esposa de Francesco del Giocondo.
Fue un cuadro muy querido por Leonardo y que tuvo con él hasta su
muerte. Su aspecto actual es engañoso debido a una gruesa capa de
barnices oscurecidos, cuya eliminación se está demorando por los riesgos
que implica. A pesar de ello, es una obra en estado de conservación
inusual ya que no tiene ningún signo visible de reparaciones, sobrecapa o
repintes, lo cual es un hecho muy raro en una pintura de esta época.
Otra obra destacable es La Virgen, el Niño Jesús y santa Ana, pintada hacia el 1510, y que ha sido copiada muchas veces. La obra influyó sobre todo en Miguel Ángel, Rafael y Andrea del Sarto, y a través de ellos, en Pontormo y Antonio da Correggio. El estilo de la composición ha sido adoptado en particular por pintores venecianos como Tintoretto y Paolo Veronese. Una de las últimas pinturas de Leonardo fue la de San Juan Bautista, en la que usó como modelo a Salai.
Dibujos
Leonardo no fue un pintor prolífico pero, en cambio, fue un dibujante
muy productivo; llegó a llenar sus diarios de pequeños croquis y
dibujos muy detallados para dejar constancia de todo lo que había
atraído su atención. Además de sus notas, existen numerosos estudios de
sus pinturas, del que algunas son bocetos preparatorios de obras como Adoración de los Magos, La Virgen de las Rocas y La Santa Cena. Su primer dibujo fechado fue Paisaje del valle del Arno de 1473, donde se puede observar el río, las montañas, el castillo Montelupo y, más allá, las explotaciones agrícolas hechas con gran detalle.
Entre los dibujos más célebres está el Hombre de Vitruvio, un estudio de las proporciones del cuerpo humano, el Jefe del ángel, La Virgen de las Rocas y La Virgen, el Niño Jesús con santa Ana y san Juan Bautista, que fue un gran dibujo (160x100 cm) en yeso blanco y negro sobre un papel de color; en él utiliza la técnica sutil del «sfumato». Este tema de Santa Ana, junto con el de la Sagrada Familia, predominaría en la obra de Leonardo de 1500 a 1517. No parece que Leonardo hubiera hecho ninguna pintura a partir de este dibujo, pero un cuadro bastante próximo es La Virgen, el Niño Jesús y santa Ana.
Entre otros dibujos de interés cabe destacar numerosos estudios
«caricaturescos» que, aunque exagerados, parecen estar basados en la
observación de modelos vivos. Vasari refiere que cuando Leonardo veía
una persona que tenía una cara interesante, la seguía durante todo el
día para poder observarla y dibujar con detenimiento.
También existen numerosos estudios de jóvenes de gran belleza, con una
cara poco habitual, característica del llamado «perfil griego», perfil
característico de muchas estatuas griegas; las cuales se han asociado
con Salai. Leonardo había pintado a Salai llevando diferentes trajes y
disfraces, hay que recordar que Leonardo era famoso por haber creado
decoraciones y vestimentas para procesiones tradicionales. Otros
dibujos, a menudo minuciosos, muestran estudios sobre ropas. Otro
ejemplo de la curiosidad de Leonardo es un dibujo de Bernardo di
Bandino, uno de los asesinos de Juliano de Médici en la conspiración de los Pazzi, después de ser colgado en una de las ventanas del Palazzo del Capitano di Giustizia de Florencia, el 29 de diciembre de 1479.
Escultura
No ha llegado a nuestros días ninguna de sus esculturas. El proyecto escultórico de Leonardo del que más se sabe es el de una estatua ecuestre que representara a Francisco Sforza, padre de Ludovico el Moro. Sobrepasaba en tamaño las otras dos estatuas ecuestres de bronce del Renacimiento: Gattamelata de Donatello en Padua y Bartolomeo Colleoni de Verrocchio en Venecia. Leonardo ejecutó en arcilla el modelo, conocido como el "Gran Caballo". Estaba previsto que fuera una estatua en bronce, de 8 metros
de altura, y se alzaría en Milán. Se prepararon 70 toneladas de metal
para moldearla. El monumento quedó sin acabar durante varios años, lo
que no era inusual en Leonardo. En 1495 el bronce se usó para fabricar cañones para el Duque en un intento de salvar Milán de los franceses bajo el reinado de Carlos VIII de Francia en 1495. Por iniciativa privada, se construyó en 1999 en Nueva York una estatua construida según sus planos que fue donada a la ciudad de Milán, donde se erigió.
Leonardo como observador, científico e inventor
Libros de notas
El humanismo renacentista no ve polaridades mutuamente excluyentes entre la ciencia y las artes. Los estudios de Leonardo en ciencias en ingeniería
son tan impresionantes e innovadores como su obra artística, y fueron
registrados en sus diarios y cuadernos de notas, que comprenden 13.000
páginas de texto y dibujos, asociando arte y filosofía natural
(precedente de la ciencia moderna). Tales notas eran realizadas y
puestas al día de manera cotidiana a lo largo de toda la vida y viajes
de Leonardo. De manera constante se esfuerza por hacer observaciones del
mundo que le rodea,
consciente y orgulloso de ser, como él se definía, un «iletrado»,
autodidacta y lúcido observador de fenómenos naturales a menudo alejados
de lo que se aprendía en la escuela.
Estos diarios están en su mayor parte redactados usando escritura especular,
también llamada "en espejo", lo que pudo haberse debido más a razones
prácticas, por ser este método de escritura más rápido, que a razones de
cifrado,
como se ha sugerido tantas veces. Dado que Leonardo escribía con la
mano izquierda, le resultaba más cómodo hacerlo de derecha a izquierda.
Sus notas y dibujos, estando fechados los más antiguos en 1475,
muestran una gran variedad de intereses y de preocupaciones, incluso
simples listas de la compra o de dinero prestado. Hay composiciones de
cuadros, estudios de detalles y de tapices, estudios sobre las expresiones faciales, animales, disecciones, bebés, estudios de botánica y geología, máquinas de guerra, máquinas voladoras y trabajos de arquitectura.
Estos carnets
(inicialmente hojas volanderas de diferentes tamaños y tipos, regalados
a su muerte por sus amistades) han encontrado su lugar en colecciones
importantes como las expuestas en el Castillo de Windsor, en el Museo del Louvre, en la Biblioteca Nacional de España, en la Biblioteca ambrosiana de Milán, o el Victoria and Albert Museum y la British Library de Londres. La British Library ha puesto en internet una selección (BL Arundel MS 263). El Codex Leicester o Codex Hammer es el único gran trabajo de estas características que se encuentra en manos privadas. Fue comprado por Bill Gates por la cantidad récord de 30 802 500 dólares, en Christie's, Nueva York, 11 de noviembre de 1994.
Los diarios de Leonardo parecen haber sido destinados a su
publicación, dado que muchas hojas tienen una forma y un orden que
facilitan la edición. En muchos casos, un solo tema, por ejemplo, el corazón o el feto humano, están tratados en detalle, tanto en el texto como en los dibujos, en una sola hoja.
Este modo de organización minimiza igualmente las pérdidas de aquellas
hojas que fueron posteriormente distribuidas. La razón por la que no
fueron publicadas en vida de Leonardo es todavía desconocida, si bien se piensa que pudo deberse a que la sociedad de su época, y especialmente la Iglesia católica, no estaban preparadas para recibir los estudios anatómicos.
Estudios científicos
El método científico de Leonardo se basaba fundamentalmente en la
observación, «la ciencia fue el capitán, la práctica fue el soldado». Sus investigaciones científicas no se refieren exclusivamente más que a lo que ha estado acompañado de la práctica.
Leonardo intentó comprender los fenómenos describiéndolos e
ilustrándolos con mucho detalle, no insistiendo demasiado en las
explicaciones teóricas. Sus estudios sobre el vuelo de los pájaros o el
movimiento del agua son sin duda muy destacables. Como le faltaba
formación básica en latín y en matemáticas, los investigadores
contemporáneos ignoraron al sabio Leonardo; sin embargo, su sorprendente
autodidactismo lo llevó a aprender latín solo.
En la década de 1490, estudió matemáticas al lado de Luca Pacioli y
realizó una serie de dibujos de sólidos regulares en una forma
esquelética para que formaran parte del libro Divina Proportione (1509). Estaba fascinado por la idea de lo absoluto y lo universal. Sin embargo, su cultura matemática era fundamentalmente práctica, con las limitaciones propias de los abacistes de su tiempo, con algunos conocimientos de la geometría euclidiana,
de perspectiva y de mecánica, en la línea de lo que sabían los teóricos
de su tiempo. Sin embargo, Leonardo concibió un instrumento con un
sistema articulado destinado a permitir una solución mecánica para el
problema de Alhazen, una cuestión esencialmente técnica, que testimonia un conocimiento profundo de las propiedades de la cónica.
Su nivel de física fue bastante limitado, no fue nunca artillero y
nunca formuló teoría alguna relativa a la balística. Sin embargo, como
lo atestiguan algunos de sus esquemas, Leonardo pudo intuir, como se
podía observar en un surtidor de agua, arguyendo que no existía parte
rectilínea en la trayectoria de un proyectil de artillería, al contrario
de lo que se creía en aquel tiempo. Pero no profundizó en una vía que Tartaglia y Benedetti desarrollaron y que culminó Galileo. De igual manera, estudió los temas relacionados con la luz y la óptica; y en hidrología, la única ley que llegó a formular tuvo relación con los cursos de agua. En cuanto al ámbito de la química, cabe destacar la puesta a punto de un alambique y algunas investigaciones sobre alquimia que practicó en Roma.
Si, en arquitectura, Alberti o Francesco di Giorgio se preocuparon por
la solidez de las vigas, no lo hicieron desde formulaciones matemáticas
como Leonardo, que se interesó por el problema de la flexión y consiguió
definir «leyes» aún imperfectas, por ejemplo, en relación a la línea
elástica en el caso de vigas de secciones diferentes. Así, eliminaba el módulo elástico y el momento de fuerza al que había aludido Jordanus Nemorarius.
Anatomía y medicina
La formación inicial de Leonardo sobre anatomía humana
comenzó mientras aprendía con Andrea del Verrocchio, quien insistía en
que todos sus alumnos tuvieran conocimientos de anatomía.
Como artista, pronto fue un maestro de la anatomía topográfica,
realizando numerosos estudios sobre músculos, tendones y otras
características anatómicas visibles.
Puso las bases de la anatomía científica, diseccionando los cadáveres
de los criminales bajo estricta discreción, para evitar la actuación de
la Inquisición.
Las condiciones de trabajo fueron particularmente penosas debido a los
problemas de higiene y conservación de los cuerpos. Como artista
reconocido, recibió la autorización para diseccionar cadáveres humanos
en el hospital de Santa María Nuova de Florencia y, más tarde, en los
hospitales de Milán y de Roma. De 1510 a 1511, colaboró con el médico Marcantonio della Torre
y, juntos, compilaron un conjunto de investigaciones sobre anatomía con
más de doscientos dibujos hechos por Leonardo; los cuales fueron
publicados bajo el título engañoso de Tratado de pintura, en 1680.
Realizó muchos dibujos sobre anatomía humana, de huesos, músculos y
tendones, del corazón y el sistema vascular, del sistema reproductivo y
otros órganos internos, y gráficos sobre la acción del ojo. Estas
observaciones contienen a veces inexactitudes debidas a los
conocimientos de la época, por ejemplo un estudio hecho por él sobre el flujo sanguíneo. Realizó uno de los primeros dibujos de un feto dentro del útero, y la primera comprobación científica conocida de la rigidez de las arterias en respuesta a una crisis cardiaca.
Como artista, Leonardo observó de cerca los efectos de la edad y de la
emoción humana sobre la fisiología, estudiando en particular los efectos
de la rabia. Dibujó igualmente numerosos modelos, algunos de ellos con importantes deformaciones faciales o signos visibles de enfermedad.
También estudió la anatomía de numerosos animales. Diseccionó vacas,
pájaros, monos, osos y ranas, con el único fin de comparar la estructura
anatómica de estos animales con la del hombre. También hizo estudios
sobre los caballos.
Ingeniería e inventos
Cuántas biografías se habrán escrito que solo mencionan esta actividad científica o técnica para mostrar la extensión de un saber que se pretende universal [...] Todo esto solo pudo hacerse penosamente, por una búsqueda constante de lo que habían escrito los antiguos o los predecores inmediatos [...]Y a falta de conocer todo este pasado que lo había formado, se ha presentado a Leonardo como un inventor fecundo
Los ingenieros del Renacimiento, Bertrand Gille
Leonardo da Vinci se inscribe en la corriente tecnicista del
Renacimiento y, como tal, tuvo predecesores inmediatos o más lejanos.
Entre éstos se puede citar a Konrad Kyeser, Taccola, Roberto Valturio, Filippo Brunelleschi, Jacomo Fontana o Leon Battista Alberti, a quien probablemente le debe mucho.
Algunos de ellos fueron personalidades más potentes, con un espíritu
aún más completo y una curiosidad aún más amplia que los de Leonardo.
Fue el caso, por ejemplo, de Francesco di Giorgio Martini, que fue su superior durante la construcción del Duomo de Milán y del cual Leonardo tomó muchas cosas.
Probablemente por estar menos ocupado que Martini debido a una lista
menor de pedidos, Leonardo fue a la vez más prolijo y sobre todo capaz
de un cambio de método.
Junto a Herón de Alejandría,
se considera a Leonardo un precursor importante de un cierto número de
máquinas modernas. Sin embargo, más allá del asombro que provoca la
imaginación prospectiva del autor, se puede constatar rápidamente que el
funcionamiento real de las máquinas no debió ser su principal
preocupación. Al igual que el monje Eilmer de Malmesbury,
que en el siglo XI olvidó poner una cola a su máquina voladora, los
inventos de Leonardo chocan con numerosas dificultades: el helicóptero
habría girado sobre sí mismo como una peonza, el buzo se habría
asfixiado y el barco de palas nunca habría podido avanzar [...]
Sin embargo, se ha postulado también que Leonardo introdujo
intencionalmente errores específicos en sus diseños para evitar que
otros pudieran realizar la construcción viable de sus artefactos.
En una carta dirigida a Ludovico Sforza,
pretende ser capaz de construir todo tipo de máquinas tanto para la
protección de ciudades como para su asedio. Tras su fuga a Venecia en
1499, encontró empleo como ingeniero y desarrolló un sistema de barreras
móviles para proteger la ciudad de los ataques terrestres. También
proyectó el desvío del río Arno para irrigar los campos toscanos, facilitó el transporte e incomodó el acceso marítimo a Pisa, la rival de Florencia.
Sus cuadernos presentan un gran número de «inventos» a la vez
prácticos y realistas, destacando las bombas hidráulicas, mecanismos de
manivela como la máquina para mecanizar tornillos, aletas para obuses de
mortero, un cañón a vapor,
el submarino, varios autómatas, el carro de combate, el automóvil,
flotadores para «caminar sobre el agua», la concentración de energía
solar, la calculadora, la escafandra con casco, el casco doble para
barcos y los rodamientos de bolas. En cuanto a la bicicleta, su
paternidad no está clara.
Un examen cuidadoso de los bocetos indica, sin embargo, que varias de
estas tecnologías fueron o bien tomadas prestadas de predecesores
inmediatos –la turbina hidráulica de Francesco di Giorgi Martini, la
cadena de transmisión articulada de Taccola–, o bien la herencia de una
tradición más antigua —el martillo hidráulico se conocía en el siglo
XIII, los sifones y los acueductos ya eran visibles en la obra del
romano Frontino, los autómatas recreativos ya habían sido descritos en
la época helenística[...]
Pero Leonardo también fue innovador. Fue probablemente uno de los
primeros ingenieros de su época que se interesó por el trabajo mecánico
de los metales y en particular del oro, el más maleable. Su originalidad
se pone de manifiesto en la máquina voladora y en unas cuantas máquinas
textiles, en las que tuvo la oportunidad de aplicar su sentido de la
observación a la regularidad de los movimientos. El telar mecánico, la
máquina de cardar y la de «afeitar las sábanas» lo convierten
probablemente en el primero que trató de mecanizar una fabricación
industrial. La máquina para pulir espejos, que supuso la resolución de
un cierto número de problemas para obtener superficies regulares, planas
o cóncavas, la concibió durante su estancia en Roma mientras estudiaba
la producción de imágenes. Paradójicamente, Leonardo da Vinci se
interesó poco por inventos de su época hoy considerados muy importantes,
como la imprenta, si bien es autor de una de las más tempranas
representaciones gráficas de una prensa de imprenta.
Si la guerra puede responder a una necesidad, es la «pazzia bestialissima» —«locura salvaje». Leonardo estudia las armas a la vez que guarda sus distancias sobre su uso.
En 1502 Leonardo diseñó un puente de 240 metros para un proyecto de ingeniería civil del sultán otomano Beyazid II. El puente debía servir para franquear el estuario conocido como Cuerno de Oro.
Beyazid abandonó el proyecto porque consideró que la construcción sería
imposible. La visión de Leonardo fue resucitada en 2001 cuando se
construyó en Noruega un pequeño puente basado en su concepto. El 17 de
mayo de 2006 el gobierno turco decidió construir el puente de Leonardo
sobre el Cuerno de Oro.
Durante la mayor parte de su vida, Leonardo estuvo fascinado por el
vuelo. Produjo numerosos estudios sobre el vuelo de los pájaros así como
planos de varios aparatos voladores, como un helicóptero primitivo
denominado «tornillo aéreo», un paracaídas y un ala delta de bambú.
Pese a que la mayoría se considera irrealizable, el ala delta ha sido
construido y, tras añadirle unos estabilizadores, ha volado con éxito.
Es posible, sin embargo, que Leonardo estimase que los sistemas de vuelo
similares a los de los murciélagos eran los que presentaban mayor
potencial. También inventó el túnel de viento aerodinámico para sus experimentos.
El museo del clos Lucé de Amboise (Francia), el museo Il Castello del
castillo de los condes de Guidi en Vinci (Italia) y el Museo de Ciencia
y Técnica Leonardo da Vinci de Milán contienen numerosas maquetas,
construidas en tamaño real basadas en las indicaciones de los bocetos y
los cuadernos, así como explicaciones sobre el trabajo de Leonardo.
Leonardo también estudió arquitectura. Estuvo influido por la obra de Filippo Brunelleschi y proyectó sobreelevar el Baptisterio de San Juan de Florencia así como crear una torre-linterna para la catedral de Milán. Utiliza a menudo la forma octogonal para los edificios religiosos y el círculo para los militares. A raíz de la epidemia de peste
que azotó Milán entre 1484 y 1485, diseñó una ciudad perfecta teórica
con ejes de circulación optimizados y condiciones de vida de calidad, en
una visión marcada no por las distinciones sociales sino por las
funcionales, a imagen de los órganos del cuerpo humano. Trabajó también sobre los jardines. Por desgracia, muchos de sus estudios sobre arquitectura se han perdido.
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