diumenge, 14 de juliol del 2024

UN POETA GRIEGO CASI DESCONOCIDO DEL S. XIX-XX

 



  • Konstantínos Kaváfis (en griego Κωνσταντίνος Πέτρου Καβάφης, Konstantinos Petrou Kavafis. Alejandría, Egipto; 29 de abril de 1863 – 29 de abril de 1933) fue un poeta griego, una de las figuras literarias más importantes del siglo xx y uno de los mayores exponentes del renacimiento de la lengua griega moderna.





Biografía

Cavafis fue el último de los ocho hijos de una familia griega originaria de Constantinopla (actual Estambul, Turquía),​ que había emigrado a Alejandría para el desarrollo de un negocio dedicado a la exportación de algodón egipcio y a la importación de paño inglés. Los éxitos comerciales del padre permitieron a la familia disfrutar de una vida burguesa entre las élites extranjeras alejandrinas.

La temprana muerte del cabeza de familia obligó a su madre (Jariclía, Χαρίκλεια) a emigrar a Liverpool buscando la protección económica de uno de los hermanos de su marido. Tras siete años en Gran Bretaña y tras la quiebra del negocio familiar en aquel país, se vieron obligados a regresar a Alejandría, donde ya nunca la vida familiar volvería a disfrutar el nivel que tuvo en los tiempos en que el padre vivía.

En 1882 tras el bombardeo inglés sobre Alejandría (para sofocar revueltas populares contra los extranjeros, y que convertirían a Egipto, a partir de ese momento, en un protectorado encubierto de Gran Bretaña), los Cavafis se vieron obligados a desplazarse a Constantinopla durante tres años, etapa en la cual todas las fuentes apuntan que Constantino tuvo sus primeras relaciones homosexuales con uno de sus primos.

Tras el regreso definitivo a Alejandría (ciudad que, a excepción de tres salidas cortas, ya nunca abandonaría hasta su muerte) Constantino comenzó a trabajar como funcionario de la Tercera Sección de Riegos del Ministerio de Obras Públicas egipcio (donde permanecería treinta años, siempre sin alcanzar un puesto fijo debido a su nacionalidad griega), ocupación que compartiría, durante algún tiempo, con algunas gestiones como corredor de bolsa.

Por deseo propio, nunca llegó a publicar un libro con sus poemas. Únicamente, por iniciativa personal, mandó imprimir dos libretos con algunos de sus poemas. Uno, en 1904, conteniendo 12 poemas, y un segundo, en 1910, en el que ampliaba el número a 27. Él mismo se encargaba de distribuir dichos libretos sólo a quien consideraba que podía entender su obra. Asimismo, de vez en cuando imprimía hojas sueltas con alguno de sus poemas, que luego distribuía discrecionalmente a quien pensaba que era digno de leerlos.​ Aun así, su nombre terminaría por darse a conocer, inicialmente en el ámbito de la cultura griega y más tarde, gracias a la difusión de su obra que en Gran Bretaña hizo E. M. Forster (quien conoció al poeta en 1917, al ser destinado a Alejandría, como funcionario de la Cruz Roja durante la Primera Guerra Mundial),​ por todo el mundo occidental. Forster, Arnold J. Toynbee y T. S. Eliot estuvieron entre los primeros promotores de Cavafis en el mundo de habla inglesa antes de la Segunda Guerra Mundial.





Una nota biográfica escrita por Cavafis dice lo siguiente:

Soy de ascendencia de Constantinopla, pero nací en Alejandría, en una casa de la calle Seriph; Me fui muy joven y pasé gran parte de mi infancia en Inglaterra. Posteriormente visité este país siendo adulto, pero por un corto período de tiempo. También he vivido en Francia. Durante mi adolescencia viví más de dos años en Constantinopla. Han pasado muchos años desde la última vez que visité Grecia. Mi último empleo fue como empleado en una oficina gubernamental dependiente del Ministerio de Obras Públicas de Egipto. Sé inglés, francés y un poco de italiano.​

A finales de 1932 le diagnosticaron cáncer de laringe. Tras una traqueotomía realizada en el Hospital de la Cruz Roja de Atenas, moriría en Alejandría el 29 de abril (coincidente con el día de su nacimiento) de 1933. Está enterrado en el cementerio griego de Chatby, en su ciudad natal, junto a su madre y seis de sus hermanas.

Es uno de los poetas más famosos de la Grecia moderna. Y como señala Marguerite Yourcenar en el prefacio a su traducción de los poemas de Cavafis, "es también uno de los más grandes, el más sutil en cualquier caso, el más nuevo quizás, el más nutrido hasta ahora por la sustancia inagotable del pasado".​

Según Marguerite Yourcenar, “reconoció tempranamente su vocación de poeta, pero de su producción anterior a los cincuenta años sólo conservó un pequeño número de poemas, de los cuales sólo algunos se encuentran entre sus obras maestras. Cavafis sólo permitió que circularan unos pocos poemas raros durante su vida, insertados aquí y allá en revistas; su gloria, que llegó poco a poco, se alimentaba de hojas sueltas distribuidas con moderación entre amigos o discípulos; Esta poesía que sorprende a primera vista por su desapego, su casi impersonalidad, permaneció así, en cierto modo, secreta hasta el final, susceptible en todas sus partes de enriquecimiento y retoques, y beneficiaria de la experiencia del poeta hasta su muerte. Y sólo hacia el final expresó más o menos abiertamente sus obsesiones más personales, las emociones y recuerdos que a lo largo del tiempo, pero de manera más vaga y velada, habían inspirado y sostenido su obra".​

Obra

Poema de Cavafis en un mural en Leiden (Países Bajos).

La obra de Cavafis, desde unos inicios alimentados por la lectura de parnasianos y simbolistas franceses, es madura, exigente, habitada por una refinada cultura grecolatina y una subyacente ironía. Obra corregida sin cesar hasta la perfección (algunos poemas fueron elaborados por espacio de diez años), consta de ciento cincuenta y cuatro poemas que consideró acabados y forman la edición canónica, más cierto grupo de otras composiciones que a su juicio no habían encontrado todavía su forma definitiva. Interesado por la historia, Cavafis compuso con frecuencia poemas no sobre grandes momentos históricos, sino sobre las decadencias después de los mismos, como el famoso Esperando a los bárbarosEl dios abandona a Antonio o Ítaca, algunas de cuyas frases han pasado a ser proverbiales. También son muy leídos hoy sus poemas homoeróticos, que cantan las excelencias sensuales del amor furtivo, como "Recuerda, cuerpo...". Los mejores poemas de Cavafis concentran la experiencia humana de una forma intemporal y por ello ha influido notablemente a autores de la poesía de la experiencia, como Jaime Gil de Biedma. Sus piezas históricas más inspiradas pintan con gran fuerza cuadros realistas y decadentes de un pasado poco conocido y ciertamente fascinante: el oriente helénico, desde la antigüedad hasta el presente; los reinos griegos postalejandrinos, la sujeción a Roma, Bizancio, el ascenso del Cristianismo y la convivencia de lo pagano y lo cristiano. Demuestra que, como creían los griegos, la historia es cíclica, e insufla los sentimientos de la nostalgia y del miedo a lo desconocido en sus evocaciones. Posee el secreto de recrear la atmósfera cotidiana de los tiempos ya pasados.

En sus poemas homoeróticos, asoma la flaqueza y la debilidad que acecha en los peores momentos, la atracción sexual intensamente física ligada muchas veces al cristiano sentimiento de culpa y la impotencia ante el paso del tiempo.

El estilo de Cavafis rehúye conscientemente la retórica, pero muestra un distanciamiento grave e inteligente, solemne e irónico a la vez. Por sus poemas desfilan jóvenes chaperos ingenuos y deseables, personajes históricos contemplados en sus momentos de mayor humanidad, gentes anónimas de la calle y objetos vulgares y corrientes que de pronto adquieren un profundo valor simbólico, como por ejemplo las velas encendidas y apagadas que representan el curso de la vida.

El uso de la memoria es un aspecto reconocible de la poesía de Cavafis. Extrae sus temas del pasado, elegidos con una técnica hasta ahora desconocida, evacuando el contenido de los mitos, conservando sólo los nombres. Luego reestructura sus propios mitos, simulando una inmersión en la historia griega. Esta técnica sitúa la ficción del poeta en las proximidades de los mitos que supo forjar la tragedia antigua, muy alejada de la experiencia histórica. Los temas más marginales, los detalles que el relato deja de lado, la impresión insospechada de un encuentro, la intimidad de un pensamiento furtivo y las miradas tiernas y conmovidas al cuerpo humano, tal es su material de predilección. Lejos del sentimentalismo, erige un universo en el que el hombre experimenta su “corporeidad” en la escala de la eternidad. Marguerite Yourcenar comenta: “La reminiscencia carnal ha convertido al artista en dueño del tiempo; su fidelidad a la experiencia sensual da como resultado una teoría de la inmortalidad.​

Según el escritor y traductor francés Michel Volkovitch: “Cavafis es el anti-Rimbaud: su desarrollo fue gradual y lento. Sus primeros poemas los escribió a la sombra de los parnasianos, Baudelaire, los simbolistas, Browning; Sólo llega a ser plenamente él mismo cuando ronda los cuarenta años, un poco como Proust, su contemporáneo. Publicó poco y como arrepentido, reelaborando incansablemente durante años ciertos poemas. No verá la primera edición completa de su obra, publicada poco después de su muerte.​

En España su influencia es determinante en la obra de Jaime Gil de Biedma (1929-1990) y sus seguidores y, a partir de sus primeras traducciones al español, fue leído con fruición, sobre todo por los llamados poetas Novísimos, especialmente de José María Álvarez, poeta que realizó una de las primeras traducciones de su obra y en cuya poesía, además, se refleja una acusada influencia del poeta griego. Entre otros poetas españoles influenciados por la obra cavafiana, podemos citar Luis Antonio de Villena, Juan Luis Panero, Fernando Quiñones, Ramón Irigoyen o Luis Alberto de Cuenca. Se ha discutido mucho sobre la influencia de Cavafis en Luis Cernuda, con quien compartía homosexualidad, desprecio por la rima y por el lenguaje solemne, pero –en realidad y aún admirándolo- Cernuda conoció poco la obra del alejandrino.

Constantino Cavafis fue también una figura influyente en el novelista británico Lawrence Durrell, en cuyo Cuarteto de Alejandría es una presencia permanente. Su poema Esperando a los bárbaros fue fundamental en la concepción de la novela homónima del escritor sudafricano John Maxwell Coetzee.

Su obra no apareció publicada en griego hasta 1935 (edición que contenía los 154 poemas canónicos del autor, es decir, aquellos que él personalmente había decidido que se publicasen); aunque decenas de estos y algunos otros que decidió finalmente rechazar habían aparecido ya en diversas revistas de literatura tanto egipcias como griegas. Esos mismos poemas se publican traducidos por primera vez en inglés en 1951. También hay que mencionar una novela corta fantástica, A la luz del día, traducida al español recientemente en 2007.





divendres, 20 de gener del 2023

ENRIQUE JARDIEL PONCELA. UN GRAN DRAMATURGO OLVIDADO


 Enrique Jardiel Poncela (Madrid15 de octubre de 1901-ibídem18 de febrero de 1952)​ fue un escritor y dramaturgo español. Su obra, relacionada con el teatro del absurdo, se alejó del humor tradicional acercándose a otro más intelectual, inverosímil e ilógico, rompiendo así con el naturalismo tradicional imperante en el teatro español de la época. Esto le supuso ser atacado por una gran parte de la crítica de su tiempo, ya que su ironía hería los sentimientos más sensibles y abría un abanico de posibilidades cómicas que no siempre eran bien entendidas. A esto hay que sumar sus posteriores problemas económicos y fracasos de público durante el régimen franquista. Sin embargo, el paso de los años no ha hecho sino acrecentar su figura y sus obras siguen representándose en la actualidad, habiéndose rodado además numerosas películas basadas en ellas. Murió de cáncer, arruinado y en gran medida olvidado, a los cincuenta años.



Biografía

Portal de la casa natal de Jardiel Poncela en Madrid

Existen diversos biógrafos de Enrique Jardiel, entre ellos su hija Evangelina Jardiel Poncela (1928-26 de junio de 2018), quien pudo recurrir a anotaciones que su padre había dejado en cuadernos.​ No obstante, se sabe que el propio Enrique Jardiel tenía como proyecto en los últimos días de su existencia escribir una autobiografía titulada Sinfonía en mí. Este proyecto se vio frustrado por su enfermedad. Los prólogos de sus grandes novelas muestran detalles autobiográficos. Una de las biografías es Mío Jardiel, escrita por su amigo Rafael Flórez en los años sesenta. A ellas hay que añadir la de su amigo Miguel Martín (El hombre que mató a Jardiel Poncela) y dos realizadas por su nieto, Enrique Gallud Jardiel (Enrique Jardiel Poncela: La ajetreada vida de un maestro del humor y Jardiel: la risa inteligente). Posteriormente han aparecido dos biografías muy completas, la del periodista Víctor Olmos, titulada ¡Haz reír, haz reír! (2015), y la de Juan Carlos Pueo, con el título de Como un motor de avión: Biografía literaria de Enrique Jardiel Poncela.

Primeros años

Enrique Jardiel Poncela nació en Madrid, en el número 29 de la calle del Arco de Santa María (hoy calle de Augusto Figueroa, perpendicular a la de Fuencarral). Su padre fue Enrique Jardiel Agustín, matemático, latinista y periodista colaborador de La Correspondencia de España y de otros diarios. Era natural de la población zaragozana de Quinto (nacido en 1864). Su madre Marcelina Poncela Ontoria era pintora, y fue una de las primeras mujeres en optar a estudios de bellas artes en Madrid en 1884. La abuela materna tuvo previamente cierta amistad con Vital Aza y esa influencia se transmitió hasta Enrique por vía materna (otros autores mantienen que Marcelina tuvo propuesta de matrimonio del mismo Vital Aza antes de casarse con Enrique).​ Al poco de nacer el primer hijo en 1895, el abuelo exigía su nacimiento en la Casona de Quinto como mantenimiento de una tradición familiar. Tras la primera hija (Rosario), vino la segunda (Angelina), la tercera hija (Aurorita) murió al poco de nacer.

Enrique fue el cuarto (y último) de los hijos, nacido en 1901 en Madrid. Los hermanos fueron educados por la madre; crecieron en un entorno lleno de libros, pinturas y esculturas. En 1905, inició sus estudios en la Institución Libre de Enseñanza (ubicada en la calle General Martínez Campos) con dos de sus hermanas, que continuó a partir de 1908 en la Sociedad Francesa (Liceo Francés) hasta cumplir los diez años. Era esa época cuando la madre le puso como mote «Potito». Como Enrique era el único hijo, el padre quiso que estudiara. Existía en Enrique una tendencia natural a los dibujos e ilustraciones, los guardaba a menudo con la intención de escapar a la severa vigilancia de su madre. Según cuenta él mismo, a los siete años solía visitar el Museo del Prado en compañía de su madre y, a los nueve acostumbraba a acompañar a su padre a la tribuna de prensa del Congreso de los Diputados, donde presenció numerosos debates políticos. La tendencia a dibujar apareció en Enrique antes que la de escribir. A temprana edad detectaron en él un ligero estrabismo, que desaparecería «casi en su totalidad». En 1912, se trasladó al Colegio de los Padres Escolapios de San Antonio Abad (conocido como «Escuelas Pías de San Antón», en la calle de Hortaleza), donde estudió el bachillerato y en cuya revista Páginas Calasancias publicó sus primeros textos humorísticos. Ya desde esta primera época de bachillerato en los Escolapios era conocido por su actividad nocturna ligeramente rebelde. No era un alumno modelo. A pesar de ello, a los diez años escribió el primer verso, a los once su primera novela. Se titulaba Mondalud de Brievas, y al poco de terminarla lo anunció a la familia y en un huerto de Quinto la leyó ante ellos. Su infancia se llenó de juegos en los solares de la Castellana, en las rifas que organizaba su madre en el Comercial. Pronto destacó Enrique por su extremada imaginación.

En 1916, la familia cambió de domicilio a la calle Churruca n.º 15, y uno de sus nuevos vecinos, el poeta Manuel Machado le animó a seguir con su vocación de escritor. Otro de sus vecinos fue Serafín Adame, de su misma edad y con quien escribirá numerosas obras en los siguientes diez años. En 1917 su madre comenzó a sentir unos dolores sospechosos en el vientre. Un año antes había sido operada de una oclusión intestinal, y al abrir el doctor encontró diversos tumores con adherencias. A pesar de todo, ella se recuperó, hasta llevar una vida sin grandes dificultades. Ese mismo año, a pesar de un largo peregrinaje por diversos doctores, de periodos de esperanza unidos con desánimo, y de los cuidados de su familia, su madre falleció, y fue enterrada en Quinto, el pueblo de su marido. Durante su padecimiento, Enrique estuvo siempre a su lado. Al acabar todo, regresó a Madrid muy afectado, estudió en el Instituto San Isidro (ubicado en la calle de Toledo) e hizo su preparatorio para iniciar su carrera. En estos instantes conoció a José López Rubio (comediógrafo español), quien sería amigo desde esos años de preparación de carrera. Vivía en esta época con su padre viudo y con sus hermanas en la calle Churruca. Preparó unas oposiciones a Hacienda, que no logró. Su primer oficio sería el de periodista; su primera novela, El plano astral, y su primera obra de teatro, La banda de Saboya. Conoció a Amparito, la que sería su primera novia, durante siete años.

Comienzos como escritor

En 1919 se empezó a acostumbrar a escribir en los cafés de Madrid. En ese mismo año su hermana Angelina se casó con Augusto Linares y abandonó la casa familiar. Enrique continuó yendo en los meses estivales a la casa familiar de Quinto. Hizo sus primeras colaboraciones, artículos y cuentos, en distintos periódicos, La Nueva HumanidadLa Correspondencia de España y Los Lunes de El Imparcial, y entró en la redacción de La Acción en 1921 y en la de La Correspondencia de España al año siguiente (ubicada en la Puerta del Sol, justo encima de la pastelería La Mallorquina). Ese mismo año comenzó a publicar en la revista Buen Humor, referencia fundamental del nuevo humorismo literario español. Eran famosas las reuniones con sus amigos en el 15 de la calle Churruca, en largas veladas que denominaban el bazar turco. A comienzos de los años veinte la actividad creadora le acompañaba y escribió numerosas obras de teatro. En estos años conoció a José López Rubio, con quien colaboró literariamente, y a Ramón Gómez de la Serna, que ejerció una gran influencia sobre él en lo personal y en lo literario.

A partir de 1923 abandonó el periodismo, aunque mantuvo su colaboración con Buen Humor, para dedicarse por entero a la literatura; publicó dos novelas cortas, El hombre a quien amó Alejandra y El infierno. Se dedicó también al teatro, donde siguió sus colaboraciones con Serafín Adame y con otros autores. Asistió a la tertulia recién estrenada por Ramón Gómez de la Serna en el viejo café de la calle Carretas: Café Pombo (a la que se conocía como La sagrada cripta del Pombo). Enrique fue uno de los contertulios más jóvenes, y por esta época firmó algunos de sus artículos como «Jardiel, alférez de Castilla». En 1926 comenzó a convivir con Josefina Peñalver, mujer separada y que tenía un hijo de su relación anterior. Jardiel empezó a escribir en Gutiérrez, revista recién fundada y heredera de la tradición de Buen Humor. Su vitalidad lo llevaría a fundar una publicación titulada La Novela Misteriosa, revista que desapareció tras nueve números a consecuencia de una huelga del cuerpo de Correos. En esta publicación emitió Enrique algunas de sus pequeñas obras que él mismo denominó "juguetes cómico-líricos".

En febrero de 1927, debido a fuertes problemas económicos de subsistencia, con un año de convivencia junto a Josefina, ambos decidieron separarse amistosamente. Con este ambiente de necesidad empezó a escribir la obra de teatro Una noche de primavera sin sueño. En este mismo año dejó de colaborar con Serafín Adame, se replanteó su literatura y, tras escribir dos comedias que no llegaron a editarse ni a representarse, estrenó por fin, el 28 de mayo en el Teatro Lara de Madrid, Una noche de primavera sin sueño, primera comedia representativa de su forma de hacer teatro y humor. La obra fue un éxito. Escribió la obra en algunos cafés, sobre todo en el Café Gijón,​ cercano a su vivienda. En 1928 nació su primera hija, fruto de su relación con Josefina: Evangelina, a la que permanecería muy unido toda su vida y que escribiría una biografía sobre su padre.​ A finales de 1929 conoció a José Ruiz-Castillo, que tenía como objetivo publicar una colección sobre «Grandes novelas humorísticas» en la editorial Biblioteca Nueva. Su conocimiento espoleó a Jardiel hacia nuevos rumbos.

Primeras grandes obras

Escena del estreno de la obra de teatro Usted tiene ojos de mujer fatal, en 1933.

Cliente habitual de cafés como el Universal, el Europeo, el café Granja El Henar, el de las Salesas o el Castilla, que usaba como despacho de trabajo, en 1929 publicó su primera novela Amor se escribe sin hache, que ridiculizaba el género de novelas de amor. Al año siguiente, se publicó ¡Espérame en Siberia, vida mía!, parodia de las novelas de aventuras, escrita en apenas cuatro meses. Aquel mismo año de 1930, su obra teatral El cadáver del señor García resultó un rotundo fracaso. En 1931 publicó una de sus novelas más populares: Pero... ¿hubo alguna vez once mil vírgenes?, sobre el tema del donjuanismo.

En 1932 se estrenó en Valencia su comedia Usted tiene ojos de mujer fatal, y publicó su cuarta y última novela, La tournée de Dios. Se trasladó a Hollywood, contratado por la Fox para trabajar en la versión en castellano de algunas películas de la productora. Regresó de Estados Unidos en marzo de 1933 y estrenó en Madrid Usted tiene ojos de mujer fatal. Escribió el guion para la película Se ha fugado un preso, dirigida por Benito Perojo. En septiembre viajó a París, también por encargo de la Fox, a los estudios Billancourt, para rodar sus Celuloides rancios.

En 1934 se publicó el primer tomo de su obra teatral, Tres comedias con un solo ensayo, y estrenó Angelina o el honor de un brigadier, que más tarde sería titulada Angelina o un drama en 1880. En julio viajó nuevamente a Hollywood, donde permaneció hasta marzo del año siguiente; durante esta estancia rodó una versión cinematográfica de Angelina o el honor de un brigadier. Este mismo año conoció a la actriz Carmen Sánchez Labajos, que sería su compañera hasta su muerte y con la que al año siguiente tuvo a su segunda hija, María Luz.

Guerra y posguerra

Escena del estreno de la obra de teatro Cuatro corazones con freno y marcha atrás, en 1936.

A lo largo de 1935 y 1936 estrenó las comedias Un adulterio decenteLas cinco advertencias de Satanás y Morirse es un error, que retitularía, después de la Guerra Civil, Cuatro corazones con freno y marcha atrás, sin duda una de sus obras más reconocidas. Al iniciarse la guerra fue detenido, el 16 de agosto, y llevado a una checa (local que utilizaban los milicianos de izquierda como cárceles), acusado, por una denuncia anónima, de haber dado cobijo en su casa al exministro de la Segunda República Rafael Salazar Alonso, ejecutado unos meses más tarde. Demostrada la falsedad de la denuncia, fue puesto en libertad pocos días después.​

En 1937, consiguió salir de España, y marchó a Francia y seguidamente a Argentina, donde trabajó para el cine y para la radio. En 1938 regresó a España a través de Portugal, y se estableció en San Sebastián, en la zona franquista, hasta la finalización de la guerra. En 1939 regresó a Madrid, donde el 16 de junio estrenó la opereta Carlo Monte en Monte Carlo, con música de Jacinto Guerrero, y el 21 de octubre la comedia Un marido de ida y vuelta. Realizó un doblaje cómico para una antigua película muda, Mauricio, o una víctima del vicio.

En los primeros años de la década de los cuarenta, su capacidad creativa era enorme y así, volcado en el teatro, estrenó gran cantidad de obras: Eloísa está debajo de un almendro, en mayo de 1940, en el Teatro de la Comedia de Madrid, considerada su obra maestra; El amor sólo dura 2.000 metrosLos ladrones somos gente honrada y Madre (el drama padre), en 1941; Es peligroso asomarse al exterior y Los habitantes de la casa deshabitada, en 1942, y Blanca por fuera y Rosa por dentroLas siete vidas del gato y A las seis en la esquina del bulevar, en 1943. Este mismo año se estrenó la versión cinematográfica de Eloísa está debajo de un almendro, dirigida por Rafael Gil, y creó la Compañía de Comedias Cómicas.

En 1944, inició una gira por América Latina que tuvo que suspender antes de tiempo en Uruguay, debido a los incidentes causados por republicanos exiliados y uruguayos contrarios al régimen franquista, que reventaron los estrenos.​ El consiguiente fracaso económico, junto al fallecimiento de su padre ese mismo año, que le sumió en una crisis personal, fueron el comienzo de su decadencia económica y personal.

Últimos años y fallecimiento

A pesar de los reveses sufridos, Jardiel continuó escribiendo sin descanso. En 1945, año del estreno de la película Es peligroso asomarse al exterior, de Alejandro Ulloa y basada en su obra, estrenó Tú y yo somos tresEl pañuelo de la dama errante y El amor del gato y del perro, y en 1946, Agua, aceite y gasolina, que provocó un escándalo el día del estreno, y El sexo débil ha hecho gimnasia.

Ese año, el Consejo Superior de Teatro le otorgó el Premio Nacional de Teatro, pero su salud siguió resintiéndose: a la muerte de su padre y el fracaso de la gira americana se unieron un desengaño amoroso y el diagnóstico de un cáncer de laringe.​ A partir de 1946, apenas estrenó un par de comedias, Como mejor están las rubias es con patatas, en 1947, y su último estreno, Los tigres escondidos en la alcoba, en 1949, que se convirtió en un nuevo fracaso, lo que supuso su definitiva ruina física y económica. En sus dos últimos años de vida publicó artículos y recopilaciones y ofreció algunas conferencias.

Falleció, arruinado y abandonado por muchos de sus amigos, el 18 de febrero de 1952 a la temprana edad de cincuenta años. En su nicho figura como epitafio una frase suya: «Si buscáis los máximos elogios, moríos».

La vinculación con el teatro continuó en su familia. Su hija María Luz, sus nietas Rocío y Paloma Paso Jardiel, su nieto Enrique Gallud Jardiel y su bisnieto Darío Paso se han dedicado a la interpretación. Además, su bisnieto Ramón Paso, siguiendo la estela de Jardiel, es dramaturgo.

Estilo

La originalidad de Jardiel no reside tanto en la selección de los temas como en la creación de situaciones grotescas, ridículas o increíbles, lo cual consigue por medio de ironías, diálogos vivaces, equívocos, sorpresas o contrastes de estilos y registros, mezclando a menudo lo sublime y lo alocado.

Su novedad se caracteriza básicamente por:

  • El encadenamiento de situaciones inverosímiles, lindantes con el teatro del absurdo.
  • La utilización medida y rigurosa de la comicidad en el lenguaje, sin abusar del chiste fácil.
  • El dominio absoluto de la construcción dramática, el cual le permite dosificar los efectos de sorpresa y alternar sabiamente los momentos de intriga con los de puro humor.
  • La inclusión de tramas de tipo novelesco o detectivesco, en forma de pastiche literario.
  • El cultivo de un humorismo de raíz intelectual, ingenioso, agudo y mordaz, con tintes que lo acercan al aforismo.

En cualquier caso, siempre bajo el truco, el disparate o la situación más absurda, esconde una dura y amarga crítica a la sociedad, reflejo de su desencantada visión de la realidad. Valgan como ejemplos Angelina o el honor de un brigadier (1934), sátira del mundo sentimental y posromántico de finales del siglo xix, o Madre (el drama padre), crítica al teatro naturalista.

Legado

El influjo del estilo de Jardiel sobre muchos de sus contemporáneos es algo fuera de toda duda. Alfredo Marqueríe acuñó el término jardielismo e insistió en que en ciertas obras de Edgar Neville, de Joaquín Calvo Sotelo, de José López Rubio, de Miguel Mihura, de Tono, de Víctor Ruiz Iriarte, en los tipos que presentan, en las situaciones, en el juego coloquial, la huella de Jardiel está siempre presente. Entre los autores que reciben y reconocen su influjo se hallan Jorge Llopis, Álvaro de Laiglesia, Alfonso Paso, Juan José Alonso Millán, Carlos Llopis, Ignacio Amestoy, Enrique Gallud Jardiel y Ramón Paso, entre otros.

Obras


Para conocer su extensa obra ir a la Wiquipedia.






divendres, 13 de gener del 2023

ACTIVIDADES CULTURALES EN LAS COMUNIDADES AUTÓNOMAS

                                                     

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